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¿Qué políticas frente al imperio?
Detall del Jeremies de Miquel Àngel. Doble clik per a engrandir-la Detall del Sant Pere i Sant Pau de Miguel de Ribera. Doble clik per a engrandir-la

"Mesa redonda" con la participación
de Jeremías de Anatot
del rabbí Jeshoua ben Josef de Nazaret
y de Saulo de Tarso

Jesús de Nazaret en la película de Pier P. Pasolini.

Sermón del domingo 19 de junio 2005
Reunión en La Selvadel Campo (Tarragona) de las IMS
Instituto de Misioneras Seculares

Hemos escuchado, uno después del otro, tres grandes personajes. Hoy podríamos hacer el intento de reunirlos en una misma mesa, de hacer como una "mesa redonda", y que hablaran entre ellos. No sabemos si en todas las cosas estarían de acuerdo...

Ya sabemos que, cronológicamente, uno de ellos queda muy lejano de los otros dos, los cuales con una cierta diferencia de edad, hubiesen podido coincidir algún día por las plazas de Jerusalén.

Los tres se consideran hebreos, aunque uno de ellos no hubiera nacido en el país de los judíos. La procedencia familiar no es la misma. De familia sacerdotal uno de ellos, muy probablemente descendiente del que fuera gran sacerdote en tiempos de David, el cual, a la llegada de Salomón, fue desterrado a Anatot, una población cercana a Jerusalén. De otro podemos sospechar un origen de familia acomodada, de las que se pueden permitir enviar un hijo a estudiar al extranjero. Y el tercero tiene una procedencia campesina.

A dos de ellos los podemos conocer por sus propios escritos, siempre que sepamos guardar las normas de lectura de un texto antiguo y autobiográfico. El tercero nos queda más velado que revelado, más escondido que manifiesto, por los escritos -siempre tendenciosos- tanto de sus seguidores como de sus detractores.

Los tres habían sido grandes comunicadores: sabían comunicar ideas, transmitir un mensaje.

A Pablo de Tarso no le faltaba la oratoria, aunque él decía que prefería prescindir de palabras de sabiduría (1Cor 1, 17) y de ostentaciones de elocuencia (1Cor 2,1), y se mostraba más seguro y más valiente escribiendo desde lejos. En sus comunidades ya se comentaba: Las cartas, sí, son duras y severas, pero tiene poca presencia y un hablar detestable (2Cor 10, 10-11).

Jeremías de Anatot quería asegurarse que sus proclamas en las puertas y plazas de la ciudad quedasen escritas para una más amplia difusion (Jer 36, 1ss). Destruida la primera edición por la censura oficial, encarga a su secretario Baruc hacer una segunda edición (Jer 36,27ss).

De Jesús de Nazaret se decía que desde hacía tiempo nadie había hablado como él, y de palabra escrita sólo tendríamos una que, escrita en la arena, no ha quedado conservada (Jn 8, 6).

Los tres podrían afirmar que "habían experimentado a Dios" y coincidirían en sentirse llamados, elegidos, de una manera particular, personal, directa, por Dios. Y los tres se pensaban que habían recibido de Dios una misión.

Dios me escogió desde el seno de mi madre y me llamó... Cuando le pareció bien me reveló a su Hijo para que yo lo anunciara a las naciones (Gal 1, 15).

Empezaría explicándose Pablo y Jeremías enseguida saltaría:

Pero eso que Ud. está diciendo se lo copió de mí. Menos mal que hice una copia escrita:

Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de las naciones (Jr 1,5).

Y Pablo, sin inmutarse, respondería:

Y Ud. de Isaías.

Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre... Me dijo: Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y hagas regresar a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones para que lleves mi salvación hasta los últimos confines de la tierra (Is 49, 1ss).

Jeremías, con un cierto tono de suficiencia, le replica:

Bueno, yo no sé lo que Gamaliel le enseñaría (Cfr. Ac 22,3), pero todo el mundo sabe que este texto que Ud. acaba de citar es de un autor posterior, no sólo a Isaías en dos siglos, sino también a mí, y que muy posiblemente me había leído. ¿Prefería Ud. las tabernas del Barrio Alto de Jerusalén a las clases de Gamaliel?

Y Jesús, poniendo paz, diría:

Para explicar la mía también copiaron de este autor. En las sinagogas de pueblo los leían como si fueran de Isaías.

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que lleve la salvación a las naciones... Yo, el Señor, te he llamado para la justicia, te he cogido de la mano; te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas (Is 42, 1ss).

Jeremías deseando reafirmar su originalidad, preguntaría:

Y esto, ¿de quién lo copié?

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, me violaste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Si hablo, es a gritos, clamando: "¡Violencia, destrucción!". La palabra del Señor se me volvió escarnio y burla constantes, y me dije: "No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre", pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en mis huesos; intentaba apagarlo y no podía (Jr 20, 7-9).

Y Pablo para no ser menos:

Ya sé que no está bien presumir, pero ¿y las revelaciones y visiones que el Señor me ha concedido? Fui arrebatado hasta el tercer cielo. Con el cuerpo o sin el cuerpo, ¿qué sé yo? Dios lo sabe. Lo cierto es que fui arrebatado al paraíso y oí palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir (2Cor 12, 1-4).

Jesús coge su vez.

Que quede claro que nunca se me pasó por la cabeza que era igual a Dios. Un poco loco -como decía mi familia (Cfr. Mc 3,21)- quizás sí que lo estaba, pero no tanto. Esto son cosas que se dijeron muchos años más tarde... Sólo que me ilusioné pensando (¿no era yo un niño sin padre?) que Dios era mi padre, mi papá... Ud. -dirigiéndose a Jeremías- había dicho que a él le gustaba:

¡Cómo me gustaría contarte entre los hijos... Yo esperaba que me llamaras "padre"! (Jer 3,19).

Por las noches, sólo en la montaña, hablaba con él: "¡Abba, abba...!", repetía. Pensaba que intervendría, que vendría en mi ayuda... La noche de Getsemaní todavía lo hice: "Abba, abba... todo te es posible". Horas más tarde ya sabía que todo, sus palabras -mirada triste sobre Jeremías- y mis ilusiones, eran nada. Al menos morí sin engañar a nadie:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15,34).

Jeremías intenta recuperar terreno:

Pero aquello del templo, sí que me lo copió Ud. todo...

Jesús lo admite:

Todo el mundo sabe y yo nunca lo he querido negar que yo no he sido demasiado original: ¿qué hubiera sido de mí sin Ud.? ¿O sin Isaías o sin Ezequiel? También es verdad que todos los galileos teníamos bien claro lo que era el templo: una cueva de ladrones. Ud. ya lo había dicho, es cierto (Cfr. Jr 7,11). Pero es fácil hablar cuando -por ser quien sois y por venir de dónde venís- tenéis las espaldas bien guardadas. Ud. encontró amigos importantes que lo pudieron esconder. A mí me pasó lo mismo que a Uriahu, ¿lo recuerda todavía? Aquel colega suyo que también decía, por aquellos días, las mismas cosas que Ud: tuvo que huir a Egipto para escapar de una muerte segura. Pero hasta allí los agentes del rey lo fueron a buscar: un secuestro político, regreso a Jerusalén y muerte (Cfr. Jr 26, 20ss). Cuando yo hablaba de que no hay que tener miedo de los matan el cuerpo (Cfr. Mt 10, 28), ya sabía de qué hablaba.

Pablo no quiere dejar de "chupar cámara".

Yo gano en fatigas, en cárceles, en palizas, en peligros de muerte... con mucho. Los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado, una vez me han apedreado; he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día a la deriva en pleno mar... Peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de... (2Cor 11, 23ss).

Jesús lo corta:

Y cuando querías decías que eras ciudadano romano (Cfr. Ac 22,25).

El tono de la voz de Jesús nos ha sorprendido: nunca nos lo hubiéramos imaginado capaz de un tono tan duro, que dejaba al descubierto un profundo rencor.

¡Más te hubiera valido que te colgaran al cuello una rueda de molino y te hubieran hundido en medio del mar! (Mt 18,6).

¡Qué manera de tergiversar todo lo que yo quería!... ¡Ciudadano romano!!

Esta vez Pablo resiste:

A veces pareces que seas el jefe de todos aquellos que siguen predicando la necesidad de la circuncisión... ¡Todos juntos os podéis mutilar del todo! (Cfr. Gal 5,11-12).

El moderador se cree obligado a intervenir para tranquilizar a los asistentes.

Ya sabíamos que podíamos correr el riesgo de llegar a una cierta confrontación. Son, como todos ustedes lo saben, dos (mejor dicho, tres) grandes y fuertes personalidades, de grandes e innegables cualidades, y una de éstas -si es buena o mala, ¿quién lo sabe?- es una fuerte capacidad para crearse enemigos.

Ahora intenta enderezar el debate, que no se le vaya de las manos.

Posiblemente de la mística hemos ido pasando a la política... Uds, los tres, se vieron obligados a "hacer política", política desde un pequeño país, política frente al imperio de turno... Les haría esta pregunta: ¿Qué políticas frente al imperio?

Jeremías mira las paredes de la sala.

Aquí nos haría falta un mapa. Cuando yo nací ya hacía muchos años que el reino del Norte, con su capital Samaría, había sido destruido por los ejércitos asirios. Los del reino del Sur, Judá, manteníamos una cierta independencia, pero éramos vasallos y pagábamos un fuerte tributo a los reyes de Asiria (después de Egipto, era el primer gran imperio, político-cultural, que el mundo ha conocido). Incluso nos veíamos obligados a mantener lugares de culto para sus dioses, a compartir con ellos -¡y con ellas, sus diosas!- el templo de Yahvé. Asiria, con su capital Nínive, nos quedaba al norte; Egipto al oeste...

El moderador interviene de nuevo.

No tiene tiempo para darnos una lección de historia... Además, nuestro público ya conoce suficientemente estos aspectos... Vayamos directamente al grano: cuando Ud. era ya mayor...

Algunos se piensan que yo propugnaba una confianza absoluta en Yahvé y que esta confianza en Yahvé era la llave de nuestra independencia. Lo que estaba en discusión no era la independencia, sino de qué imperio era mejor depender, de quién era mejor ser vasallo, a quién era mejor -o menos malo- pagar tributo. Yo opté, en contra de todos los círculos oficiales y de todos sus propagandistas, que eran pro-egipcios, mantener nuestro vasallaje a Babilonia. Nunca me perdonaron que llamara a Nabucodonosor "el siervo de Yahvé" con la misión de exterminar a mi propio pueblo (Jr 25, 8ss). No me eran necesarias especiales revelaciones de Dios para proclamar que la voluntad de Yahvé era la sumisión y el vasallaje a Babilonia. Me bastaba la sabiduría de los refranes populares: "Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". "Voluntad de Dios" era evitar la guerra... no dar motivo alguno para que volvieran a venir los ejércitos del norte. No me hicieron caso y los hechos me dieron la razón: ruina y destrucción. Egipto no movió ni un solo soldado para venir a defendernos. Fuimos...

...motivo de espanto y de burla. Cesaron la voces alegres y la voces gozosas, el canto del novio y la canción de la novia. Ya no se oyó más el ruido del molino y la luz de la lámpara se extinguió (Jr 25, 9-10).

El moderador cede la palabra a Jesús.

¿Y usted? Permítame que le recuerde que tenemos ya poco tiempo. Vaya también al grano. Cuando Ud. era mayor...

Estoy de acuerdo en lo que él ha dicho antes: aquí nos falta un mapa. Ahora veríamos un mapa más grande y de un solo color. Nosotros no teníamos la posibilidad de elegir entre dos imperios; sólo había uno: el imperio romano. Nuestro problema era la independencia. Es posible que haya gente que se crea que el imperio no afecta la vida de los campesinos: nada más equivocado. El campesino vive no sólo de la tierra, sino con la tierra y para la tierra. El campesino y la tierra forman una pareja de por vida. Un campesino trabaja la tierra con sus manos con la misma ternura que los dedos de un hombre recorren el cuerpo de su amada. Nosotros decíamos que la tierra era de Dios...

El imperio modifica la tierra, la acapara... La tierra se convierte en latifundios... pasa a manos extranjeras. El imperio modifica la vida del campesino: cuando sale el sol ya no se dirige a su campo, sino a la plaza del pueblo a la espera de ser alquilado... Todos entendieron lo que quise decir cuando grité: "Poseeréis la tierra!" (Mt 5, 5). También lo entendieron cuando dije aquello de "Dad a Dios lo que es de Dios" (Mc 12, 17). ¿Qué es lo que es de Dios? La tierra.

¿Partidario, pues, de la revuelta?

Yo creía que en mis tiempos no se daban las condiciones... Lo dije bien claro: si tienes diez mil hombres no salgas a luchar contra quien trae veinte mil (Lc 14, 31): no podemos llevar la gente a una muerte segura

Treinta años más tarde, ¿se dieron estas condiciones?

Yo ya no vivía, no puedo, pues, responder. Pero dudo mucho que hubiera sido uno de los pocos judíos que no quisieron participar en la rebelión contra los romanos...

Pablo no espera que el moderador le conceda la palabra.

Gracias a nosotros hoy, después de veinte siglos, tenemos gente que nos escucha. Nosotros comprendimos las enormes posibilidades que ofrecía el imperio para la propagación de nuestras doctrinas. Había que pagar un precio y lo pagamos.

El primero:

Sométase todo individuo a las autoridades constituidas; no existe autoridad sin que lo disponga Dios y, por tanto, las actuales han sido establecidas por él. En consecuencia, el insumiso a la autoridad se opone a la disposición de Dios (Rm 13,1ss).

Segundo. Poner sordina al anuncio del Reino de Dios, aunque éste hubiera sido el centro de la predicación de Jesús: quizás esta predicación tenía sentido en Palestina, pero no tenía ninguno en nuestras ciudades.

Y en tercer lugar, hacer recaer la responsabilidad de la muerte de Jesús, no sobre las autoridades romanas de ocupación, sino sobre los mismos judíos...

El moderador:

Ya nos hemos pasado del tiempo y al conserje no le pagan el tiempo extra. Muchas gracias a todos...

Jesús, pensando que los micrófonos están ya cerrados, deja escapar.

Nunca os podré perdonar que me hayáis hecho odioso a los ojos de mi propio pueblo

Gracias por la visita
Miquel Sunyol
sscu@tinet.fut.es 
16 julio 2005
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