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VERDADERAMENTE, PERO NO ÚNICAMENTE

A manera de "sermón" participando en una eucaristía con un grupo de mujeres de un Instituto Secular (IMS) en el Tercer Diumenge d'Advent. . Las lecturas eran Is 35, 1-6a.10; Jm 5, 7-10; Mt 11, 2-11.

Tengo un cuñado que para que mi hermana (su esposa) pueda leer cómodamente -en el metro, en el autobús, en la playa- una de esas novelas gordas, las hace a trozos. Eso sí, cada trozo con sus tapas y con sus títulos.

Con aquello que la biblia hebrea nos ofrece bajo el título de "Libro del profeta Isaías", mi cuñado, que durante muchos años ha ido escuchando sermones dominicales, hubiera hecho tres fascículos, con sus tapas y sus títulos.

El primero, en sus tapas, llevaría este título:

EL ISAÍAS HISTÓRICO
Siglo VIII antes de Jesús
Capítulos I - XXXIX
Incluye: El libro del Emmanuel

En el segundo fascículo, veríamos este título:

EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DE ISRAEL
Siglo VI antes de Jesús
Capítulos XL - LV
Incluye: Los 4 cánticos del Siervo de Yahvé

A pesar de los sermones dominicales escuchados, o quizás gracias a haberlos escuchado bien, difícil le sería a mi cuñado poner título al tercer fascículo. Se daría cuenta de que no hay un único autor, de que hay mucha mezcla... Quizás, al final, se animaría a poner

Vueltos del exilio
El decreto de Cyro del año 538
Capítulos 56 - 66
Incluye: El espíritu del Señor está sobre mí...

No le pidamos más a mi cuñado que los sermones escuchados en las paroquias no dan para tanto. No le pidamos que haga "separatas" y que traslade algunas de estas separatas de un fascículo a otro.

La primera lectura de hoy me da una razón más para criticar esta manera de leer la biblia "a trozos".

Los versículos que hemos leído forman parte de un conjunto, y, para saber esto, no hace falta ir a Roma a hacer estudios: basta sólo leer las notas de nuestras biblias, las que tenemos en casa.

En la Bíblia Catalana Interconfessional encontramos:
Els cc. 34-35 s'anomenen la "petita apocalipsi d'Isaïes". Sota un estil i unes imatges estridents, s'expressa la fe en la salvació que ve del Senyor.

"Petita apocalipsi" en contraposición con la llamada "Apocalipsi d'Isaïes" de los capítulos 24-27.

La Bible de Jérusalem nos dice:
Ce poème apocalyptique sur la fin d'Edom se rattache au cycle des oeuvrs anti-babyloniennes et semble postérieur aux ch. 40-66, dont l'auteur s'inspire. Il forme peut-être un tout avec 35.
La Nueva Biblia Española divide bien el Libro de Isaías en tres fascículos y, siguiendo el orden tradicional, coloca los capítulos 34-35 dentro del Isaías I, pero muy bien separados de los capítulos anteriores y de los capítulos posteriores, bajo el tútulo de Escatología de Isaías II, y en nota dice:
Los capítulos 34 y 35 componen un gran díptico escatológico: un gran juicio sentencia y castiga a la ciudad rebelde; sigue la restuaración del pueblo. El estilo corresponde claramente al autor de los capítulos 40-55 (el Isaías II).

Yo os invito que aprovechéis algún rato navideño para leer pausadamente estos dos capítulos y que, una vez acabada la lectura, os preguntéis: ¿Es este nuestro Dios?

*      *      *

Pasemos ya al evangelio de hoy y planteémonos una pregunta más fácil: ¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro?

Su. ei= o` evrco,menoj h' e[teron prosdokw/menÈ

Es una pregunta que podía tener -por lo que podemos saber- su sentido en aquel tiempo y en aquella sociedad judía. Al menos, en algunos grupos de aquella sociedad. Pero hoy día, en amplios sectores de nuestra sociedad occidental, pocos son los que esperan que haya de venir alguien.

Pero los cristianos (los que pensamos que ya tenemos a Jesús) podemos aprovechar esta pregunta: Siguiendo a Jesús, ¿nos es necesario esperar a otro?

Una posible respuesta la podríamos dar con dos palabras: verdaderamente y no únicamente.

Ya hace años (cosas de finales del siglo pasado, año 1985) uno de estos teólogos, nacido en Chicago en 1939, que se ha paseado por Asía (Without Buddha I Could Not be a Christian, 2009 [Sin Buda yo no podría ser cristiano, 2016]) y, también, por Centroamérica, se preguntaba: "No Other Name?" ("¿No hay ningún otro Nombre?"), ante la afirmación neotestamentaria de "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos". (Ac 4, 12)

ouvde. ga.r o;noma, evstin e[teron
u`po. to.n ouvrano.n
to. dedome,non evn avnqrw,poij

evn w-| dei/ swqh/nai h`ma/jÅ

Ahora resumo cosas de él, de Paul Knitter, un cristiano de confesión católica:

Los cristianos podemos y debemos afirmar que todas las cosas maravillosas que el Nuevo Testamento dice sobre Jesús, se aplican a él verdaderamente: para un cristiano, para una cristiana, Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador, la Palabra de Dios, el Mesías.

Pero no únicamente. Los cristianos, sabiendo que Jesús es verdaderamente salvador, no sabemos que él es el único salvador y no tenemos ninguna obligación de saberlo para ser fieles a Jesús (el que pueda haber otros salvadores no es un impedimento para un seguimiento fiel a Jesús).

Si aceptamos con toda seriedad la posibilidad de que Jesús no es la única auto-manifestación de Dios ni la única encarnación de la verdad y gracia de Dios, debemos revisar (e incluso suprimir) tres adjetivos que normalmente utilizamos al hablar de la revelación de Dios en Jesús: completa, definitiva, insuperable. Sí, la revelación de Dios en Jesús no es completa, ni definitiva, ni insuperable.

Sí, ya sé que repito cosas que van contra la enseñanza oficial y todavía (a pesar de los años de pontificado del papa Bergoglio) actual de la Dominus Iesus del cardenal Joseph Ratzinger, el que más tarde sería Benedicto XVI.

Los cristianos tenemos en Jesús, verdaderamente però no únicamente, "revelación divina". Tenemos "revelación divina", pero no su plenitud o su totalidad. Nada que sea finito -y Jesús de Nazaret es un ser finito- puede abarcar la plenitud del Infinito.

Querer contener el Infinito en algo finito (contener y limitar la divinidad a cualquier forma o mediación humana) es, en la Biblia, "idolatría".

Los cristianos verdaderamente podemos mantener una palabra de Dios en Jesús, pero no únicamente, como si fuera de él o después de él no se hubiese podido decir nada de esencialmente nuevo. Mientras el Dios revelado por Jesús sea Dios, nadie puede tener la última palabra final sobre este Dios. Debemos abrirnos a la posibilidad de quedar sorprendidos e instruidos en cualquier momento y lugar por una "Palabra de Dios". Permitamos que nuestra "Palabra de Dios" en Jesús dialogue, en medio de las perspectivas múltiples y mudables de la historia, con otras Palabras, lleven o no éstas el calificativo "de Dios".

El evangelio de Juan (quizás porque cuando se escribió ya habían ido pasando muchas cosas) ya se dio cuenta de que, después de Jesús, para dar respuesta adecuada a nuevas situaciones, eran necesarias nuevas palabras: sería el Espíritu de la verdad quien iría -siguiendo ahora la traducción de la Nueva Biblia Española- "interpretando lo que vaya viniendo".

Jn 16, 13 Cuando venga él,
el Espíritu de la verdad,
os irá guiando en la verdad toda.
No hablará en su nombre:
sino comunicará lo que le digan
y os interpretará lo que vaya viniendo.
o[tan de. e;lqh| evkei/noj(
to. pneu/ma th/j avlhqei,aj(
o`dhgh,sei u`ma/j evn th/| avlhqei,a| pa,sh|\
ouv ga.r lalh,sei avfV e`autou/(
avllV o[sa avkou,sei lalh,sei
kai. ta. evrco,mena avnaggelei/ u`mi/nÅ

Para los cristianos fieles al Nuevo Testamento, Jesús es verdaderamente "presencia salvífica de Dios en la historia". Y esto significa que nosotros experimentamos esta "presencia salvífica de Dios" como una llamada universal, no sólo para los cristianos, sino para las personas de todos los tiempos: lo que uno experimenta como verdad, no puede ser sólo verdad para él, debe poder ser verdad para los otros.

Pero no únicamente. Los cristianos, fieles al testimonio del Nuevo Testamento, permanecemos abiertos a la posibilidad de que haya, además de la de Jesús, otras manifestaciones universales, decisivas e indispensables de la realidad divina. No insistir ya en que Jesús es la única palabra salvífica de Dios es permitir la posibilidad de otras figuras religiosas que también puedan revelar algo de Dios, algo con carácter normativo. Hay otras mediaciones históricas de esta "presencia salvífica de Dios".

Jesús es una Palabra que sólo puede ser comprendida en diálogo con otras Palabras. Jesús es verdaderamente "Palabra de Dios", pero no únicamente él es "Palabra de Dios".

La verdad de Dios que Jesús nos transmite nos exige estar abiertos a la verdad que todavía Dios ha de revelar, por muy sorprendente y perturbadora que pueda ser. Esta aperura a otros es parte esencial de lo que significa "ser fiel" a Cristo.

Y acabo con estas palabras de un teólogo cristiano, metodista, John B. Cobb, posiblemente de su libro Doubting Thomas: Christology in Story Form, del año 1990.

Por fidelidad a Cristo es preciso estar abierto a los otros… Es preciso estar dispuestos a aprender, aunque lo que vaya aprendiendo pueda amenazar mis creencias actuales… No puedo determinar cómo de radicales serán los efectos de este aprendizaje… No puedo ni tan solo saber si, después de quedar transformado por lo que aprenda, continuaré considerando mi fidelidad a Cristo como mi vocación, si continuaré siendo un cristiano. La apertura total quiere decir: estar preparado, por fidelidad a Cristo, a dejar la fidelidad a Cristo.

Podéis leer
Verdaderamente, pero no únicamente
Jesús és verdaderamente "Hijo de Dios",
pero no el único,

el resumen que hice el año 2010
de un capítulo de Paul Knitter,
que he aprovechado ahora para hacer este "sermón".


Y mi "nadala" del 2006

Gracias por la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
17 diciembre 2019
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