Se remonta a Santa Tecla de 1734 y desaparece en 1753.
Se reconstruye en 1763 por Francesc Rovira y Anastasi Buxó.
En 1773 desaparece por las represiones del Arzobispado.
En Santa Tecla de 1988 reaparece como obra de Joan Serramià y fue construida sobre una estructura de madera hecha por Joan Salvador.
Es muy diferente a otras mulas de Cataluña este aire simpático hace que se establezca entre el animal y sus portadores como una simbiosis que se podría definir como un juego.
En efecto, uno de los ejemplos de esta representación del juego que es esperada por el público que se concentra en las escaleras de la catedral es el hecho de que beba agua de una de las fuentes de la plaza.
La mula es de una extraordinaria armonía y belleza.
Es llevada por los "Mulassers" del "Centre de Colles Sardanistes" y acompañada por "grallers i timbals".