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PIPAS DE PERSONAJES CÉLEBRES
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ALBERT EINSTEIN
En
el museo THE SMITHSONIAN de Washington se conserva una pipa de ALBERT EINSTEIN
con su firma grabada. Fue adquirida, en 1979, por la institución a los
herederos de su secretaria, GINA PLUNGUIAN a quien EINSTEIN se la había
regalado en 1948. El genio era aficionado a seguir todos los pasos del ritual de
la elección de la pipa y el tabaco adecuado, a preparar la carga y proceder al
encendido, tras el cual dedicaba unos momentos a la reflexión y contemplación.
En su amplísima colección había pipas de todos los tamaños y formas, la
mayoría de ellas de origen británico, irlandés y americano.
MODELO:
curva clásica FUIL BENT de origen irlandés.
MATERIALES ORIGINALES:
madera de brezo con aro metálico.
CURIOSIDADES:
por sus características, esta pipa, compacta y grande, es muy adecuada para
fumar al aire libre. Ideal para tabacos tipo ENGLISH MIXTURE y FLAKES
(prensados). Una pipa muy habitual entre marinos y pastores de Irlanda. “Fumar
en pipa predispone a juzgar con calma y objetividad los actos humanos.” Esta
frase define con claridad la personalidad del padre de la Teoría de la
Relatividad. EINSTEIN empezó fumando en pipa, tomando “prestado” el tabaco
de los cigarrillos que fumaban sus alumnos. Más tarde se convertiría en un
sibarita de la pipa, conocería al detalle las características de muchos
tabacos y elegiría con esmero sus numerosas pipas. Su pasión aumentó en
Princeton (EEUU), ciudad en la que se instaló cuando, tras la subida de HITLER
al poder, éste quiso, por su origen judío, privarle de todos sus derechos. A
pesar de sus proezas científicas, EINSTEIN aborrecía la ostentación y el
lujo, y vivió con la obsesión de descubrir los secretos del universo,
reflexionando a través del humo de su pipa. Una
vez, invitado a visitar a la reina de Bélgica, EINSTEIN se bajó del tren y fue
caminando hasta el palacio, con una maleta y su violín, y fumando plácidamente
en pipa sin que nadie lo reconociera. Mientras tanto, un lujoso coche y el comité
de recepción lo esperaban en la estación. Cuando la reina le preguntó por su
excéntrico gesto, él respondió: “Era muy agradable caminar. Majestad”.
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