Ernestina López Bac (Kakchikel de Guatemala)
Eleazar López Hernández (Zapoteca de México)
Un anciano del pueblo zapoteca expresaba al final de sus días, las siguientes palabras:
Nácabe ma ché' Didxazá,
Ma guiruti zani' laa; Ma birá biluxe, nácabe, Diidxa' guni' Binnizá. Diidxa' guni' Binnizá Ziné binnidxaba laa; Llana binni nuu xpiaani' Guirá' rini' didxastiá. ¡Ay Didxaza, Didxazá, ca ni bidii deche lii que gannadica' pabia' jñaaca' gunnaxhiica' lii! ¡Ay Didxaza, Didxazá, diidxa rusibani naa naa nanna' zanítilu' dxi guiniti gubídxa cá! |
Dicen que se va la cultura de los indios,
Ya nadie se acuerda de ella; Se encuentra ya en ruinas, dicen, La lengua de mi pueblo. La lengua de mi pueblo Se la llevará el diablo; Pues ahora los sabios hablarán tan sólo La lengua de los vencedores. ¡Ay cultura de mi raza, lengua de mi pueblo! Los que te dan la espalda Desconocen cómo sus madres Te amaron con locura. ¡Ay cultura de mi raza, sentido último de mi existencia! Yo sé que desaparecerás El día que desaparezca el sol. |
Esa es la convicción del pueblo zapoteca, esa es nuestra esperanza contra toda esperanza. Que los pueblos indios duraremos en la tierra mientras dure el sol en el firmamento. Pero para quienes nos miran desde lejos y con un corazón de piedra los pueblos indígenas somos población sobrante, somos gente en camino a la muerte. No creen que tengamos futuro ni, mucho menos, que podamos contribuir para el futuro de la humanidad. Sin embargo, muy a pesar de los incrédulos, los pueblos indios somos gente del mañana, porque soñamos el futuro; en ello reside nuestra fuerza y nuestra propuesta revolucionaria.
Los sueños de nuestros pueblos son la herencia inquebrantable de los pobres, el arma mejor con que los indios enfrentamos la ignominia de los poderes de la muerte. Quien sueña futuros de vida puede romper las cadenas de la opresión, puede superar los cataclismos de la naturaleza y los caos sociales de la modernidad.
Eso lo saben nuestras ancianas y ancianos, nuestras sabias y sabios. Lo saben también los dirigentes de nuestras iglesias. De los soñadores es el futuro. Por eso nos encontramos juntos aquí para enlazar nuestros sueños, y así romper las tinieblas de la noche y de la muerte. Como nos dijo el Papa Juan Pablo II en Yucatán, México, en 1993, los indios estamos llamados a se los evangelizadores de este continente; nuestras culturas y espiritualidades milenarias nos hacen luz del mundo y sal de la tierra.
Estamos congregados aquí bajo el lema: "En busca de la tierra sin mal". Este axioma orientador de la vida es la expresión de la utopía que inspiró en el pasado y sigue inspirado hasta el día de hoy el caminar de los pueblos emparentados en el tronco guaranítico. Los demás pueblos tenemos también nuestros propios sueños de futuro y nuestros lemas inspiradores.
Las utopías indígenas seguramente parecerán rudimentarias y simples, pero, en su sencillez y simplicidad, evocan la grandiosidad del espíritu humano pues tocan la esencia de nuestra identidad más profunda. Son la respuesta a los anhelos radicales de los pueblos indios y pueden ser el aporte indígena para la reconstrucción de la humanidad y del mundo entero. De eso estamos convencidos por ser indígenas y por ser cristianos. Por eso unimos aquí nuestros esfuerzos.
Lo que hemos llamado Teología India en los últimos años es la palabra milenaria de nuestros pueblos originarios, palabra que nos ha iluminado el largo proceso de nuestra existencia y que ha servido también para entrar a la Iglesia y encontrarnos con Jesucristo sin dejar nuestra identidad de herederos de la sangre y de la cultura de quienes fueron aquí los primeros pobladores.
Los indios de todos los rincones del continente llamado ahora América no sólo traemos a este encuentro de Teología India palabras de esperanza; sino que nosotros mismos somos camino de esperanza. Queremos que nuestros caminos se enlacen con los caminos de los demás hombres y mujeres del mundo a fin que los cielos nuevos y la tierra nueva que han de venir como don de Dios y como resultado del esfuerzo humano, pronto se hagan realidad en nuestra historia marcada por el mal.
Auguramos un verdadero encuentro de pueblos, que reconociéndonos como diversos y dispersos, enlazamos nuestros brazos y nuestra palabra y nos hacemos hermanos en la lucha por la vida plena, en la búsqueda de la tierra sin mal. Enhorabuena hermanas y hermanos. Ha sonado la hora de los pueblos indígenas. Lo que Dios soñó de nosotros, lo que dejaron dicho nuestros antepasados hoy es la semilla buena que sembramos para nuestro bien y el de toda la humanidad.
Introducción | ![]() |
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Agradezco la información recibida de este Encuentro a Don Jacinto Pelico, actual párroco de Joyabay (El Quiché), Guatemala | Conclusiones | |||
Mensaje final | ||||
Palabras de clausura |
Igualmente agradeceré toda ulterior información
sobre este IV Encuentro:
ponencias, intervenciones, mesas, comentarios...
y en especial, lo que haga referencia a la pregunta:
¿Qué dicen las Teologías Indias de Jesús de Nazaret?
Gracias
por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.fut.es 24 diciembre 2002 |
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