Anar a la versió catalana | Página preparada para
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Mi reflexión |
Pronto será la fiesta del Corpus. Pasearán lo que dicen que es el Cuerpo de Cristo y (ahora voy a mirar el Catecismo) la Divinidad de Jesucristo en oro robado. |
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Y adorarán... |
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Influenciado
por
Dios o el oro en las Indias de Gustavo Gutiérrez (Ediciones Sígueme) |
¿Qué adorarán? Los indios tenían bien claro que los españoles adoraban el oro... Y deberían tener razón... De
una carta mía
a una religiosa |
Recuerdo cómo viví de niño la procesión del Corpus Christi en Nola. |
El texto
de Drewermann |
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El párroco nos había mandado a los niños
que llevásemos la mayor cantidad posible de flores de todos los
colores, para formar con ellas alfombras variopintas y cubrir todas las
calles por las que sería llevado el Santísimo. Pero a mí
me daban lástima los tulipanes, las rosas y los pensamientos y no
quería arrancar sus abigarradas y maravillosas hojitas; me parecía
un acto de crueldad matar flores.
¿Por
qué tú no has traído flores?
Y toda la clase se echó a reír. Todavía hoy estoy convencido de que a Dios se le honra mucho más con la variedad desbordada de la vida que con los arreglos artificiosos de algo muerto. Dios tampoco habita en un trozo de pan muerto que se encierra en un viril de oro. Pero en el pan que mi madre partía en la mesa de nuestra pequeña casa de Nola y que distribuía entre nosotros los niños, sí que había un cierto sabor de Dios; y en su dulce «¡Toma, Filippo» sí que había una palabra transformante más eficaz que el Hoc est enim corpus..., que el sacerdote murmura solemnemente sobre el altar. En todo lo que vive, vive algo de Dios, que pasa sin cesar y alienta en las cosas de su creación. No es en absoluto necesario convertir esa experiencia maravillosa de la vida en una fiesta especial, como le gusta hacer a la Iglesia en cualquier ocasión. |
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Más bien habría que enseñar a los hombres a considerar las fiestas de la Iglesia como hechos fundamentales de su propia existencia. De hacerlo así, dejarían de ponerse como flores cortadas bajo los pies de los servidores de la Iglesia, quienes, en su delirio de servir así a Dios de una manera especial, han llegado a pisotearlas y aplastarlas contra la tierra, de la que salieron como frutos ya marchitos. |
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Eugen y yo somos del mismo año, del 40. |
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Ofrezco también, de cosecha propia, dos sermones eucarísticos
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 31 mayo 2007 |
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