Las "semillas
de la Palabra"
La respuesta
de Javier Melloni
Manresa,
13 de Julio del 2001-07-12


 Estimat Miquel:

Me alegro de poder reemprender nuestra «correspon- dencia teológica» acerca del diálogo interreligioso, y, más concretamente, sobre las «semillas de la Palabra», que ciertamente es una pieza clave en toda esta cuestión. También me interesa el hecho de hacerlo, no a partir de las «grandes religiones», sino teniendo como interlocutores a las religiones amerindias, tan masacradas por la historia.

Estoy plenamente de acuerdo con tu objección: el término «las semillas de la Palabra», posibilitando mucha apertura, puede camuflar también la superioridad nuestra de siempre, a no ser que consideremos el mismo Cristianismo como sólo una de estas «semillas». Si lo entendemos así, todas las religiones son «semillas de la Palabra», de una «Palabra» que supera toda concreción histórica, toda encarnación posible, incluso la que nosotros como cristianos identificamos con Jesús de Nazaret.

De hecho, esta es mi posición actual sobre la cuestión: la «Palabra» es la «parte» manifestada de Dios (mientras que el Padre sería la parte inmanifestada), de la cual nosotros formamos parte. Esta «Palabra» ha tenido, tiene y tendrá diferentes mani- festaciones históricas y culturales a lo largo de la historia de la Humanidad, manifes- taciones de las cuales las diferentes religiones son expresión. En este sentido me gusta mucho la metáfora que utilizas: los misioneros no supieron reconocer «las semillas de la Palabra» en América porque se encontraron con árboles. De hecho, lo que los misioneros quisieron hacer fue transplantar el árbol del Cristianismo romano en tierras de América, al precio de querer exterminar toda otra vegetación..

Cada día me parece más importante distinguir entre Jesús de Nazaret y Cristo -entendido como la Palabra, la Segunda Persona de la Trinitad. Como puedes ver, mi posición ha variado. Cada día me parece más importante distinguir entre Jesús de Nazaret y Cristo -entendido como la Palabra, la Segunda Persona de la Trinitad, la dimensión manifestada de Dios-. El Espíritu, entonces, sería el dinamismo que hace que cada chispa de la Palabra de Dios se encarne, tome forma concreta en la Historia humana, de la cual Jesús es una de sus manifestaciones. El Espíritu es quien hace también que estas manifestaciones se comprendan diferentemente según los lugares y las situaciones históricas. Entonces, ni Jesús es agotable en su interpretación, ni Jesús agota tampoco las manifestaciones de la Palabra. 
Queda claro, ciertamente, que este es el punto importante, ante el cual la Dominus Iesus se posiciona contundentemente: Jesús y Cristo forman una unidad plena e indivisible. 
Quien más me ha ayudado a madurar mi pensamiento en esta dirección ha sido Raimon Panikkar. A lo largo de los años, su pensamiento pasó de considerar que el Hinduismo vivía el Cristianismo sin saberlo (la posición inclusivista de Karl Rahner con sus famosos «cristianos anónimos» a considerar que el Hinduismo conoce unas dimensiones del «Cristo» (el Dios manifes- tado, que dentro del Hinduismo es conocido como Purusha) que el Cristianismo desco- noce. Y esto es lo que se podría aplicar igualmente a las religiones indígenas: como «semillas de la Palabra» diferentes del Cristianismo, conocen aspectos que el Cris- tianismo desconoce. Esto no impide que el Cristianismo pueda aportarles aspectos que ellas desconocen, produciéndose así un mutuo enriquecimiento. Además de su Cristofanía, libro que te recomiendo plenamente 
La Plenitud del Hombre
Ed. Siruela
Madrid 1999
tiene otro todavía más agudo: 
El Cristo desconocido del Hinduismo
Ed. Grupo Libro
Col. Paraísos perdidos
Madrid 1994
Se trata de una reelaboración de su tesis en teología presentada en Roma el año 1961.
...no sólo como semillas del Verbo, sino como una auténtica revela- ción Participo, pues, plenamente de las citas que das de Mons. Samuel Ruiz García: “Reconocer la presencia de Dios, no sólo como semillas del Verbo, sino como una auténtica revelación que se da en las culturas indias”. 
O bien la cita que das del documento de la Reunión de Coordinadores con los obispos de zonas indígenas (Oaxaca, 1991): “Las semillas del Verbo ya han dado su fruto en los pueblos, no se han quedado de por vida sólo en semillas. En los pueblos indios son árboles completos, que han dado frutos de vida”.  ...no se han quedado de por vida sólo en semi- llas. En los pueblos indios son árboles completos
Repito, el Cristianismo es uno de estos árboles, que puede compartir sus frutos con los otros. Los frutos llevan semillas; así que, compartiendo los frutos de los diferentes árboles, también compartiremos nuestras semillas. 

Ojalá que pudiéramos enriquecernos con sus frutos y con sus semillas: contagiarnos de su amor por la Tierra, de sus vínculos con los antepasados, con las plantas, con los animales...

Aquí tienes, pues, Miquel, mi reacción a tus reflexiones, que comparto plenamente. Me gustará leer la segunda parte que anuncias.

Buen verano,
 

      Javier

 
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Miquel Sunyol
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