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No es la primera vez que hacemos esta eucaristía ya casi contemplando el pesebre. Recuerdo que algún año hice una "lectura política" sobre lo que el pesebre nos podía decir. Hoy haré más bien una "lectura teológica".
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Una lectura política
Delante del recién nacido, acostado en un pesebre, nos pueden surgir dos exclamaciones. Una sería "el hijo de la virgen", haciendo referencia al "nacido de María virgen", el tema de la concepción virginal; la otra sería "y habitó entre nosotros", haciendo referencia a "la Palabra se ha hecho carne", el tema de la encarnación de Dios, de la filiación divina de Jesús.
Pero esta doble afirmación que hoy podemos hacer, ningún documento del Nuevo Testamento la hace. La afirmación sobre "el hijo de la virgen", que "había quedado embarazada por obra del Espíritu Santo", sólo la encontramos en los evangelios de Mateo y de Lucas y, para concretar un poco más, en los llamados evangelios de la infancia en los dos primeros capítulos de uno y otro evangelio. Ni en estos capítulos ni en el resto de los evangelios de Mateo y Lucas sabríamos encontrar alguna referencia al tema de la encarnación de Dios. Se pueden leer perfectamente los 26 capítulos restantes del evangelio de Mateo y los 22 restantes del evangelio de Lucas sin saber nada de esta concepción virginal de Jesús ni, naturalmente, de un dios encarnado en Jesús.
Por otro lado, la afirmación de "la Palabra se ha hecho carne" sólo la encontramos en el prologo del evangelio de Juan, en su versículo 14. Pero ni este prólogo ni en el resto del evangelio de Juan encontraríamos referencia alguna al "hijo de la virgen". Y también podríamos decir que quien leyera el evangelio de Juan prescindiendo del prólogo e incluso, prescindiendo sólo del versículo 14, se quedaría sin saber nada de un dios encarnado ni, naturalmente, de una concepción virginal.
Y esto quiere decir que en el resto de todos los otros documentos del Nuevo Testamento no encontraríamos eco alguno ni de una afirmación (sobre una concepción virginal) ni de la otra afirmación (sobre un dios encarnado). Las comunidades que leían el evangelio de Marcos, por más que leyeran una y otra vez este evangelio, se quedaban sin saber nada de estas dos afirmaciones que hoy pueden parecer tan esenciales para la creencia cristiana.
Y los lectores de las cartas de Pablo, ¿cómo podían pensar en una concepción virginal leyendo en la carta a los Gálatas la expresión "nacido de una mujer, nacido bajo la ley" (4, 4), o la de la carta a los Romanos "nacido de la descendencia de David según la carne" (1, 3)?
Una y otra afirmación surgen en contextos diferentes y, en principio, no tienen ninguna relación entre ellas. La afirmación de la filiación divina de Jesús no depende de ninguna manera de que haya sido concebido sin el concurso de un padre humano.
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Intentos de relacionar los dos temas
Misterio y milagro de Navidad
Un texto (¿ya superado?) de Karl Barth
Son dos maneras diferentes de querer interpretar, pasados ya unos cuantos años de su vida y muerte, la figura de Jesús de Nazaret, pensando en auditorios diferentes. ¿A qué lectores se dirige Lucas? ¿En qué lectores piensa el evangelio de Juan? ¿A qué viene leer en una parroquia de barrio obrero (por decir alguna cosa) aquello que está escrito pensando en los neoplatónicos del siglo II? De este evangelio de Juan, ni el autor ni los lectores son pescadores del lago de Galilea. Quiere mantener un diálogo con las clases cultas de la cuenca mediterránea.
¿Cuántos de estos parroquianos de barrio obrero o cuántos pescadores del lago de Galilea habíab leído los libros de Filón de Alejandría, el filósofo/teólogo judío que había escrito unos cincuenta años antes que el evangelio de Juan?
Para Filón, el Logos emana de Dios. Es la primera criatura de Dios (ui`o.j prwto,gonoj), su imagen (eivkw.n), su copia (avpeiko,nisma), otro dios, su réplica (e[teroj qeo,j( deu,teroj qeo,j). Es el portavoz (logo,foroj), el mensajero (a;ggeloj) del Altísimo. Este Logos es también el mediador entre los hombres y Dios, es el sumo sacerdote, el suplicante (i`ke,thj) del Mundo, y es en este papel como se le repreenta ante Dios. Es también el arquetipo inicial sobre el cual fue concebido el hombre terrestre, el Hombre en sí, hecho a la imagen de Dios (o` katV eivkona a;nqrwpoj, avrce,tupoj tou/ aivti,ou).
Recuerda:
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El trasfondo de la Palabra encarnada
EN LAS ESCRITURAS HEBREAS
Y EN LA LITERATURA DEL JUDAÍSMO
HELENÍSTICO PRE-CRISTIANO
¿Y cuántos de estos parroquianos o pescadores habían leído algún libro de los neo-platónicos?
Me parece que san Agustín y yo alguna vez hemos tenido alguna reacción semejante. A mi un día me pasaron un libro y, mientras lo empezaba a leer, me iba diciendo: "Si este señor me está copiando...".
A san Agustín un día le pasaron un libro, el evangelio de Juan y, mientras lo iba leyendo, se iba diciendo: "Si esto yo ya lo he leído". Sí, ya había leído en los libros de los neo-platónicos que...
Y de la misma manera que yo podía reconocer que no todo lo que decía aquel libro estaba copiado de mi, san Agustín también reconocía que había cosas en el evangelio de Juan que no había encontrado en los libros de los neo-platónicos, por ejemplo, que..
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Tres preguntas a
Aurelius Augustinus Hipponensis
En el evangelio que decimos de Lucas el nacimiento de Jesús es anunciado a los pastores que "pasaban la noche a la intemperie, velando el rebaño por turno" (Lc 2, 8), pero el evangelio (mejor dicho, toda la obra lucana, el evangelio y los hechos de los apóstoles) no está dirigido a los pastores de Palestina que seguían "pasando la noche a la intemperie, velando el rebaño por turno", sino a las clases altas cultas del imperio, representadas por este "Teófilo", calificado de "excelentísimo". Estas clases altas cultas podían comprender la narración de una concepción virginal como una más de la larga lista de concepciones milagrosas atribuidas, en diversas culturas, a personajes famosos, no sólo del mundo religioso (Krihna, Buda, el hijo de Zoroastro), sino también del mundo de la política (Perseo, Rómulo, en el siglo XVII antes de Cristo ya encontramos leyendas que cuentan el origen divino de la V dinastía egipcia, Alejandro, Augusto, el del edicto), y del mundo de la filosofía (Pitágoras, Platón, Apolonio de Tiana, contemporáneo de Jesús)...
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Concepciones virginales y milagrosas
En primitivos "credos" no hay mención ni de la concepción virginal de Jesús ni de la encarnación de Dios en Jesús. En uno de los "credos" más antiguos, utilizado por la iglesia romana (posiblemente en el ritual del bautismo), se hace profesión de fe en el Cristo Jesús como el "nacido del Espíritu Santo y de María la virgen", pero sin hablar de la encarnación aunque lo afirma como "hijo único suyo" del Padre omnipotente.
En las iglesias del Oriente sí que ya creen que el Señor Jesús, el Mesías, el hijo único de Dios, es el "encarnado del Espíritu Santo y de María la virgen y que se hizo hombre".
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Los primitivos credos
Podríamos ahora reseguir aquellos primeros concilios ecuménicos de los siglos IV y V, e intentar explicar todo aquello de una sola persona y de las dos naturalezas en Jesús, y todo aquello de las tres personas iguales, pero realmente distintas de la Trinidad. Pero temo que, tentadas por Lutero, ahora que acabamos de celebrar (sin saber qué confianza hemos de otorgar a la fecha del 31 de octubre) los 500 años de sus 95 tesis clavadas a las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg, me digáis: "Para el carro! ¿Qué nos importa a nosotras si Cristo tiene dos naturalezas? ¿Qué nos importa si él, por naturaleza, es Dios y hombre? El que Cristo sea una persona que es Dios y hombre, esto no sirve de nada a nadie... Lo que nos importa es que él haya dedicado su su vida para ser mi Salvador y mi Redentor... Creer en Cristo es creer que él, por nosotros, ha salido de Dios y ha venido a este mundo".
Cristo tiene dos naturalezas. ¿Qué significado tiene esto para mí? Si él lleva el nombre de Cristo, magnífico y consolador, es a causa del ministerio y de la tarea que ha tomado sobre sí; esto es lo que le da ese nombre. El que Cristo sea por naturaleza hombre y Dios, esto nada significa para él mismo. Pero el que haya consagrado su ministerio y haya derramado su amor para convertirse en salvador y redentor mío, eso es lo que constituye mi consuelo y mi bien… Creer en Cristo no quiere decir que Cristo sea una persona, que es hombre y Dios: esto de nada nos sirve. Esto significa que esa persona es Cristo, o sea,que ha salido de dios y ha venido al mundo por nosotros. Su nombre le viene de este oficio.
Y aquí, en un pesebre, lo tenemos: Os ha nacido un Salvador (Lc 2, 11).
De acuerdo, paro el carro y no hablaré de los concilios. Lo que os perdáis será responsabilidad vuestra. Pero, ¿quién sabe?, quizás no perdáis gran cosa, porque el tercer concilio ecuménico, el de Efeso (año 431), nos dice que quiere explicar aquello que es incomprensible (avperinoh,twj), inexplicable (a;frastoj) e indecible (avpo,rrhtoj).
Y no porque sea un "misterio", uno de los misterios de Dios, sino porque es un "galimatias", un misterio, no de Dios, sino creado por un grupo humano reunido en concilio. No intentemos, pues, explicar aquello que el mismo concilio dice que no se puede explicar.
Pero, ¿cómo hablar de Jesús "Dios por nosotros" sin querer saber qué es este Dios? No habríamos de tener miedo hoy día de plantearnos las mismas preguntas que los cristianos del siglo II ya se planteaban, a las cuales los concilios de los siglos IV y V quisieron dar una respuesta. Y estos concilios, tan criticados hoy día por muchos cristianos, nos dirían:
¡Y qué manía que nos tenéis desde hace un cierto tiempo! ¿No os iría mejor que, en vez de criticarnos, os pusiérais a hacer lo que nosotros hicimos? Nosotros encontramos un "consenso" para nuestro tiempo, utilizando los paradigmas culturales y las palabras de nuestro tiempo... La verdad es que fueron los emperadores los que nos exigieron este "consenso", pues pensaban que la unidad política del imperio necesitaba sustentarse sobre una unidad religiosa... Si este "consenso" nuestro -que tuvo una cierta utilidad en aquel tiempo a pesar de que comportaría muchas "muertes en la hoguera" durante unos cuantos siglos- ha durado demasiado tiempo... no es un problema nuestro... Poneos, pues, a la faena y buscad otro "consenso" para vuestro tiempo, pero quizás sería mejor dar de nuevo paso a la rica pluralidad de interpretaciones sobre Jesús que existió en los primeros años.
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Los concilios
¿Quién es este Jesús, un hombre que vivió hace más de veinte siglos, condenado como toda persona humana a ir desapareciendo entre las brumas de los tiempos, a quien nosotros, monoteístas de toda la vida, no tenemos miedo de adorar, de rendirle un culto como si fuera un Dios? Plantear la misma pregunta no quiere decir dar la misma respuesta. Y esta otra respuesta, en el ámbito de la iglesia católica, parece que todavía no ha llegado y los intentos de darla han sido rápidamente cortados.
Mientras estas respuestas no llegan o, por lo menos, las que se van proponiendo no llegan a conseguir un "consenso", sería bueno -a mi parecer- poner una cierta sordina a las respuestas que se dieron en unas circunstancias culturales, religiosas y políticas (no lo olvidemos) que hoy día han desaparecido.
De la misma manera que, entre unos y otros, hemos puesto "sordina" al extra ecclesiam nulla est salus (fuera de la iglesia no hay salvación), una expresión de san Cipriano, obispo africano del siglo III, convertida más tarde, bajo diversas formas y por diversos concilios, en dogma.
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¿Cómo salvar la iglesia del
extra ecclesiam nulla est salus?
Pero esperando el día en que "el hijo de una virgen embarazada por obra del Espíritu Santo" y "la Palabra se hizo carne" sean consideradas, de nuevo, sólo como dos maravillosas metáforas que invitan e incitan a hombres y mujeres de toda la humanidad a vivir, moverse y ser en el Misterio que a todos nos envuelve (cf. Act 17, 27-28).
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat diciembre 2017 |
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Dejadme precisar un poco más. Cuando digo "evangelios" no quiero decir "Mateo, Marcos, Lucas, Juan (y con eso no quiero negar que cada uno de estos textos tenga su individualidad, su singularidad, su teología). Cuando digo "evangelios" quiero referirme a los "documentos" que dieron origen a los evangelios actuales.
Uno de ellos, un relato o narración de la pasión (prescindo ahora si sería necesario precisar un poco más el título de esta narración), que fue seguido por Marcos y Juan. Este último evangelio (el que llamamos de Juan), que hasta ahora había corrido las etapas de la carrera "a su bola", ahora, en esta última etapa, se pone a correr con el grupo, demostrando siempre, que si quiere, puede ir a la suya. Esta primitiva narración de la pasión comenzaría, según el orden de Juan, con el relato de la unción en Betania.
No es ahora el momento de preguntarnos cómo los autores de los evangelios de Marcos y Juan lo encontraron ni de qué manera lo utilizaron.
También sabemos (mejor dicho, suponemos) que la versión de Marcos fue seguida por Mateo y Lucas (éste último tomándose unas cuantas libertades para borrar y añadir)
El relato de la Pasión
¿Historia recordada?
¿Profecía historizada?
Segundo documento: el relato, más bien narrativo, que encontramos en Marcos, desde el bautismo de Jesús a la última semana en Jerusalén, que fue "copiado", independientemente el uno del otro, por Mateo y Lucas, que ha dado lugar a la expresión de "evangelios sinópticos".
Tercer documento: el llamado Documento Q (que algunos llaman "Evangelio Q"): todo aquello que es común a Mateo y Lucas y que no se encuentra en Marcos.
Si quieres saber más...
El Documento Q
El documento joánico y aquellas partes que son propias de Mateo y Lucas. Y no olvidemos los evangelios de la infancia (en Lucas y Mateo) que, a pesar de hablarnos de ángeles y de vírgenes, de pastores y reyes, de magos de Oriente y estrellas, de matanzas de niños y de huidas, también nos quieren hablar de Jesús.