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Concebido por obra del Espíritu Santo
nació de santa María Virgen
Para comprender el significado de esta doble afirmación, es necesario en primer lugar advertir que quiere dar testimonio del hecho de que Dios, por pura gracia, se ha hecho hombre realmente, totalmente. Es el misterio de Navidad, el misterio de la encarnación. Toda la revelación de Dios se contiene ya en este acontecimiento que, para nosotros, marca el verdadero comienzo de todas las cosas.
Pero, ¿por qué esta doble precisión: "concebido del Espíritu Santo, nacido de santa María Virgen"? ¿Por qué el milagro de Navidad viene a añadirse al misterio de la encarnación?
La encarnación nos presenta un hecho, el nacimiento milagroso nos da el signo de este hecho. El hecho -del que se trata en Navidad- es verdadero en sí; pero es el milagro de Navidad el que lo indica, lo significa y lo revela.
Sería falso creer, ya que se trata de un "simple signo", que podríamos eventualmente separar el milagro del misterio que él expresa, y no tenerlo en cuenta. Quisiera poneros en guardia contra esta tentación.
"Verdadero Dios y verdadero hombre": este dogma fundamental de la fe cristiana, examinado a la luz de la afirmación "ha sido concebido por el Espíritu Santo", nos permite comprender, de entrada, que el hombre Jesucristo no tiene otro origen que el mismo Dios, que él toma su origen en la historia del hecho de que el mismo Dios se ha hecho hombre. Esto quiere decir: Jesucristo es hombre, ciertamente, verdadero hombre, y, siendo hombre, él era también Dios.
Con la segunda afirmación, "nacido de santa María Virgen", nos encontramos frente a un ser humano: la virgen María. Y así como él procede de Dios, Jesús procede también de este ser humano particular. "Nacido de santa María Virgen" quiere decir: Dios se da un origen terrestre, humano. Jesucristo no es sólo "verdadero Dios", si no la encarnación no sería real.
Esta conjunción de Dios y del hombre no convierte al hombre en una marioneta; todo lo contrario, si hay un lugar en el que sea necesario hablar de humanidad auténtica, es aquí, en el acto por el cual Dios se hace hombre.
¿Qué vemos, pues, en Jesucristo? La verdadera divinidad unida a la verdadera humanidad. Fue en el Concilio de Calcedonia, en 451, que la Iglesia intentó definir con claridad esta unidad frente a todas las falsas interpretaciones posibles, sobre todo la del monofisismo, que iba a dar en el llamado docetismo (Dios sólo sería hombre en apariencia) y la del nestorianismo (la divinidad de Cristo debía ser concebida como separada a cada instante de su divinidad).
Todo el esfuerzo de la Iglesia antigua tendía a dirigir, con total conocimiento de causa, la atención de los cristianos precisamente sobre la realidad del misterio. Fue dado a la cristiandad de aquel tiempo el percibir y el afirmar todo el alcance del milagro de Navidad: esta unio hypostatica, esta unidad real del verdadero Dios y del verdadero hombre en Jesucristo. Y nosotros estamos llamados a continuar firmes en este punto esencial.
En ambas expresiones ("concebido por obra del Espíritu Santo", "nacido de santa María Virgen") hay todavía otra cosa: la afirmación de un hecho muy especial. Se trata de una concepción y de un nacimiento que salen de lo normal: aquí está toda la cuestión de la nativitas Iesu Christi. El misterio de la unión de la verdadera divinidad y de la verdadera humanidad es indicado por un milagro: el milagro de esta concepción y de este nacimiento.
"Concebido por obra del Espíritu Santo" significa que la existencia del hombre Jesucristo comienza con la libre decisión del mismo, que esta existencia procede de la libertad que caracteriza la unidad del Padre y del Hijo, unidos por amor, es decir por el Espíritu Santo. La humanidad nueva comienza en el propio interior de la anterior. Este es el milagro de Navidad, el milagro de la concepción de Jesucristo sin la intervención de un padre humano. El mismo Dios entra en escena como Creador, y no como pareja de la Virgen María.
"Nacido de santa María Virgen" significa que el hombre es excluido: no tiene ningún cometido en este nacimiento. No que el hombre, en tanto que ser humano sea excluido: está la virgen. Es el hombre masculino, en su función específica de actor y creador de la historia humana, quien es relegado a un segundo plano. ¿De qué se trata realmente? De Dios que considera el hombre en toda la debilidad e impotencia de su naturaleza y de María que ilustra la única actitud posible de este hombre cuando se encuentra ante Dios. La respuesta de María, este gran Sí del hombre a Dios, no hace más que indicar el acto por el cual el Creador acepta y se responsabiliza de su criatura.
El milagro de Navidad es de hecho la forma del misterio constituido por la unión personal de Dios y del hombre (unio hypostatica). La Iglesia cristiana, y con ella la teología, siempre ha dejado entender con claridad que no se podía postular que el misterio de Navidad debiera adoptar necesariamente, con exclusión de todo otro, el aspecto de este milagro particular. Dicho de otro modo: no podemos hacer que el nacimiento milagroso sea la condición sine qua non de la encarnación. La unión de la verdadera divinidad y de la verdadera humanidad en Jesucristo no depende de hecho ni de la concepción por el Espíritu Santo ni del nacimiento virginal. Todo lo que podemos decir es que le plugo a Dios realizar y manifestar este misterio en y bajo esta forma particular.
Pero ¡atención!, esto no significa que seamos libres en delante de aceptar o, por el contrario, rechazar este signo indicativo diciendo que, después de todo, el acontecimiento de Navidad hubiera podido producirse de otro modo. Es preciso ponernos en guardia contra la tentación de colocar entre paréntesis el milagro de la nativitas Christi para atenernos únicamente al misterio que pretende indicar.
En cualquier caso (hay que decirlo con toda claridad) cada vez que se ha intentado evitar el milagro, en este asunto, se ha acabado, de hecho, por no comprender ni respetar la misma encarnación y por escamotear el misterio de la unidad de Dios y del hombre en Jesucristo, el misterio de la libre gracia de Dios.
Los habituales lectores de esta web ya saben que, durante mis años de estudiante de teología, "muchas de mis horas de estudio estaban dedicadas a una lectura reposada de Karl Barth". La lectura de este teólogo protestante (1886 - 1968) no la hacía por recomendación de ninguno de mis profesores, sino por influencias de un compañero, Paco Cuervo.
Es, pues, con espíritu de agradecimiento que hoy reproduzco -condensado por mí- este capítulo de dogmatik im grundriss (Esbozo de dogmática), traducido del texto francés (Esquisse d'une dogmatique) con la ayuda de María Cinta Calzado.
dogmatik im grundriss reproduce el curso sobre el Credo que Karl Barth dio en la Universidad de Bonn durante el verano de 1946, inmediatamente después de la guerra.
Como otras veces he dicho (por ejemplo al presentar textos de Karl Rahner), "la presentación de este texto (como de otros) no supone mi acuerdo con lo que dice. Sólo supone, por mi parte, la opinión de que debe ser conocido y discutido".
Esta advertencia, a medida que van pasando los años, se hace cada vez más necesaria.
Ya llevaba todo esto escrito y quizás sin saber muy bien cómo continuar cuando haciendo limpieza del comedor abrí la revista jesuitas (nº 99, invierno 2008), que ya llevaba unos cuantos días dando vueltas entre otros muchos papeles y cosas. Como la misma revista dice, jesuitas "quiere ser un lazo de unión de la Compañía de Jesús con familiares, amigos y colaboradores". Es necesario tener esto en cuenta para poder ponderar el alcance que puedan tener las colaboraciones y las noticias que en ella encontremos.
Encontré una colaboración de Javier Melloni: "El viaje, metàfora del encuentro interreligioso". Era, para mí, como una invitación a seguir manteniendo con él un diálogo por escrito.
Si quieres ver un primer diálogo...
trampas en el diálogo interreligioso?
La verdad es que ya llevaba unos cuantos días queriendo escribirle para comunicarle que había recibido un e-mail, en el cual teníamos el honor de salir, él y yo, citados en compañía de gente famosa...
Hola, Miquel.
Hace unos años leí por primera vez algunos de tus escritos, que me pasó un cura obrero valenciano (Antonio Andrés), y luego tu web, resultándome muy estimulante. Muchas cosas me han pasado desde entonces...
Permíteme una breve presentación: mi nombre es Plácido, de Novelda (Alicante), tengo 38 años, y soy ex-sacerdote diocesano y ex-católico; estuve unos años muy implicado en los llamados 'movimientos sociales alternativos', concretamente en el antimilitarista; llegué a participar en una de sus campañas de insumisión, dando con mis huesos en la cárcel durante 20 meses. Después me reciclé como fontanero, y me gano la vida por mi cuenta haciendo pequeñas reformas. También me casé y ahora tengo tres niños preciosos. Un día alguien me presentó el Evangelio de una manera para mí desconocida hasta entoces, a pesar de haber estudiado varios años teología y haberlo predicado muchos domingos. A partir de entonces empecé a saber de una corriente marginal y minoritaria en los subterráneos de la Cristiandad, formada por diversos grupos sin mucha conexión entre ellos, que a lo largo de la historia de la iglesia, con aciertos y fallos, han buscado volver a las fuentes del cristianismo apostólico. Entre ellos, he sido muy influido por los anabautistas del s. XIV, de los cuales nada me dijeron cuando estudié la historia de la iglesia en el seminario; también por los Hermanos de Plymouth, o el movimiento indígena de iglesias en casa de China en el siglo pasado...
Esto me ha descubierto una comprensión del cristianismo que, aunque permanece mucho vocabulario clásico y oficial, es para mí muy diferente de lo que aprendí del catolicismo, conservador y progresista; y me ha hecho replantearme muchos conceptos de mi 'cristianismo progresista' y mi 'militancia radical'.
Me tomo la libertad de contarte esto para contextualizar el documento que te adjunto, en el cual te menciono críticamente, y me parecía oportuno hacértelo llegar por varios motivos: por si quieres replicar; porque la confrontación siempre me ha ayudado a avanzar, enriquecer y profundizar más mi fe; por si quieres introducir en tu web algo más de pluralismo... No obstante, el motivo principal es invitarte a replantear tu fe.
¿Hablaremos de Dios y de sus cosas?
Plácido
El documento que adjuntaba (de 39 páginas) llevaba por título "Cristo ¿todavía Salvador Universal? (Mi discernimiento sobre los postulados de la Teología del Pluralismo religioso -TPR-)".
Al presentar la Teología del Pluralismo religioso (Jesucristo es camino de revelación y salvación plena de Dios, pero Dios puede revelarse y salvar plenamente también a través de otros caminos), dice:.
Llevando coherentemente esta última postura a sus últimas consecuencias se encuentra la 'Teología pluralista de las religiones' (TPR), cuyos pioneros son el teólogo presbiteriano John Hick (la metáfora de dios encarnado) y el ex-sacerdote católico P. Knitter (one earth many religions. multifaith dialogue and global responsability); y ambos en colaboración: el mito de la singularidad del cristianismo. hacia una teología pluralista de las religiones. Otros nombres célebres, cada uno con sus matices y más o menos comprometidos con esta corriente teológica, son los jesuitas Jacques Dupuis (hacia una teología del pluralismo religioso), Roger Haight (Jesús, símbolo de Dios), A. Pieris, J. Melloni, Miquel Sunyol; el teólogo católico-hindú-budista R. Panikkar, el ex-franciscano L. Boff, el claretiano J.M.Vigil (teología del pluralismo religioso), los dominicos E. Schillebeeckx y C. Duquoc (el único cristo. la sinfonía diferida), C. Géffré (la verdad del cristianismo en la era del pluralismo religioso; para un cristianismo mundial), Jorge Pixley, Juan José Tamayo, Anthony de Mello, el obispo episcopaliano John Shelby Spong...
Hola Javier:
Ya ves, salimos juntos y no vamos mal acompañados, aunque no todos los autores citados tengan mis plenas simpatías. Algunos de ellos ya han sido "utilizados" por mí en mi web, aunque no en temas específicos de "pluralismo religioso": el asiático, nacido en Sri Lanka en 1934, Aloysius Pieris; un par o tres veces me habré aprovechado de R. Panikkar y el obispo John Shelby Spong le he hecho salir con bastante profusión, sobre todo en el tema de mi Catequesis Navideña. De él también publiqué les 12 Tesis.
Ya hace años una amiga de la Iglesia Reformada de Francia me hablaba de John Hick: estaba traduciendo al francés su libro god has many names (1980), que llevaría el título dieu a plus d'un nom". El vivir en comarcas tiene también sus inconvenientes, incluso teniendo una conexión rápida a Internet. No me enteré de la publicación en 2004 por la editorial Abya Yala (Ecuador) de su libro de 1993 The Metaphor of God Incarnate: Christology in a Pluralistic Age (La metàfora del Dios Encarnado. Cristología para un tiempo pluralista). Me sorprendió gratamente (ciertamente, como resultado de mi ignorancia) que Abya Yala, alguna de sus publicaciones ya ha sido objeto de referencia en mi web, cuando toqué el tema de la Teología Indígena (Un "viaje" a una de las religiones originarias de la tierra), publicara un libro de esta temática. Veo que uno de los nombres (el de J.M. Vigil) que nos acompaña en la lista ha sido el impulsor de esta traducción. Por Mingo Melero sé que nos conocemos mutuamente: él alguna vez habrá leído alguna cosa mía y yo sé que lo debemos diferenciar de José Ignacio López Vigil y, naturalmente, de la hermana de éste, autores de aquel famoso un tal jesús.
De Paul F. Knitter estoy en completa ignorancia: ahora sé lo que acabo de ver por internet.
Juan Masiá, el que esta verano ha sido nuestro predicador de los Ejercicios de Lamiarrita (te invito a ver el comentario que hice) nos hizo propaganda del libro jesús, símbolo de dios de Roger Haight. Ya vi en Claret que estaba editado por Trotta y que era un libro gordo y caro: me lo regalaré por estos Reyes, pero comprándolo en ABACUS, donde siempre tendré un poco de descuento. Y lo convertiré -siguiendo el ejemplo de John Shelby Spong (Cada año tengo la costumbre de elegir uno de los grandes libros teológicos o bíblicos para estudiarlo en profundidad)- en el libro de lectura del año o de los próximos años (que los jubilados tenemos mucha faena).
Vayamos ya al grano. Me parece que tu error es aceptar escribir sobre el diálogo interreligioso en la revista jesuitas, pues aquí no puedes decir todo lo que piensas y es muy posible que te hayas obligado a hacer significativos cambios en tus propias formulaciones. Tú mismo te has impuesto una auto-censura por la cual aquello que tú compartes con todo un grupo de teólogos -y que para muchos es la condición de posibilidad de que el cristianismo sobreviva en nuestro mundo occidental- no llega a nuestros "familiares, amigos y colaboradores".
Javier Melloni:
Con el paso de los años he ido descubriendo que Jesús no es ningún límite para el diálogo interreligioso, sino que precisamente es quien permite desarmar cualquier barrera que nos autoimponemos. Jesús no es límite porque precisamente su ser es el resultado de traspasar toda demarcación, comenzando por la misma encarnación: Dios haciéndose humano supone la superación de la distancia de dos ámbitos que, en principio, están abismalmente distantes |
Si después del "viaje" seguimos hablando de la encarnación de Dios, ¿quieres decir que este viaje nos ha "alterado"? No digo que el término o el concepto de "encarnación" haya de ser retirado de nuestro vocabulario, sino que hemos de evitar por todos los medios dar la impresión de que Jesús es Dios encarnado. Naturalmente, el dogma cristiano, en su pleno desarrollo, no dice, estrictamente hablando, que Jesús de Nazaret era Dios encarnado, en el sentido del Dios de las Escrituras hebreas, sino en que era la Segunda Persona encarnada de una Trinidad divina. Por tanto, cuando en estas páginas afirmo que Jesús era Dios en-carnado, estoy adhiriéndome al uso general según el cual "Dios encarnado" es abreviación de la "Segunda Persona de la santa Trinidad es el Dios Hijo encarnado". Parece, por este párrafo de John Hick, que incluso la más pura ortodoxia debería evitar hablar de "Dios encarnado", y referir esta idea sólo a "Dios Hijo, segunda persona de una divina Trinidad". Pero, ¡lejos de mí! ponerme ahora a defender distinciones trinitarias. Nuestros "familiares, amigos y colaboradores", después de leer "Tu testimonio" en JESUITAS, seguirán "inalterados" en sus creencias de que Jesús desde sus orígenes ya era un poco especial ("su ser es el resultado de traspasar toda demarcación") y seguirán pensando que el concepto de encarnación es válido todavía, en nuestros días, para una comprensión de la figura histórica de Jesús de Nazaret. ("comenzando por la misma encarnación"), convencidos de que Dios "haciéndose humano [en Jesús]" ha dado el primer paso para salvarnos. |
Es muy posible, Javier, que te hayas repensado mucho la frase "haciéndose humano" (ya has visto que "en Jesús" es un añadido mío), como dejándola abierta -sin afirmarlo explícitamente- a otras posibles "encarnaciones".
Ahora ya no es cuestión de diálogo interreligioso o de pluralismo religioso, sino de diálogo entre dos personas que se consideran cristianas dentro de la iglesia católica. Acostumbro a decir que los romanos no solían crucificar judíos por cuestiones sobre "lo puro y lo impuro" o por dirigirse a Dios llamándolo Abbá (o papaíto). También me gusta recordar aquello de que no se pueden sumar manzanas con peras y pienso que "sumar manzanas con peras" es hablar de la muerte de Jesús, que -si no me equivoco- tú y yo la consideramos como un hecho histórico, y, a continuación, de que "muere expulsado de la ciudad mesiánica" o de que "con su muerte se desgarra el velo del Templo", que ya serían afirmaciones del orden simbólico. Murió donde morían los ajusticiados y no me harás creer que tú te crees que "el velo del Templo se desgarró en dos partes de arriba abajo". Este cuidado que últimamente tengo de no "sumar manzanas con peras" me lleva a evitar hablar de "la muerte y resurrección de Jesús". La muerte de Jesús es un hecho histórico y la resurrección de Jesús pertenece al orden de la simbólica. |
Javier Melloni:
El resto de su vida fue precisamente abrir los muros que, en nombre de la Ley, la religión de su tiempo había construido: entre hombres y mujeres, entre puro e impuro, entre sagrado y profano, entre judíos, samaritanos y paganos, etc. Jesús muere expulsado de la ciudad mesiánica y con su muerte se desgarra el velo del Templo, es decir, abre lo que había sido secuestrado: el acceso directo a Dios sin necesidad de intermediarios. |
Javier Melloni:
El diálogo interreligioso pone en cuestión nuestros territorios, pero no los de Jesús sino los nuestros, que nacen de una comprensión limitada de Jesús. Él no queda disminuido cuanto más entramos en diálogo con otras tradiciones, sino que precisamente desde Jesús y con su Espíritu ese diálogo es impulsado como un dinamismo imparable, difícil y a la vez simple, paciente y a la vez urgente, hacia el encuentro del otro, del mismo modo que Él es el Verbo de Dios y sale al encuentro de lo humano. |
Estoy de acuerdo en que Jesús "no queda disminuido cuanto más entramos en diálogo con otras tradiciones": ni disminuido ni engrandecido. De acuerdo en que este diálogo con otras tradiciones religiosas llegará a modificar "nuestra comprensión limitada de Jesús" Yo diría que tu última afirmación "Él [Jesús] es el Verbo de Dios" forma parte de esta "nuestra comprensión limitada de Jesús". Y, quizás, porque son afirmaciones surgidas, no del diálogo, sino de la confrontación entre los diversos grupos de creyentes en Jesús, sería de las primeras de las que deberíamos liberarnos. Sería bueno dejar constancia de que "Jesús con su Espíritu" tuvieron muchos siglos para impulsar este diálogo, pero que éste no comenzó en nuestro mundo occidental hasta que nos encontramos cuestionados por la ciencia moderna (el nuevo conocimiento del mundo de la naturaleza) y, más últimamente, por el conocimiento del mundo religioso de otros pueblos y culturas. Javier, antes, en el recuadro anterior, me he dejado una frase sin comentar... pero ya lo haremos, quizás, otro día. ¿Quieres decir que, antes de la muerte de Jesús, los accesos a Dios estaban cortados? ¿Quieres decir que, después de la muerte de Jesús, los accesos a Dios están abiertos? Mejor que lo dejemos para otro día, ¿no te parece? |
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 4 Enero 2009 |
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Apreciado Plácido:
Perdona que haya tardado unos días en dar señales de vida y de haber recibido tu mensaje y el documento adjunto. Es para mí una satisfacción que Antonio Andrés te hubiera pasado algunos de mis escritos.
Veo que tenemos el mismo "oficio", el de fontanero. La verdad es que yo más bien tengo el título (oficial de 2ª), que me dieron después de 6 meses de ir todas las mañanas (de lunes a viernes) a una escuela que era algo más que un PPO. Ya tendría yo mis 34 años, después de la "larga" formación de los jesuitas y de tres años en el Tchad. Pocos meses trabajé de fontanero (en dos sitios que, sumados, pasarían del año). Después de "paros" y de otros trabajos y de año y medio de baja (me sacaron todo el estómago), tuve la suerte de entrar (con plaza) como celador en el hospital de la Seguridad Social de Tarragona, en el cual me jubilé en febrero del 2005. Tengo, pues, 68 años.
Si algún lema he tenido en mi vida ha sido el de san Anselmo: "Fides quaerens intellectum". Este "quaerens intellectum" se puede traducir de muchas maneras: una de ellas sería la de una fe en continuo "replanteamiento". Creo que en diversas páginas de mi web voy dejando constancia de que esta "fides quaerens intellectum" me ha ido llevando a formulaciones que no entran en la doctrina oficial de la iglesia católica. Pero creo, también, que en la iglesia católica (como en toda organización más o menos grande), además de los que se dedican a "repetir" formulaciones (o consignas) estereotipadas, podemos existir los que vamos "replanteando", algunos de los cuales podemos tener más libertad al no depender económicamente de la organización.
La verdad es que me he sentido muy satisfecho (y he hecho toda la propaganda posible) al verme en una lista de teólogos "pioneros" de la TPR. De John Hick, el primero de la lista, ya me había hablado una señora francesa de la Iglesia Reformada de Francia, pero no sabía que ya se podía encontrar su obra traducida al castellano. Intentaré comprarlo en cuanto pueda.
No creo que este sea el momento de que cada uno de nosotros exponga de nuevo sus argumentos. Pero sí que es momento de agradecerte el que me hayas comunicado tu singladura y tu manera de ver "las cosas de Dios".
Miquel Sunyol
Benvolgut Miquel:
Hacía tiempo que no nos comunicábamos, en efecto.
Y, como siempre, tu aparición resulta estimulante.
También me place mucho a mí aparecer juntos en un listado de teólogos pluralistas.
Respecto a tu comentario a mi artículo en JESUITAS, me parecen interesantes tus observaciones.
He aquí mi respuesta:
Siempre que escribimos, nos estamos comunicando y toda comunicación supone un emisor y un o unos receptores. La revista JESUITAS tiene unos receptores muy determinados y es en ellos en quienes pensaba cuando escribía el artículo. Es cierto que no tuve suficientemente en cuenta dos cosas: una, que también tú eras un potencial lector de la revista y que tienes derecho a leer cosas que vayan un poco más allá de los tópicos habituales; la segunda, que quizás es necesario ser más valientes o claros en revistas de divulgación.
Es posible y todo es mejorable. De todas maneras, mi propósito en este artículo no era echar cargas de profundidad, sino estimular a "viajar" interreligiosamente para que cada uno sacara las consecuencias convenientes.
Cuando este pasado noviembre vino el P. General, Adolfo Nicolás, a Catalunya dijo unas cuantas cosas interesantes. Una de ellas era que debíamos de ser trilingües; conocer el lenguaje de frontera, conocer el lenguaje de centro y conocer el lenguaje que hace de puente entre la frontera y el centro. Y no es una cuestión de estrategia, sino de comunicación, de hacerse entender por la persona que escucha hablándole su lenguaje. Como JESUITAS no es una revista de frontera, sino de centro, he hablado con el lenguaje del centro. Decepcionante, quizás, para los que están en la frontera, pero inteligible para la mayoría de los que hablan el lenguaje del centro.
Sí que ha habido autocensura, pero con la intención de una mayor comunicación. La vocación de puente tiene el peligro de no estar en ninguna de las dos riberas, pero por ahora es el lugar en donde creo que he de estar, intentando distinguir los ámbitos o lugares donde escribo. Te envío otro artículo, aparecido en CONCILIUM en el febrero del 2007, que probablemente te guste más.
Espero que no tardemos tanto en volver a dialogar.
Si quieres puedes colgar mi respuesta en tu web.
Recibe un fuerte abrazo en este comienzo de año
Xavier