NOTIFICACION
Preámbulo
Tras
un primer estudio realizado sobre la obra del P. Jacques Dupuis S.J., Hacia
una teología cristiana del pluralismo religioso, la Congregación
para la Doctrina de la Fe decidió profundizar en el examen de dicha
obra mediante el procedimiento ordinario establecido en el capítulo
III del Reglamento para el examen de las doctrinas.
Ante
todo, se debe subrayar que en este libro el Autor propone una reflexión
introductoria a una teología cristiana del pluralismo religioso.
No se trata simplemente de una teología de las religiones, sino
de una teología del pluralismo religioso, que busca, a la luz de
la fe cristiana, el significado que tiene la pluralidad de las tradiciones
religiosas dentro del designio divino para la humanidad. Consciente de
lo problemático de su perspectiva, el Autor mismo no ha negado la
posibilidad de que su hipótesis pueda suscitar un número
de interrogantes semejante al de aquellos para los que propone soluciones.
Después
del examen realizado y de los resultados del diálogo con el Autor,
los Eminentísimos Padres de la Congregación, a la luz de
los análisis y pareceres de los Consultores sobre las Respuestas
dadas por el Autor mismo, en la Sesión Ordinaria del 30 de junio
de 1999, han reconocido el tentativo del Religioso de mantenerse dentro
de los límites de la ortodoxia, dedicándose al tratamiento
de problemáticas hasta ahora inexploradas. Al mismo tiempo, aun
considerando la buena disposición del Autor manifestada en sus
Respuestas
a proporcionar las aclaraciones necesarias, así como su voluntad
de mantenerse fiel a la doctrina de la Iglesia y a la enseñanza
del Magisterio, la Congregación Ordinaria ha constatado que el libro
contiene ambigüedades y dificultades notables sobre puntos doctrinales
de relevante importancia, que pueden conducir al lector a opiniones erróneas
y peligrosas. Tales puntos conciernen la interpretación de la mediación
salvífica única y universal de Cristo, la unicidad y plenitud
de la revelación de Cristo, la acción salvífica universal
del Espíritu Santo, la ordenación de todos los hombres a
la Iglesia, el valor y el significado de la función salvífica
de las religiones.
La
Congregación para la Doctrina de la Fe, terminado el examen ordinario
en todas sus fases, ha decidido redactar una Notificación[1]
con la intención de salvaguardar la doctrina de la fe católica
de errores, ambigüedades o interpretaciones peligrosas. Tal Notificación,
aprobada por el Santo Padre durante la audiencia del 24 de noviembre de
2000, fue presentada al P. Jacques Dupuis, que la aceptó. Con la
firma del texto, el Autor se ha comprometido a dar su asentimiento a las
tesis enunciadas y a atenerse en el futuro, en su actividad teológica
y en sus publicaciones, a los contenidos doctrinales indicados en la Notificación,
cuyo texto deberá aparecer además en las eventuales reimpresiones
o reediciones del libro en cuestión y en las correspondientes traducciones. La presente Notificación no pretende juzgar el pensamiento subjetivo del Autor; se propone más bien enunciar la doctrina de la Iglesia acerca de algunos aspectos de las verdades doctrinales antes mencionadas y, al mismo tiempo, confutar las opiniones erróneas o peligrosas a las cuales puede llegar el lector, independientemente de las intenciones del Autor, a causa de formulaciones ambiguas o explicaciones insuficientes contenidas en varios pasajes del libro. De esa forma se busca ofrecer a los lectores un criterio seguro de valoración, coherente con la doctrina de la Iglesia, para evitar que la lectura del volumen pueda inducir a graves equívocos y tergiversaciones.
I.
A propósito de la mediación salvífica única
y universal de Jesucristo
1.
Debe ser creído firmemente que Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre,
crucificado y resucitado, es el mediador único y universal de la
salvación de la humanidad.[2]
2.
También debe ser creído firmemente que Jesús de Nazaret,
hijo de María y único Salvador del mundo, es el Hijo y Verbo
del Padre.[3]Para
la unidad del plan de salvación centrado en Jesucristo, se debe
retener además que el operar salvífico del Verbo se actúa
en y por Jesucristo, Hijo encarnado del Padre, cual mediador de la salvación
de toda la humanidad.[4]Por
lo tanto, es contrario a la fe católica, no solamente afirmar una
separación entre el Verbo y Jesús, o entre la acción
salvífica del Verbo y la de Jesús, sino también sostener
la tesis de una acción salvífica del Verbo como tal en su
divinidad, independientemente de la humanidad del Verbo encarnado.[5]
II.
A propósito de la unicidad y plen
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