PELEA DE MARTIN FIERRO CON UN INDIO

De ella fueron los lamentos
Que en mi soledá escuché.
3435 En cuanto al punto llegué,
Quedé enterado de todo.
Al mirarla de aquel modo
Ni un istante tutubié.

Toda cubierta de sangre
3440 Aquella infeliz cautiva
Tenía dende abajo arriba
La marca de los lazazos;
Sus trapos hechos pedazos
Mostraban la carne viva.

3445 Alzó los Ojos al cielo,
En sus lágrimas bañada;
Tenía las manos atadas;
Su tormento estaba claro;
Y me clavó una mirada
3450 Como pidiéndome amparo.

Yo no sé lo que pasó
En mi pecho en ese istante;
Estaba el indio arrogante
Con una cara feroz;
3455 Para entendernos los dos
La mirada fue bastante.

Pegó un brinco como gato
Y me ganó la distancia ;
Aprovechó esa ganancia
3460 Como fiera cazadora;
Desató las boliadoras
Y aguardó con vigilancia.

Aunque yo iba de curioso
Y no Por buscar contienda,
3465 Al pingo le até la rienda,
Eché mano, dende luego,
A éste que no yerra juego ,
Y ya se armó la tremenda.

El peligro en que me hallaba
3470 Al momento conocí.
Nos mantubimos ansi,
Me miraba y lo miraba;
Yo al indio lo desconfiaba
Y él me desconfiaba a mi.

3475 Se debe ser precabido
Cuando el indio se agasape;

En esa postura el tape
Vale por cuatro o por cinco:
Como el tigre es para el brinco
3480 Y fácil que a uno lo atrape.

Peligro era atropellar
Y era peligro el juir,
Y más peligro seguir
Esperando de este modo
3485 Pues otros podían venir
Y carniarme allí entre todos.

A juerza de precaución
Muchas veces he salvado,
Pues en un trance apurado
3490 Es mortal cualquier descuido.
Si Cruz hubiera vivido
No habría tenido cuidado.

Un hombre junto con otro
En valor y en juerza crece;
3495 El temor desaparece;
Escapa de cualquier trampa.
Entre dos, no digo a un pampa
A la tribu si se ofrece.

En tamaña incertidumbre,
3500 En trance tan apurado,
No podía, por de contado,
Escaparme de otra suerte
Sino dando al indio muerte
O quedando allí estirado'

3505 Y como el tiempo pasaba
Y aquel asunto me urgía,
Viendo que él no se movía,
Me fui medio de soslayo
Como a agarrarle el caballo,
3510 A ver si se me venía.

Ansí fue, no aguardó más,
Y me atropelló el salvage.
Es preeiso que se ataje
Quien con el indio pelé[e].
3515 El miedo de verse a pie
Aumentaba su corage.

En la dentrada no más
Me largó un par de bolazos.
Uno me tocó en un brazo:
3520 Si me da bien, me lo quiebra,
Pues las bolas son de piedra
Y vienen como balazo.

A la primer Puñalada
El pampa se hizo un ovillo:
3525 Era el salvaje más pillo
Que he visto en mis correrías,
Y a más de las picardías,
Arisco para el cuchillo.

Las bolas las manejaba
3530 Aquel bruto con destreza,
Las recogía con presteza,
Y me las volvía a largar,
Haciéndomelas silvar
Arriba de la cabeza.

3535 Aquel indio, como todos,
Era cauteloso... ¡ahijuna!
Ahí me valió la fortuna
I)e que peliando se apotra
Me amenazaba con una
3540 Y me largaba con otra.

Me sucedió una desgracia
En aquel percance amargo;
En momentos que lo cargo
Y que él reculando va,
3545 Me enredé en el chiripá
Y caí tirao largo a largo.

Ni pa encomendarrne a Dios
Tiempo el salvaje me dio:
Cuanto en el suelo me vio
3550 Me saltó con ligereza:
Juntito de la cabeza
El bolazo retumbó

Ni por respeto al cuchillo
Dejó el indio de apretarme;
3555 Allí pretende ultimarme
Sin dejarme levantar.
Y no me daba lugar
Ni siquiera a enderezarme

De valde quiero moverme;
3560 Aquel indio no me suelta.
Como persona resuelta,
Toda mi juerza ejecuto;
Pero abajo de aquel bruto
No podía ni darme güelta.

.......................................

3565 Bendito Dios poderoso!
Quién te puede comprender
Cuando a una débil mujer
Le diste en esa ocasión
La juerza que en un varón
3570 Tal vez no pudiera haber.

Esa infeliz tan llorosa,
Viendo el peligro se anima.
Como una flecha se arrima
Y, olvidando su aflición,
3575 Le pegó al indio un tirón
Que me lo sacó de encima.

Ausilio tan generoso
Me libertó del apuro;
Si no es ella, de siguro
3580 Que el indio me sacrifica,
Y mi valor se duplica
Con un ejemplo tan puro.

En cuanto me enderecé
Nos volvimos a topar.
3585 No se podía descansar
Y me chorriaba el sudor;
En un apuro mayor
Jamás me he vuelto a encontrar.

Tampoco yo le daba alce,
3590 Como deben suponer;
Se habla aumentao mi quehacer
Para impedir que el brutazo
Le Pegara algún bolazo
De rabia a aquella muger.

3595 La bola en manos del indio
Es terrible y muy ligera;
Hace de ella lo que quiera,
Saltando como una cabra;
Mudos, sin decir palabra,
3600 Peliábamos como fieras.

Aquel duelo en el desierto,
Nunca jamás se me olvida;
Iba jugando la vida
Con tan terrible enemigo,
3605 Teniendo allí de testigo
A una muger afligida.

Cuanto él más se enfurecía,
Yo más me empiezo a calmar;
Mientras no logra matar
3610 El indio no se desfoga ;
Al fin le corté una soga
Y lo empecé aventajar.

Me hizo sonar las costillas
De un bolazo aquel maldito,
3615 Y al tiempo que le di un grito
Y le dentro como pala,
Pisa el indio y se refala
En el cuerpo del chiquito.

Para esplicar el nústerio
3620 Es muy escasa mi cencia:
Lo castigo, en mi concencia,
Su Divina Majestá:
Donde no hay casualidá
Suele estar la Providencia.

3625 En cuanto trastabilló,
Más de firme lo cargué,
Y aunque de nuevo hizo pie,
Lo perdió aquella pisada,
Pues en esa atropellada
3630 En dos partes lo corté .

Al sentirse lastimao
Se puso medio afrigido;
Pero era indio decidido,
Su valor no se quebranta;
3635 Le salían de la garganta
como una especie de aullidos.

Lastimao en la cabeza,
La sangre lo enceguecia;
De otra herida le salia,
3640 Haciendo un charco ande estaba;
Con los pies la chapaliaba
Sin aflojar todavia.

Tres figuras imponentes
Formábamos aquel terno:
3645 Ella, con su dolor materno;
Yo, con la lengua dejuera;
Y el salvage, como fiera
Disparada del infierno.

Iba conociendo el indio
3650 Que tocaban a degüello;
Se le erizaba el cabello
Y los ojos revolvía:
Los labios se le perdían
Cuando iba a tomar resuello.

3655 En una nueva dentrada
Le pegué un golpe sentido ,
Y al verse ya mal herido,
Aquel indio furibundo
Lanzó un terrible alarido
3660 Que retumbó como un ruido
Si se sacudiera el mundo.

Al fin de tanto lidiar
En el cuchillo lo alcé:
En peso lo levanté
3665 Aquel hijo del desierto;
Ensartado lo llevé,
Y allá recién lo largué
Cuando ya lo sentí muerto.

Me persiné dando gracias
3670 De haber salvado la vida.
Aquella pobre afligida,
De rodillas en el suelo,
Alzó sus ojos al cielo
Sollozando dolorida.

3675 Me hinqué también a su lado
A dar gracias a mi santo;
En su dolor y quebranto,
Ella, a la Madre de Dios,
Le pide en su triste llanto
3680 Que nos ampare a los dos.

Se alzó con pausa de leona
Cuando acabó de implorar,
Y sin dejar de llorar
Envolvió en unos trapitos
3685 Los pedazos de su hijito,
Que yo le ayudé a juntar.

 

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