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Las lecturas de este domingo eran:
Is 50, 5-9
Jm 2, 14-18
Mc 8, 27-35
Las tres lecturas de hoy podrían ser ocasión -cada una de ellas- a un comentario. En la primera nos podríamos preguntar por esta figura del “Siervo de Yahvé”. ¿Era un personaje histórico? ¿Era una figura literaria? Y si era una figura literaria, ¿quería representar un solo individuo o un colectivo? Algunos se inclinan por ver es este “Siervo de Yahvé” una figura colectiva, la gente de Jerusalén deportada a Babilonia en tiempos de Nabucodonosor. Y entonces nos encontraríamos que la figura del “Siervo de Yahvé” son las clases ricas de Jerusalén.
2Re 24, 14 | Deportó a todo Jerusalén: los generales, los ricos -diez mil deportados-,
los herreros y cerrajeros. Sólo quedaron los más pobres (dallahin) [01803] de la gente del pueblo. |
Unos cuantos siglos más tarde, una creación literaria dio vida a la figura de santa Tecla y quizás era también una figura colectiva: el colectivo de mujeres de iglesia que querían tener derecho -ya en aquellos primeros tiempos del cristianismo- a enseñar, predicar y bautizar.
La segunda lectura nos daría pie a hablar de las discusiones teológicas que ya tenían los diversos autores del Nuevo Testamento. A la predicación de la “sola fe” de san Pablo...
Rm 3, 28 | Nosotros sabemos, en efecto,
que el hombre se rehabilita (=es justificado, es salvado) por la fe, independientemente de las obras de la Ley |
logizo,meqa ga.r
dikaiou/sqai pi,stei a;nqrwpon cwri.j e;rgwn no,mouÅ |
...el autor de esta carta de “Santiago”, escrita bastantesaños más tarde y a muchos kilómetros de distancia, le responde:
Jm 2, 14 | ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe
si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo? |
Ti, to. o;feloj eva.n pi,stin le,gh| tij e;cein
e;rga de. mh. e;chÈ mh. du,natai h` pi,stij sw/sai auvto,nÈ |
Si en aquellos primeros años ya discutían entre sí, imaginaos las discusiones que puede haber hoy día...
El texto del evangelio de hoy de Marcos ha sido una fuente de discusiones teológicas.
Era bastante aceptado que el evangelio de Juan era muy teológico y poco histórico y la gente buscaba refugio en los evangelios sinópticos para saber qué había hecho Jesús, qué había dicho… Y dentro de los sinópticos parecía que quien más nos podía acercar al Jesús de Nazaret que había predicado, sanado y había hecho cosas maravillosas era el evangelio de Marcos. Era una narración ingenua en la que no cabía el engaño: repetía lo que Pedro, quizás sin demasiado orden, iba explicando de lo que Jesús había hecho, dicho y enseñado.
Eusebio de Cesarea, historiador eclesiástico del siglo IV (263 – 339), hablando de Papías, un cristiano de la segunda generación, que había recibido la doctrina de los apóstoles (tou.j mevn tw/n avposto,lwn lo,gouj) por aquellos que los habían tratado (para. tw/n auvtoi/j parhkolouqhko,twn)
El anciano decía también lo siguiente: Marcos, que fue el intérprete de Pedro, puso puntualmente por escrito, aunque no con orden, cuantas cosas recordó referentes a los dichos y hechos del Señor. Porque ni había oído al Señor ni le había seguido, sino que más tarde, como dije, siguió a Pedro, quien daba sus instrucciones según sus necesidades, pero no como quien compone una ordenación de las sentencias del Señor. De suerte que en nada faltó Marcos, poniendo por escrito algunas de aquellas cosas, tal como las recordaba. Porque en una sola cosa puso cuidado: en no omitir nada de lo que había oído y en no mentir absolutamente en ellas
Eusebio, Hist. Ecl. III,39,15
Pero esta venerable tradición se rompió el año 1901. Un investigador se fijó en la frase que sigue a la afirmación de Pedro de que Jesús era el Mesías
Mc 8, 30 | Y les encargó
que a nadie dijeran esto de Él. |
kai. evpeti,mhsen auvtoi/j
i[na mhdeni. le,gwsin peri. auvtou/Å |
Y, leyendo el evangelio de Marcos, se dio cuenta que esta orden de Jesús de no decir nada a nadie se iba repitiendo a lo largo del evangelio.
La misma orden es dada a los demonios cuando proclaman la identidad de Jesús:
Mc 1, 25 | Jesús le mandó:
Cállate y sal de él |
kai. evpeti,mhsen auvtw/|
o` VIhsou/j le,gwn( Fimw,qhti kai. e;xelqe evx auvtou/Å |
|
Mc 1, 34 | ...y echó muchos demonios,
y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían |
kai. daimo,nia polla. evxe,balen
kai. ouvk h;fien lalei/n ta. daimo,nia( o[ti h;|deisan auvto,nÅ |
|
Mc 3, 12 | Él, con imperio, les mandaba
que no lo diesen a conocer |
kai. polla. evpeti,ma auvtoi/j
i[na mh. auvto.n fanero.n poih,swsinÅ |
Leyendo. Leyendo, se iba dando cuenta (como supongo que vosotras, leyendo, leyendo, ya lo habéis hecho) que algunas de esta órdenes de Jesús eran absurdas: ¿cómo el leproso podía volver a presentarse a su pueblo sin decir a nadie lo que le había pasado?
Mc 1, 44 | Y le dijo:
Mira, no digas nada a nadie |
kai. le,gei auvtw/|(
{Ora mhdeni. mhde.n ei;ph|j( |
El leproso no podía hacer otra cosa que lo que hizo:
Mc 1, 45 | Pero él, en partiendo,
comenzó a pregonar a voces y a divulgar el suceso |
o` de. evxelqw.n
h;rxato khru,ssein polla. kai. diafhmi,zein to.n lo,gon( |
A veces la orden de Jesús resultaba del todo inútil: ¿cómo quería Jesús que toda la gente reunida en casa de Jairo no se diera cuenta que era él quien había sanado a la hija -ya muerta- del jefe de la sinagoga?
Mc 5, 43 | Recomendóles mucho
que nadie supiera de aquello, y mandó que diesen de comer a la niña |
kai. diestei,lato auvtoi/j polla.
i[na mhdei.j gnoi/ tou/to( kai. ei=pen doqh/nai auvth/| fagei/nÅ |
Y ¿qué sentido podía tener si la curación se había hecho en público, aunque Jesús “le tomara aparte de la muchedumbre”, por ejemplo, la del sordo tartamudo
Mc 7, 36 | Les encargó
que no lo dijesen a nadie, pero cuanto más se lo encargaba, mucho más lo publicaban |
kai. diestei,lato auvtoi/j
i[na mhdeni. le,gwsin\ o[son de. auvtoi/j dieste,lleto( auvtoi. ma/llon perisso,teron evkh,russonÅ |
Y ¿cómo podía el ciego de Bet-Saida ir a su casa sin entrar en el pueblo?
Mc 8, 26 | Y le envió a su casa diciéndole:
Cuidado con entrar en la aldea |
kai. avpe,steilen auvto.n eivj oi=kon auvtou/ le,gwn(
Mhde. eivj th.n kw,mhn eivse,lqh|jÅ |
Una orden más comprensible, como la del evangelio de hoy, es la que da a los discípulos que han sido testigos de su conversación con Moisés y Elías y oyentes de la voz que venía de la nube: “Este es mi hijo amado, escuchadle” (Mc 9, 7).
Las traducciones no nos ayudan mucho para estudiar los evangelios. Miremos lo que Jesús dice a los demonios y lo que dice a los discípulos. La traducción castellana de Nácar-Colunga utiliza dos expresiones diferentes: “les encargó” (Mc 8, 30) y “le mandó” (Mc 1, 25), “les mandaba” (Mc 3, 12), mientras el texto griego en los tres casos utiliza la misma palabra, el mismo verbo (evpitima,w), el mismo verbo que Marcos utiliza en la escena de la tempestad sobre el lago, para hacer callar los vientos y aquietar las aguas (Mc 4, 39).
No queda mejor la Nueva Biblia Española: «le intimó» (Mc 1, 25), «les prohibía» (Mc 3, 12), «les prohibió terminantemente» (Mc 8, 30)
Aquel señor del año 1901 dijo que todas esta órdenes absurdas, inútiles, sin sentido no podían provenir de Jesús, sino que eran añadidos del propio evangelista, lo que se puede decir “trabajo redaccional”.
Marcos ya no era el narrador ingenuo, que se había limitado a poner por escrito los recuerdos de Pedro. Marcos pasaba a se un “autor”, tenía sus propias ideas y las había querido manifestar. El evangelio de Marcos era también, como el de Juan, “teología”, no mera narración histórica.
El evangelio de Marcos no estaba escrito desde los hechos y dichos de Jesús, sino desde la fe que la comunidad (la comunidad en la que vivía el autor) tenía después de las “experiencias de Pascua”.
De hecho, este señor de 1901, un alemán de nombre William Wrede, no hacía más que dar un paso más. Si ya se había dicho (David Friedrich Strauss) que en el evangelio de Juan “el Jesús de la historia” había desaparecido detrás de “el Cristo de la fe”, él añadía que los evangelios sinópticos (incluido el primero de ellos, el de Marcos) eran también “productos de la fe” de sus respectivas comunidades.
Prescindimos ahora si estos añadidos teológicos eran obra personal del evangelista o éste se hacía portavoz de una comunidad.
Y la fe de esta comunidad se hacía una pregunta: ¿cómo es que esta fe que ahora tenemos no había surgido ya en vida de Jesús? ¿Cómo es que había acabado muriendo sin el reconocimiento de su pueblo? ¿Cómo explicar su fracaso?
Y la explicación que el evangelista había dado había sido: Fue el msmo Jesús que no quiso manifestar su mesianismo hasta no haber pasado por “la muerte y resurrección”.
Mc 9, 9 | Les prohibió contar a nadie lo que habían visto
hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos. |
diestei,lato auvtoi/j i[na mhdeni. a] ei=don dihgh,swntai(
eiv mh. o[tan o` ui`o.j tou/ avnqrw,pou evk nekrw/n avnasth/|Å |
La teoría de Wrede vista por
G. Minette de Tillesse
D.G. James Dunn
¿Seguía aquí Marcos la teología de Pablo sobre “la muerte y resurrección” de Jesús? La teología de uno que no había visto ni un solo hecho de Jesús ni había oído una sola de sus palabras.
Lectoras atentas (como sois) de los evangelios podéis decir: ¿Y cómo es, pues, que acepta las aclamaciones mesiánicas de su entrada triunfal a Jerusalén? (Mc 11, 9). ¿Cómo es que, ante el Sanedrín en pleno (hoy diríamos, en sede parlamentaria) acepta los títulos de “Mesías” (o` Cristo.j), de «hijo del Bendito» (o` ui`o.j tou/ euvloghtou/) y se proclama «hijo del hombre» (o` ui`o.j tou/ avnqrw,pou), «sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo»? (Mc 14, 61-62). ¿Por qué, halagado por las aclamaciones del ciego y mendigo (tuflo.j prosai,thj() de Jericó, el hijo de Timeo, Bartimeo (el único pobre que es nombrado por su nombre en los evangelios), gritando a pesar de la oposición de la gente “¡Hijo de David!” (Ui`e. Daui.d), lo sana delante de toda la muchedumbre? (Mc 10, 46-52).
Poco favor le hacen a Jesús y a los que creen en él las notas de las biblias que atribuyen estas órdenes absurdas, inútiles y sin sentido al mismo Jesús. Las de Nácar-Colunga dicen:
En atención al falso concepto que el pueblo tenía del Mesías, y mientras los sucesos no fueran revelando el misterio de Jesús, manda guardar silencio (nota a Mt 16, 20)
Jesús les impone silencio a los espíritus impuros, como lo impone muchas veces a los curados por él. Marcos es, de todos los evangelistas, el que más insiste sobre esta imposición de silencio (nota a Mc 3, 12)
La de la Bíblia Interconfessional Catalana en nota a Mc 1, 44:
En l'evangeli segons Marc és molt freqüent que Jesús prohibeixi de revelar la seva identitat o divulgar els fets extraordinaris que ell realitza: vv. 25.34; 3,12; 5,43; 7,24.36; 8,30; 9,9.30 (vegeu, però, 5,19-20). Jesús actua així probablement perquè el seu messianisme no sigui mal entès i per poder mostrar de mica en mica als seus deixebles i a tothom qui és ell: no el Messies guerrer, triomfador i gloriós que molts esperaven, sinó el Messies pobre i humil que ha de passar pel sofriment i per la mort abans de ressuscitar (8,31; 9,31; 10,33-34).
Por su lado la biblia de los Monjos de Montserrat dice en la nota a :
També Mc insisteix molt particularment en el silenci que Jesús imposa als dimonis. (nota a Mc 1, 25)
Després d'un miracle, Jesús imposa sovint el secret per evitar malentesos i entusiasmes irreflexius de la gent. Molts del poble esperaven el Messies com un alliberador temporal. Jesús, doncs, es revela tan veladament, que només el sabran reconèixer els qui estan disposats a acceptar el caràcter espiritual de la seva missió. El mateix secret, l'imposa ls dimonis quan el proclamen Crist o Fill de Déu, i als deixebles després que l'han reconegut. (nota a Mt 8, 4)
La nota de la Bible de Jérusalem a 1, 34 dice:
Aux démons, comme aux miraculés, et même aux apôtres, Jésus impose sur son identité messianique une consigne de silence qui en serà levée qu'après sa mort. Le vulgaire se faisant alors du Messie une idée nationaliste et guerrière fort différente de celle que voulait incarner Jésus. Il lui fallait user de beaucoup de prudence, du moins en terre d'Israel, pour éviter des méprises fâcheuses sur sa mission. Cette consigne du «secret messianique» n'est pas une thèse artificielle inventée après coup par Marc, ainsi que certains l'ont prétendu: elle répond à une attitude historique de Jésus, encore que Marc en ait fait un thème sur lequel il aime à insister. A part Mt 9, 30, Mt et Lc n'ont cette consigne qu'en parallèle à Mc; souvent même, ils l'omettent.
Si leéis atentamente el final del evangelio de Marcos y acabáis la lectura allá donde dicen que se acababa el evangelio, en el versículo 8 del capítulo 15, quizás os haga reflexionar un poco este final: las mujeres, después de recibir la orden angélica de “Id y decid a sus discípulos” (u`pa,gete ei;pate toi/j maqhtai/j auvtou/) (Mc 16, 7), ellas «no dijeron nada a nadie» (kai. ouvdeni. ouvde.n ei=pan) (Mc 16, 8).
Manera extraña de acabar un evangelio que había comenzado con “el principio de la buena nueva de Jesús el Mesías” (VArch. tou/ euvaggeli,ou VIhsou/ Cristou/) (Mc 1, 1).
Un anuncio de la buena nueva que acaba en un “no dijeron nada a nadie”, en un gran silencio.
Razón tenía aquel señor de 1901: mucha “teología” tenía el evangelio de Marcos.
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 18 setembre 2015 |
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German NT scholar born in Hanover, professor at Breslau. His book on the Messianic Secret in the Gospels (1901) suggested that Jesus' instructions to keep quiet about his work (e.g. Mark 1: 44) were not spoken by him but were later apologetic devices of the Church to account for the failure of Jesus' contemporaries to acclaim him as Messiah. Wrede's theory was accepted in the next generation by the Form Critics, as a presupposition of their discipline, and also foreshadowed Redaction Criticism.
Fue entonces cuando -hélas- W. Wrede transtorna de un solo golpe toda esta construcción dificultosamente edificada y sienta las bases de una nueva exégesis. Un libro de abundante eco, publicado en 1901 (Das Messiasgeheimnis in den Evangelien, zugleich ein Beítrag zum Verständnis des Markusevangeliums), afirmaba que Marcos no es el intérprete ingenuo de Pedro que nos imaginábamos, sino un teólogo desarrollando sistemáticamente una tesis prefabricada. El velo del secreto en el que Jesús se envuelve no era más que un subterfugio. La Iglesia primitiva intentaba de esta manera cerrar la brecha, existente entre su fe pascual y Jesús "histórico". Jesús (obviamente!) nunca tuvo conciencia de ser el Mesías. Él, pues, "por lo tanto" nunca habló de ello. Para explicar este desacuerdo entre los recuerdos de la vida "real" de Jesús y el culto al Señor resucitado, la Iglesia primitiva inventó el secreto mesiánico: si Jesús nunca habló de su dignidad mesiánica en su ministerio, es porque quería diferir su divulgación hasta su resurrección (ver Mc IX, 9).
La tesis de Wrede levantó una tormenta. Para algunos un escándalo. Pero el golpe había dado en la diana. Su valor radicaba en la clara distinción establecida entre la actividad histórica de Jesús y la fe de la Iglesia. El "secreto mesiánico" no era más que un esquema teológico que servia de marco a todo el conjunto del evangelio de Marcos. Wrede creyó haber encontrado el punto exacto donde la fe (el "mito") se superpone a la "historia". Era suficiente, después de todo, eliminar este marco artificial y dogmático para recuperar el auténtico Jesús.
El libro demoledor Wrede dio cuerpo real al "secreto mesiánico" en San Marcos. En primer lugar, mostró la importancia sin precedentes de este tema para la comprensión de este evangelio. Sólo él puede dar razón de la intención oculta y de la verdadera perspectiva del autor sagrado.
Hasta entonces, los investigadores se contentaban con explicar cada caso en particular, invocando a veces la preocupación pedagógica de Jesús revelando poco a poco el misterio de su persona, otras veces su voluntad de distinguir claramente su misión de salvación de las especulaciones mesiánicas de sus contemporáneos, o incluso su miedo a comprometerse ante las autoridades romanas, etc.
A todas estas explicaciones parciales Wrede planteó que ninguna de ellas responde al conjunto del problema ..
Wrede fue el primero en dar una visión general de todo el tema del secreto mesiánico, con sus múltiples implicaciones e incidencias, y muestra que procede de una única intención del evangelista. Por tanto, es necesario encontrar, no diez soluciones particulares para explicar cada caso, sino una única solución que haga justicia a todos los casos individuales.
A los ojos de Wrede, una solución -la propia, por supuesto - explica adecuadamente todos los pasajes de Marcos. Para percibirla, es importante en primer lugar plantear la pregunta correcta. No hay que preguntarse por qué Jesús ocultó voluntariamente su dignidad mesiánica, sino por qué Marcos presentó así las cosas. En otras palabras, uno no debe situarse inmediatamente en el terreno histórico, sino sondear en primer lugar el campo literario.
C'est alors -hélas- que W. Wrede renverse d'une seule poussée toute cette construction péniblement édifiée et pose le fondement d'une exégese nouvelle. Un livre à grand retentissement, paru en 1901 (Das Messiasgeheimnis in den Evangelien, zugleich ein Beítrag zum Verständnis des Markusevangeliums), affirme en effet que Marc n'est pas le naïf interprète de Pierre que l'on s'imaginait, mais un théologien développant systématiquement une thèse préfabriquée. Le voile de secret dont s'enveloppe Jésus n'est qu'un subterfuge. L'Église primitive s'efforce de colmater ainsi l'écart: existant entre sa foi pascale et le jésus « historique ». Jésus n'a (évidemment!) jamais eu conscience d’être le Messie. Il n'en a «donc» jamais parlé. Pour expliquer ce désaccord entre les souvenirs de la vie «réelle» de Jésus et le culte du Seigneur ressuscité, l'Église primitive a inventé le secret messianique : si Jésus n'a jamais parlé de sa dignité messianique au cours de son ministère, c'est qu'il voulait en différer la divulgation jusqu’à sa résurrection (voir Mc IX, 9).
La thèse de Wrede souleva une tempête. On cria au scandale. Mais le coup avait porté. Sa valeur résidait dans la distinction claire établie entre l'activité historique de Jésus et la foi de l'Église. Le «secret messianique» n'est qu'un schéma théologique servant de cadre á tout l'évangile de Marc. Wrede croit avoir trouvé le point précis où la foi (le «mythe») se superpose à l'«histoire». Il suffit, somme toute, d'enlever ce cadre artificiel et dogmatique pour retrouver le Jésus authentique.
Le livre fracassant de Wrede a donné véritablement corps au «secret messianique» en saint Marc. Le premier, il a montré l'importance hors de pair de ce thème pour la compréhension de cet évangile. Seul, il peut rendre compte de l'intention cachée et de la perspective vraie de l'auteur sacré.
Jusque là, on s'était contenté d'expliquer chaque cas en particulier, invoquant tantôt le souci pédagogique de Jésus ne révélant que progressivement le mystère de sa personne, tantôt sa volonté de distinguer nettement sa mission de salut des spéculations messianiques contemporaines, tantôt encore sa crainte de se compromettre devant les autorités romaines, etc.
A toutes ces explications partielles Wrede objecte qu'aucune d'entre elles ne répond à l'ensemble du problème..
Wrede, le premier, donne une vue d'ensemble de tout le thème du secret messianique, avec ses multiples implications et incidences, et montre qu'il relève d'une intention unique de l’évangéliste. Il importe donc de trouver, non pas dix solutions particulières pour expliquer chaque cas, mais la solution unique qui fait justice de tous les cas particuliers.
Aux yeux de Wrede, une seule solution -la sienne, évidemment!- explique adéquatement tous les passages de Marc. Pour la percevoir, il importe en tout premier lieu de poser correctement la question. Il en faut pas se demander pourquoi Jésus a volontairement caché sa dignité messianique, mais pourquoi Marc a présenté ainsi les choses. En d'autres mots, il ne faut pas d'emblée se placer sur le terrain historique, mais sonder d'abord le champ littéraire.
G. Minette de Tillesse
Le secret messianique dans l'évangile de Marc
Les Éditions du Cerf, 1968