un profesor de compás,
un desertor de la soledad,

una tormenta de moscatel,
una manera de estar de pie,
una sombrita para sentarse
a conversar

una bandera al revés,
una palmera, un jacarandá.

Ya sabes dónde tienes un amigo,
hijo de Obatalá,
para cantar contigo
la canción de los demás,
con ese aroma
que le ponen los cubanos
al idioma.

Un mapamundi con cicatriz,
un amuleto de regaliz,
una locura de sabrosura
y guaguancó,

un almacén de consuelo,
un caramelo con gorrión.