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Ver la "novena página" de Alfredo Fierro
Apreciado Alfredo:
Todavía no tengo pensado cuáles serán mis últimas palabras, si es que se me dará la oportunidad de decirlas. Algunas, quizás, ya las tengo excluidas. No serán, ciertamente, las de "El Señor es mi pastor".
Tampoco se cantará este salmo en mi funeral. En una carta a Oriol Junqueras, en las navidades de 2018, de quien me había llegado, escrito desde la cárcel, un comentario sobre los pastores del evangelio de Lucas, le decía:
Estos últimos días he tomado una decisión: dejaré dicho, por escrito, que en mi "funeral" ni canten ni reciten el salmo 23: "El Señor es mi pastor".
Ya voy dejando detrás los 78 años, y llevo muchos años leyendo y releyendo cosas de la biblia, pero no ha sido hasta hace unos pocos días que me he dado cuenta que quien se dirigía al "Señor" como "mi pastor" era el rey.
Este salmo 23 no es la plegaria de uno de los "humildes de la tierra" ni de los "pobres del país", sino del rey, que se apropia así de la divinidad, cerrando el paso a un acceso directo de la gente a Dios. Es un salmo de la liturgia de la coronación del rey: "me has ungido la cabeza con perfumes" (versículo 5).
Quizás añadiré en el testamento que, si se empeñan en recitar algún salmo, (ya hace tempo que voy diciendo que no hay ningún salmo que se pueda salvar), que elijan el 80: "Pastor de Israel, escucha". Este sí que sería plegaria del pueblo, pero, si lo quieren cantar en mi funeral, deberían de suprimir el versículo 13: "¿Por qué has abierto brecha en su cerca para que la vendimie cualquier viandante?" El pueblo ("la viña que sacaste de Egipto") también pone barreras a todos los otros.
Este salmo (podría decir: los salmos) no está (no están) dentro del "pluralismo religioso". Y deberían suprimir más versículos, por ejemplo, el 9: "para transplantarla expulsaste a los nativos".
Mejor, pues, que no me canten ningún salmo.
No tenía presente la visita de Benedicto XVI a Auschwitz, del 28 de mayo de 2006. He encontrado -preguntando al Sr. Google por "Auschwitz Benedicto XVI-" el artículo de Daniel Jonah Goldhagen, el histórico fracaso de benedicto xvi en auschwitz. Debe tener razón el amigo Daniel cuando dice que la pregunta que formuló Ratzinger (¿Por qué, Señor, callaste?) fue "una pregunta de clérigo". ¿A qué viene esa pregunta cuando Dios siempre ha permanecido callado?
Más fácil le hubiera sido preguntar simplemente:
Razón también tiene al señalar "el antisemitismo histórico del cristianismo, que durante siglos fue omnipresente en Europa y que culminó en el nazismo y el Holocausto" y "el caldo de cultivo antisemita del cristianismo" como "el vínculo histórico y moral ineludible entre la Iglesia, los nazis y Auschwitz".
En mayo del 2000, después del viaje de Juan Pablo II a Jerusalén, en donde pidió perdón, comenté en mi web:
La petición de perdón del Papa, en nombre de la Iglesia Católica, por las actitudes antisemíticas de sus fieles, exigía a todos ellos, especialmente a los cargos públicos en el desempeño de sus funciones, el huir de toda ocasión que fomentara el antisemitismo.
No podemos negar que una (repito: una, entre otras muchas) de las raíces intelectuales del multisecular anti-semitismo católico la encontramos en algunos textos de los mismos evangelios.
No exigía ni quemar los evangelios ni suprimir en ellos los textos antisemitas. Los evangelios (y otros textos neotestamentarios) deben quedar como han sido aceptados, para su estudio, como testimonios de la mentalidad de una época y de unos determinados grupos. Pedía que en la proclamación litúrgica fueran suprimidos todos los párrafos que durante siglos fomentaron este antisemitismo.
Pero la proclamación actual del evangelio, en la lectura litúrgica, que debe ser "buena noticia" para los hombres y mujeres de hoy, debe evitar y suprimir todos aquellos textos que, con fuertes probabilidades de no expresar fielemente la verdad histórica, transmiten una fuerte dosis de antisemitismo (sentimientos que, gracias a Dios, hoy día la iglesia ya no quiere transmitir a sus fieles).
Señalaba, naturalmente, los textos en cuestión.
Unos meses más tarde me comunicaban (1) "que la Iglesia Luterana de Suecia ha decidido abandonar los pasajes antisemitas. Esto es, no volverlos a leer durante el culto". Prometía ampliar la información, cosa que no he podido hacer.
La inútil confesión de Juan Pablo II
Esta frase tuya me retrotrae a mi folleto "con el pretexto de una encuesta" con el cual, a finales de 1997, iniciaba mi página web. Un apartado estaba dedicado a la cuestión de si Dios interviene en la historia, manifestando mi acuerdo fundamental con Raimon Panikkar:
El Dios de la historia (a no ser que sigamos justificando holocaustos escatológicamente) ha fracasado, ha perdido su credibilidad. Para defenderlo hay que hacer piruetas de todas clases. En el fondo se reducen a dos: primero, en afirmar que a la larga, al fin de los tiempos, Dios triunfa; segundo, en sólo considerar a la corta, al Dios histórico de los vencedores. Asistimos, entonces, como en los tiempos más remotos, a una lucha entre Dioses.
...que de hecho es impotente para liberar la humanidad de la pobreza así como antes tampoco triunfó en los "Santos Lugares", ni antaño defendiendo Jerusalén contra los romanos.
...este Dios de los pobres, que tan tarde parece haberse despertado, viene intentando restablecer la justicia desde hace mucho; pero, dicho sin sarcasmo, para los millones de vencidos y explotados en estos últimos miles de años no les ha aportado mucha consolación.
Esto lo dijo Panikkar en el v congreso de teología, el de los teólogos progresistas, celebrado en Madrid en septiembre de 1985. ¿Acudiste a alguno de ellos?
Dios, ¿interviene en la historia?
En una carta anterior (La gran estafa histórica) ya te comenté la impresión que me produjo la lectura de la carta a su padre de aquel soldado alemán muerto en Stalingrado, que publicabas en tu libro historias de dios (1981):
No, padre, no hay ningún Dios. Lo escribo de nuevo y sé que es una cosa terrible y para mí irreparable. Y, si hay un Dios, sólo está entre vosotros, en los libros de los salmos y en las oraciones, en las pías palabras de los curas y de los pastores, en el sonido de las campanas y en el perfume del incienso. Pero en Stalingrado, no.
Ya han salido -y, quizás, más de una vez- mis "años misioneros" en el Chad. Fueron, ciertamente, pocos: tres años. ¿Hubieran sido más, si en estos tres años hubiera encontrado respuesta a una pregunta? ¿De qué los salva Cristo?
No lo sé, pero quizás si ya hubiera leído la profesion de foi du vicaire savoyard, me hubiera ahorrado este viaje al corazón de África.
No tendré más remedio que decirlo, pues en su día fui el autor, por encargo, de "Morir sin flores". Por encargo de mis compañeros de sindicato en la muerte de un trabajador (no afiliado nuestro) del Hospital Joan XXIII de Tarragona.
No te eran necesarios ramos de flores para morir. Quisiste no tener flores de muerte, sino de vida y de solidaridad. Quisiste que las flores se convirtieran en ayuda humanitaria.
Salió publicado en nou diari el 3 de marzo de 1995.
Acabo ya. Esta vez he sido mucho más breve; supongo que lo agadeces. Yo también te agradezco, de corazón, tu última carta, y no por su brevedad.
Muy cordialmente.
Miquel
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 19 enero 2023 |
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