CAMISA (a partir del siglo XVI, Europa)

 

Los historiadores de la moda puntualizan que la moderna camisa hasta la cintura se originó como respuesta a los pantalones, tal como la blusa surgió para complementar la falda. Antes, una “camisa” de hombre o de mujer era una prenda que llegaba debajo de las rodillas por lo menos, y se ceñía en la cintura. Los pantalones, y más tarde las faldas, hicieron innecesaria la tela de la camisa por debajo de la cin­tura, y con ello surgió la necesidad de nuevas prendas.

 

La camisa masculina hizo su aparición en Europa, en el siglo XVI. Se llevaba directamente sobre la piel, ya que la camiseta no nacería como prenda estándar hasta principios del siglo XIX. Por su parte, la blusa se difundiría mucho más tarde, en la segunda mitad del si­glo XIX. Era una prenda holgada, con cuello alto, mangas largas y pu­ños ajustados.

 

 

SUÉTER

 

Mientras las mujeres empezaban a colgar blusas en sus armarios, surgió una nueva prenda para completar la camisa, y más tarde la blusa: el “suéter cardigan”. Se trataba de un suéter de lana sin cuello, abrochado en su parte de­lantera, y debió su nombre a James Thomas Brudenell, séptimo conde de Cardigan. El 25 de octubre del año 1854, Brudenell, comandante del ejército británico durante la guerra de Crimea, estuvo al frente de sus hombres en la famosa carga de la Brigada Ligera. El conde fue uno de los pocos supervivientes. Aunque esta gesta fue inmortalizada en un poema de Tennyson, al séptimo conde de Cardigan sólo se le recuerda hoy por el suéter de lana tejido a mano que él llevó y popularizó.

 

 

CUELLO CON BOTONES EN LAS PUNTAS

 

A fines del siglo XIX, el atuendo tí­pico de un jugador británico de polo consistía en pantalones blancos de franela, suéter de lana blanco y camisa de manga larga, también blanca. La camisa tenía cuello alto y recto, que, en pleno juego, tendía a levantarse y aletear a consecuencia de la brisa o del movimiento del caballo. Los jugadores pidieron a las tiendas de confección que man­tuvieran los cuellos en posición baja, y dos botones en las puntas se convirtieron en la solución más popular del problema.

 

En 1900, John Brooks, hijo del fundador de la empresa de confec­ción “Brooks Brothers”, observó estos cuellos con botones y acuñó el nombre “cuello de polo”, con lo que añadió un nuevo modelo de ca­misa al catálogo de su empresa. El estilo se convirtió en un clásico, como ya había ocurrido con otros modelos de cuello de camisa popularizados por diferentes perso­najes: el cuello “Lord Byron”, el cuello “Nehru”, el cuello “Windsor” y tan­tos otros.

 

 

POLO LACOSTE

 

Mientras que un partido de polo inspiró a John Brooks la creación del cuello con botones, una maleta de piel de caimán en el escaparate de una tienda de Boston indujo al gran tenista francés René Lacoste a producir un tipo de camisas con un cocodrilo como marca.

 

En 1923, mientras efectuaba una gira por Norteamérica con el equipo francés de la Copa Davis, Lacoste, que entonces tenía dieci­nueve años de edad, vio esa lujosa maleta de piel de caimán y aseguró a sus compañeros que la compraría si ganaba sus próximos partidos. Lacoste perdió y no compró la maleta, y para bromear sus compañe­ros del equipo dieron en apodarle “le crocodile”.

 

René Lacoste se retiró del tenis en 1929, Y cuatro años más tarde, cuando empezó a diseñar camisas de tenis, patentó aquel apodo como marca. ¿Cocodrilo o caimán? Lacoste había estudiado bien su reptil. El de sus polos, con su mandíbula alargada, es técnicamente un coco­drilo, de la familia zoológica “Crocodylidae”. El caimán es un reptil con la mandíbula más corta y roma, y pertenece a una subespecie de los cocodrilos.