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¿Quién es Georges Morel?
Lo que publicó le monde al morir Georges Morel. La crítica de Paul Valadier, jesuïta, redactor-jefe de la revista Études (1981-1989), a Georges Morel en su obra jésus-christ ou dionysos, publicada en 1979. ¿Por qué interesarse en Georges Morel? Y todos los artículos en que he ido resumiendo páginas de Georges Morel |
Cuatro actitudes ante la pregunta de DiosAlguna vez, algún amigo me ha dicho: Si dices que de Dios no sabemos nada, ¿por qué hablas tanto de Dios? Y mi respuesta es: Yo no hablo de Dios, yo hablo de lo que los hombres (y las mujeres) han hablado de Dios. Resumo páginas de Georges Morel en:
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Frente a la cuestión de Dios, ahora podemos definir esquemáticamente cuatro actitudes básicas.
La indiferencia consiste en no sentir ninguna diferencia entre la existencia de Dios y su contrario; si Dios existe o no, no me da ni calor ni frío.
En períodos de creencia especialmente, la religión misma ha podido, bajo el pretexto de rendir homenaje a Dios, alimentar todas las pasiones antropocéntricas. Es sin duda la actitud más extendida: la necesidad de inventar fantasías para protegerse de la muerte dándose la ilusión de vivir.
El agnosticismo expresa una ruptura profunda con las dos primeras actitudes. Aquí queremos entender por agnosticismo la actitud que no rechaza la Cuestión, que incluso puede permitir ser interrogada por ella hasta sufrir terriblemente, pero que la deja en su forma puramente interrogativa o que solo le da una respuesta dudosa: no sé si existe un dios, o si mi búsqueda tiene sentido, pero no quiero encerrar al mundo en un recinto sin grietas. De hecho, el agnosticismo puede ser equívoco: puede expresar resistencia a cruzar el umbral, pero también el miedo a pronunciarse demasiado rápido, ya sea por razones personales o sociológicas.
Actitud teóricamente posible, pero decir que esta cuarta actitud es teóricamente posible, no quiere decir que procede de la reflexión teórica, sino que no es contradictoria en sí misma.
Se escriben libros enteros en los que se declara que no se puede decir nada de Dios y donde se termina diciendo algo al respecto: si bajo el nombre de Dios o bajo cualquier nombre relacionado con la Pregunta no se designa absolutamente nada, unas líneas serían suficientes para mostrarlo, y la única actitud saludable sería permanecer allí para siempre.
Así que tratemos de aclarar cómo puede aparecer un lenguaje sobre Dios... Cómo hablar de la posibilidad del problema de Dios en el mundo moderno.
Para evocar "dios", no es indiferente que usemos tal o cual nombre. Nunca hablaremos del Ser, para evitar las abstracciones y ambigüedades de la ontología. Ni del Absoluto, demasiado marcado por los avatares de la última gran filosofía. Si alguna vez hablamos de Dios, es por comodidad que no debemos tomar por facilidad.
Pero usaremos más gustosamente la expresión el Otro, que tiene la ventaja de ofrecer un cierto cambio de escenario a los corazones hastiados de la modernidad. Y para no mezclar el Otro y los otros, lo escribiremos con una letra mayúscula, eliminando de esta letra mayúscula cualquier impresión de sobrecarga.
Porque el Otro es simplemente el Otro, el único, sin que de ninguno de estos términos tenga que surgir un sentimiento de comparación. Estamos aquí, de hecho, en un clima de la simplicidad más extrema. Un clima en el que en adelante deberíamos tratar de vivir: el de los pacíficos "es así", que no sabría oponerse a ningún otro.
El Otro es el original absoluto, que no está definido por imitaciones o copias. No es la imagen de la nada. El es el Otro.
La cuestión sobre el Otro, y por lo tanto de su existencia, puede aparecer como una pregunta real para quien, negándose a quedarse encerrado en lo finito, medita sobre este finito, aceptando que nunca puede haber ninguna garantía objetiva o subjetiva en este ámbito.
Por lo tanto, este es el primer gesto con respecto al Otro: afirmar su pura especificidad, sin buscar antes establecer una relación con él, reconociendo -con una mirada sin posesión- que él es el Otro, el simplemente libre, dejándolo a sí mismo.
Debemos recordar primero que la cuestión sobre el Otro es una pregunta libre, no imponible, sino que se puede proponer.
No es una cuestión dogmática, sino antropológica. ¿Qué hay del hombre? ¿Qué hay de nosotros hoy?
Debemos mostrar una gran prudencia: no hay pruebas a priori de que la búsqueda del Otro sea, en una sociedad dada, expresable por un lenguaje relativamente histórico. Este es al menos el caso en las sociedades desarrolladas modernas.
Y además, el nombre de Dios y el pensamiento sobre Dios han estado tan pervertidos que cualquier expresión sobre este tema tiene el peligro de caer inmediatamente en las redes de la vieja ilusión. Ciertamente, no sin razón, en nuestros días, desconfiamos de la mayoría de los nombres tradicionalmente aplicados a Dios: el Bien supremo, el Bien, lo Bello, el Todopoderoso, la Providencia, lo Sagrado… El mismo nombre de Dios ha llegao a ser para muchos intolerable por los abusos que ha sufrido.
No es que debamos guardar silencio por principio o prescindir de los lenguajes existentes. Pero estos lenguajes deben analizarse seriamente y servir como trampolín para la creación por ruptura de nuevos lenguajes. En esta situación, solo la experiencia puede responder.
Esta "creación por ruptura" sería acercarnos a las riberas del agnosticismo, es decir, a un lugar donde uno se interrogaría en la noche, donde no intentaría forzar la puerta, donde se esperaría como vigilantes incansables.
Dirigiéndose a los cristianos que dicen descubrir en el agnosticismo de los demás una fe que se ignora a sí misma o que se imagina demasiado rápidamente que ellos mismos han "encontrado" a Dios, un poeta judío les da esta advertencia:
Aquellos que aún no han tenido el sabor en la lengua (y después de la lengua hay inmediatamente la garganta, las cuerdas vocales, el oído, la voz finalmente), deben esperar y deben ser agnósticos. Tienes que ser agnóstico, en el sentido más estricto de la palabra, si no has tenido el gusto. Te recordaré simplemente esto, en nombre de la tradición que no es la mía, sino fundamentalmente la tuya: en el primer Libro de los Reyes, el profeta Elías, en la montaña de Horeb, tampoco sabe cómo responder a esta pregunta que estás debatiendo: ¿Dónde está Dios? ¿Tengo fe?
Luego está el trueno, fenómenos naturales muy poderosos, el estallido de luz (todo lo que es ocular primero), una gran tormenta. Y aquí no es donde está Dios: Él no está en rayos ni en truenos.
Elías finalmente llega a una cueva donde no hay nada excepto lo que el texto hebreo llama -y eso es lo que Elías percibe- la voz del silencio tenue, la voz del murmullo tenue, que es como el sabor. Es allí donde está Dios, en esta voz que apenas se escucha.
Aquellos que no han escuchado esta voz, aquellos que no han caminado lo suficiente en la montaña de Horeb para encontrar el lugar correcto, aquellos que no han tenido esta experiencia de la pequeña y delgada voz del silencio (o el del sabor o el del gusto que es lo mismo), estos deben ser agnósticos. Deben esperar, estar expectantes, incluso si es para toda la vida o, como enseña el Talmud, para muchas vidas, una tras otra. No hay nada más que decir sobre estas cosas
Claude Vigée
L'imagination créatrice
Édit. de la Baconnière (1971)
pp. 281-282
En efecto. Ser agnóstico es no anticipar excesivamente las posibilidades reales de una experiencia de Dios.
Estas cosas son indignantes para los creyentes que hacen de Dios un dato objetivo establecido en un lugar fijo de la trayectoria y que consideran a los agnósticos como seres mutilados.
Y son particularmente escandalosas desde el punto de vista de cierta historia tradicional, donde el estruendo de las representaciones ha amortiguado la voz del silencio tenue, donde las creencias a menudo han servido para transformar la extraña y delicada ausencia en presencia completa y llana.
Pero no cuestionamos ahora acerca de lo que realmente se vivió bajo tales presupuestos, sino acerca de estos lenguajes que son hoy insostenibles.
"No forzar la puerta" no da como resultado detenerse demasiado lejos del umbral. Más allá del racionalismo y el dogmatismo, un lenguaje bastante bueno consistiría en indicar mediante "eliminaciones graduales" los caminos desde los cuales sería posible escuchar esta voz de silencio tenue.
Un ejercicio de "eliminaciones graduales"
Mi canon
Estos caminos, que son los de la singularidad diaria (esta cara, esta rosa, esta muerte) y de las tareas comunes, tienen múltiples facetas en sus perspectivas "espirituales". Aquí nadie camina al mismo ritmo ni percibe los mismos horizontes: el "ir juntos" puede estar compuesto por una diversidad inagotable. Y el posible descubrimiento es impredecible.
Sin embargo, aquellos que de alguna manera piensan que han cruzado el umbral del agnosticismo hacia un cierto reconocimiento explícito, deben pensar con humor en su situación en la comunidad. Esta situación no es ni mejor ni peor que la de los demás, ya que es una posibilidad entre otras. En particular, su tarea objetiva es la misma que la de aquellos que han visto que este mundo dejará de ser una jungla inhumana en la medida en que cesen las explotaciones de todo tipo, en que todos tendrán la posibilidad concreta de disfrutar los bienes de la vida, compartir con otros los diferentes valores y poner visiblemente (o rechazar) la cuestión sobre el Otro.
Al mismo tiempo, sin embargo, estos individuos de fe explícita se encuentran en una situación específica, ya que para ellos el Otro se ha "comprometido" en esta historia.
¿Comprometido en esta historia?
Un texto de Raimon Panikkar
Si, desde esta fe, no extraen una luz particular sobre las técnicas de las obras objetivas, normalmente sacan de ella sus propias fuerzas: el amor tierno es de una exigencia formidable.
¿Un lenguaje "público" sobre el Otro?
Este "amor tierno" camina en una profunda oscuridad, sin que necesariamente alguna cosa sea dicha al respecto. Sin embargo, a estos individuos (y grupos) también se les plantea el problema de un lenguaje "público" sobre el Ausente.
Las dos primeras objeciones pueden responderse fácilmente. Está claro que una buena manera de mitigar los efectos del discurso religioso idólatra es no solo analizar sus vicios, sino especialmente crear diferentes lenguajes. Estos lenguajes, que no imponen nada, no pueden dañar a los indiferentes ni a los ateos (en el bien entendido que se hayan despojado de su intolerancia). Y la intolerancia no será respondida por la intolerancia, sino por una lucha incansable por el derecho básico de todo ser humano a la palabra.
La tercera objeción es mucho más delicada. El que tiene la oportunidad de abrir la boca en esta área sufre anta la mudez de muchos. Sin embargo, el silencio absoluto sería un mal: la represión difícilmente sería mejor que el énfasis, porque de hecho no hay sociedades en las que no se desarrollen ideologías.
Estas ideologías constituyen una determinada cultura que reacciona, más allá del lenguaje, sobre las percepciones, las mentalidades, los gestos de aquellos que no tienen acceso directo a esta cultura. Aquí no hay neutralidad, incluso si, como hemos dicho, las defensas de las masas ante esta cultura son más considerables de lo que imaginan los intelectuales. Tenemos que luchar contra tales ideologías, y la mejor manera de hacerlo es indicar que la cuestión sobre el Otro no está en la misma línea de la cuestión del rechazo del antropocentrismo o la del agnosticismo.
Si uno desea preparar un mundo donde el rostro del Otro, del Ausente, sea menos vaga de lo que es hoy, es adecuado para aquellos que pueden comenzarla ahora.
¿Y sabemos si la nostalgia por este rostro no aumenta en algunos corazones ahora?
Y si quieres recordar...
De jesuita declarado apofático
a jesuita agnóstico
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Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 8 febrero 2020 |
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Es Descartes quien, en su Cuarta Meditación, habló de la indiferencia como el "grado más bajo de libertad":
Me parece que la indiferencia significa apropiadamente ese estado en el que la voluntad se encuentra, cuando no es llevada, por el conocimiento de lo que es verdadero o lo que es bueno, a seguir una opción más que otra..
Dejemos aquí la filosofía personal de Descartes y sus tendencias intelectualistas o voluntaristas, para constatar que, de hecho, la indiferencia consiste en no sentir ninguna diferencia entre la existencia de Dios y su contrario; si Dios existe o no, no me da ni calor ni frío.
Es el lenguaje explícito de esta actitud que Spinoza llamó la "enfermedad mortal":
Lo que es más frecuente en la vida y lo que los hombres, como se puede concluir de sus acciones, consideran como el bien supremo se puede reducir a estos tres objetos: riqueza, honores y placer. La mente está tan atraída y distraída por estos tres objetos que casi no puede pensar en ningún otro bien... Me vi inmerso en el mayor peligro y obligado a buscar con todas mis fuerzas un remedio, aunque fuera incierto, al igual que un paciente, que sufre una enfermedad mortal y que prevé una muerte segura, a menos que aplique un remedio, está obligado a buscar con todas sus fuerzas un remedio, por incierto que sea, porque es en él donde reside toda su esperanza .
La fórmula es rigurosa: en el límite, la indiferencia es la muerte, la equivalencia de todas las cosas en la disolución. Nietzsche, que no inventó la palabra, ha llamado nihilismo a esta enfermedad mortal: el significado es el mismo. El nihilismo absoluto es la aniquilación del ser humano en la muerte. En realidad, este límite extremo rara vez se alcanza, ya que el suicidio en sí mismo puede ser una reacción de la vida, y generalmente los hombres, al encontrar la nada intolerable, prefieren divinizar, como dice Spinoza, la sexualidad, la economía y la política: siempre son necesarios los dioses.
De hecho, el agnosticismo puede ser equívoco: puede expresar resistencia a cruzar el umbral, pero también el miedo a pronunciarse demasiado rápidamente, ya sea por razones personales o sociológicas.
A la violencia de las pasiones religiosas, el agnosticismo sustituye una vigilancia oscura y despojada, una especie de experiencia hueca. Pero esto debe decirse con la mayor reserva, ya que no hay indicios de antemano de que, en una existencia dada, Dios pueda, o incluso deba ser nombrado. La experiencia de la Cuestión no tiene ningún propósito ni criterio externo.
El aspecto positivo del agnosticismo, desconfiar de cualquier mala anticipación, sin cerrarse a las llamadas que él cree escuchar en los caminos.
Para declarar que ciertamente es imposible decir nada acerca de Dios, deberíamosm poder añadir que ni Pascal ni Jesús han dicho nada de él.
Quien, bajo su propio riesgo y peligro, cree que puede decir algo sobre Dios, debe integrar por sí mismo el aspecto positivo del agnosticismo (desconfiar de cualquier mala anticipación, sin cerrarse a las llamadas que él cree escuchar en los caminos.
Sin embargo, no queremos detenernos aquí y creemos que, a pesar de todo, desde Cristo "tal vez podamos plantear el problema de Dios". De ahí la referencia a Pascal:
Conocemos a Dios solo a través de Jesucristo; sin este mediador, toda comunicación con Dios se quita. Por Jesucristo conocemos a Dios... Jesucristo es el verdadero Dios de los hombres.
Dejemos aquí la afirmación dogmática de que Jesús es Dios y que solo podemos conocer a Dios a través de la mediación de Jesús. Reservamos para más tarde el examen de estos supuestos.
Solo notemos que este lenguaje, para el cual el nombre de Dios designa un puro inefable, no deja, sin embargo, de usar este nombre, ya que plantea el problema de Dios y, así, finalmente, habla de Dios. Decir que solo conocemos a Dios por Jesucristo es decir que lo conocemos y que nos guste o no, hablamos de él. A lo largo de sus Pensamientos, Pascal habla de él, bien o mal, pero habla de él. Y Jesús también a lo largo de los Evangelios: para Jesús, y sus oyentes, el nombre de Dios tenía algún significado, antes de que Jesús se convirtiera en el primer mediador cristiano.
Además, escribir que "hablar de Dios es perder todo riesgo, ya que él sería quien nos hiciera hablar" es darnos una cierta imagen de Dios. Una imagen que, además, se presenta sin justificación y que de ninguna manera es evidente: ¿por qué Dios sería necesariamente el que nos haría hablar?
Finalmente, si toda palabra sobre Dios solo pudiera ser una palabra absurda, sería necesario generalizar esta observación: ¿por qué los otros, las cosas, los acontecimientos, deberían escapar a tal ley?
Pero concluir que, no solo nadie ha dicho nada acerca de Dios (que, después de todo, es posible y depende del análisis histórico), sino también que ontológicamente nunca podremos decir nada al respecto (mientras mantenemos que hay un problema de Dios), pertenece a otro tipo de abuso.
Se ha discutido mucho en cuanto el lugar a donde fueron los hebreos después de entrar en el desierto ya que no ha sido localizado con certeza el monte Sinaí u Horeb (se le llamaba con ambos nombres).
19, 9 | He aquí, yo vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo y te crea para siempre. |
19, 11 | Al tercer día Yahvé descenderá sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. |
19, 16 | Aconteció al tercer día, al amanecer, que hubo truenos y relámpagos, una densa nube sobre el monte, y un fuerte sonido de corneta. Y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. |
19, 18 | Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehovah había descendido sobre él en medio de fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. |
19, 19 | Moisés hablaba, y Dios le respondía con truenos. |
19, 11 |
Un viento fuerte y poderoso que destrozaba las montañas y rompía las peñas,
pero Yahvé no estaba en el viento. |
Después del viento hubo un terremoto,
pero Yahvé no estaba en el terremoto. |
|
19, 12 |
Después del terremoto hubo un fuego,
pero Yahvé no estaba en el fuego. |
19, 12 | Después del fuego
fwnh. au;raj lepth/j (LXX)
sibilus aurae tenuis (VUL) un silbo de un vientecico suave (Scio 1807) un ventijol dolçi subtil (FBC 1933) un zèfir suau, subtil (MM 1957) es va alçar el murmuri d'un ventijol suau. (BCI) hubo un sonido apacible y delicado. (RVA) hubo un sonido apacible y delicado. (N-C) se oyó una brisa tenue (NBE) a still <01827> small <01851> voice <06963> (KJV) le bruit d'une brise légère. (BJ) un murmure <06963> doux <01827> et léger <01851>. (LSF) |
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hQ'd; hm'm'D> lAq |
||
qD | hm'm'D | lAq |
adjetivo fem. sing. | nombe común fem. sing | nombre común masc. sing. |
Los números Strong. ¿Ya sabes qué son? Si lo quieres saber... | ||
01851 / 14 | 01827 / 3 | 06963 / 506 |
La King James Version (KJV) traduce esta palabra hebrea por...
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||
thin(5x), small (5x), leanfleshed (2x), dwarf (1x), little thing (1x). | still (1x), silence (1x), calm (1x). | voice (383x), noise (49x), sound (39x), thunder (10x), proclamation (4x), send out (2x), thunderings (2x), fame (1x), miscellaneous (16x). |
Me parece muy bien la traducción que hemos encontrado en el texto de Claude Vigée: "la voix du silence ténu", "la voix du murmure ténu" (la voz del silencio tenue, la voz del murmullo tenue)
De las notas de la Bible de Jérusalem:
Voulant sauvegarder l'alliance et rétablir la pureté de la loi, Élie ira à l'endroit où le vrai Dieu s'est révélé (Ex 3 et 33, 18 - 34, 9), et où l'allince a été conclue (Ex 19 et 24): il rattache directement son oeuvre à celle de Moise. Rapprochés par la théophanie de l'Horeb, Moise et Élie seront aussi à la Transfiguration du Christ, cette théophanie du N.T. (Mt 17, 1-9)
1Ki 19, 9: "il entra dans la grotte" = le "creu du rocher" où se blottit Moise pendant l'apparition divine (Ex 33, 32)
1Ki 19, 11: Ouragan, tremblement de terre, éclairs, qui manifestaient en Ex 19 la présence de Yahvé, ne sont ici que les signes avant-coureurs de son passage; le murmure d'un vent tranquille symbolise la spiritualité de Dieu et l'intimité de son entretien avec ses prophètes, mais non pas la douceur et le silence de son action: les ordres terribles données aux vv. 15-17 prouvent la fausseté de cette interprétation pourtant commune.
Y si quieres recordar:
La "foto" comprometida de Jesús