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Consejos de lectura Y unos consejos del siglo XIV... Si es tu primera visita...
EN LOS LÍMITES
...con Luis Anoro

En Palencia, mayo 1987, reunión estatal de curas-obreros No estuve y estuve en tu “despedida” del sábado. La consoladora noticia de tu final me pilló en el otro extremo de la península: Joaquín Solá se adelantó a José Luis Ochoa. Agradecí el correo de Joaquín: no era para avisarme, yo diría que quería “compartir” el haber perdido un “amigo de verdad, que siempre me mostró su afecto y cariño”.

No estuve, pues, el pasado sábado en la iglesia Madre del Salvador del colegio de Zaragoza. Hace años, en aquellos que cabalgaban entre los finales de los sesenta y los primeros de los setenta, hubieras dicho que a ti, “ni loco”, te harían el funeral en la capilla del colegio y hubieras salido con el sonsonete de “¡traición a la clase obrera!”.

Eran aquellos años en que el P. Arrupe sentenciaba que “de hecho hoy el mayor enemigo de la Misión Obrera es la propia Misión Obrera” y en los que exigía que los jesuitas de Misión Obrera aceptaran todas las consecuencias de su elección y ponía como ejemplo que “en caso de enfermedad acepte ser tratado como un obrero”.

Si quieres comprobarlo

Eran años de tiempos ya pasados...

*     *     *

Y estuve en la mañana del sábado contigo o tú estuviste conmigo. Dejémoslo en que estuvimos juntos en aquella mañana del sábado. ¿Dónde? En los límites...

Hace ya medio siglo que te atreviste a cruzar unos límites, aquellos que encerraban y siguen encerrando a la Compañía de Jesús, a pesar de derroteros personales muy meritorios, dentro de las fronteras del mundo de la clase burguesa. No fuiste el único, pero fuiste uno de ellos... Cruzar estos límites era, en metáfora evangélica, “poner la mano en el arado” y la decisión de “no volver la vista atrás” fue vuestra obsesión de no volver a pisar el colegio.

Si quieres comprobar esto
y otros detalles
La entrevista con Luis Anoro

Hace unos pocos años empezaste a cruzar unos límites que, a los que mirábamos desde fuera, nos iban pareciendo cada vez más densos y nublados.

Y ahora, sin haber dejado el arado y sin la posibilidad ya de volver la vista atrás, has dejado ya los límites (nuestra existencia siempre limitada) o, quizás, has penetrado en otros límites, no sé si más densos y más nublados o más transparentes y más iluminados por el sol.

*     *     *

Yo, por mi parte, aquella mañana de sábado estaba en los límites que una civilización, que presumía de ser la única, impuso a su cosmovisión: estaba en Fisterra (en Finisterre, para que todos nos entendamos).

No sé si el camino del pueblo al faro (unos tres kilómetros y medio) me hubiera gustado más hacerlo cubierto por densas y oscuras nubes, bajo la fina lluvia de Galicia o bajo una lluvia torrencial cayendo al son de vientos huracanados, atemorizado por las gigantescas olas de más de diez metros de ese “Mar da Morte”...

La verdad es que fui llegando a los límites bajo un sol esplendoroso... Pero eran los límites de una tierra ya pasada, dentro de los cuales habíamos logrado figurarnos que unas cosas y otras iban encajándose bien... Y ese “Fisterra” es ya mentira y ese encaje de unas cosas y otras habilidosamente construido a través de los siglos ya se ha roto.

Roto el encaje surgen nuevas preguntas a las que debemos nuevas respuestas.

Muchos prefieren que “Fisterra” siga existiendo, que límites precisos bajo el sol esplendoroso eviten nuevas preguntas que exijan respuestas diferentes a las que ahora tenemos.

*     *     *

Un día acabamos nuestra conversación hablando de la Trinidad. Fuiste el único de todos los que entrevisté con motivo de las reacciones que se produjeron en el colectivo de Misión Obrera en ocasión del viaje del P. Arrupe a España del año 70 (con la famosa visita a Franco incluida) que se subió tan a la parra: me hablaste de la perijoresis (para que después digan que los de Misión Obrera no teníamos buenos estudios):

Es verdad que hubo un "disenso real", que al exponerlo en la mesa ante Arrupe se convirtió, al menos para mí, en un "disenso amigable", como ya he dicho. El disenso ¿lo resolveremos como tensión o como conciliación? Hay otra manera de resolverlo que es como interrelación, que esto es lo verdaderamente trinitario, la perijoresis, la interrelación entre las tres personas para ver que el todo no se expresa en las partes, o que las partes se expresan en el todo, pero de otra manera.

Luisito, ¿vivías ya entonces en los límites?

El Epistolario de Luis Anoro
por si alguien se anima a publicar algún extracto
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Gracias por la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
29 enero 2013
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