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JESÚS DE NAZARET, ¿PUNTO DE REFERENCIA?

¿Qué nos puede decir un judío del siglo I
a los hombres y mujeres del siglo XXI?

Jo también hago como el Sebastià: rumiar - hablar - escribir.

El sábado 5 de noviembre tuvimos la Treinta-no-sé-quanta reunión de Capellans Obrers dels Països Catalans. Arreglando lo que dije me ha salido este escrito: una buena primera parte ya es conocida por los habituales lectores de mi web y estos, si quieren ir por la vía ràpida -cosa que no recomiendo- pueden hacer un click aquí.

Veo que en un intento de resumen de la reunión, entre otras cosas, se dice: "Tenemos nuestra imagen de Jesús, tan común y compartida, no como recuerdo imaginario de un pasado, sino como presencia viva y actual".

Quizás este escrito pueda ser considerado como un "voto particular".

El intento de resumen dice a continuación: "De aquí la plegaria personal tan valorada y cultivada explícitamente". Mi "voto particular" sobre este tema lo explicité hace ya muchos años en "¿Cómo rezas? ¿Por qué rezas? ¿A quién rezas? Dios, ¿es un ser personal?"

Sigue mi consejo:
Deja los links para una segunda lectura. Ahora haz una lectura seguida del texto.

¡Y no todos los links te han de interessar!!

Ya hace muchos años que decía:

De mis lecturas en Oruro (1986) me gustó una idea de Juan Luis Segundo. Venía a decir, con muy buen criterio, que todos tenemos en nuestras vidas unos modelos, "unos testigos", que son los que dan sentido a nuestras vidas. Estos "testigos" forman una cadena, una tradición. Cada uno de nosotros debería preguntarse quiénes son nuestros testigos particulares. Esta pregunta podría sustituir muy bien, al menos alguna vez, la ya muy clásica meditación del Principio y Fundamento) de los Ejercicios ignacianos.

Jesús, ciertamente, sería una anilla de esta cadena. La más importante tal vez, pero quizás no siempre para todos. Pero no es la primera: ¿qué hubiera sido de Jesús sin un Isaías o sin un Ezequiel? Precisamente porque Jesús era un eslabón de una determinada tradición fue escuchado, y entendido y seguido por una determinada gente; y, por la misma razón, se encontró, ya de salida, con los adversarios.

Ni la última y definitiva, la inmediata a nosotros: ¿qué hubiera sido Jesús para mí sin un Dostoiewski o sin un Bonhoeffer o sin un Charles de Foucauld? ¿O sin una Thérèse de Lisieux?

En aquel tiempo (finales de los años 80) la palabra "definitiva" me dio cierto miedo y no pude menos de avisar:

Me parece que me he pasado un poco con la palabra "definitiva": quizás es un poco demasiado fuerte.

Pero en el 91 estos miedos ya habían desaparecido. En aquellos tiempos las reuniones de Misión Obrera de Catalunya empezaban con un ratillo dedicado a la oración, introducida por alguno de nosotros. Cuando me tocó a mi, aproveché este tema de "los testigos", y acabé así:

Delante de Jesús también nos hemos de preguntar: ¿qué he visto en él? ¿Cuáles son los valores que tomo de él? ¿Cuáles son sus actitudes que no comparto?. También él, como todo testimonio humano, es un "testigo", un punto de referencia limitado: limitado por todo un conglomerado de valores, de criterios, de costumbres, de visiones, de tendencias…, que vienen de muy lejos, que vienen de su "tiempo". Y limitado por opciones personales que él hizo y que no necesariamente han de ser asumidas por todos.

Me gusta poner distancia entre Jesús y nosotros, negar una falsa cercanía (al estilo de "Jesús te llama", "Jesús te interpela") de la que en otros tiempos fui amigo. En mayo del 94 en un sermón de primera comunión decía:

Recordar no es copiar; hacer memoria de alguien no es imitarlo, no es repetir. Recordar no es querer revivir una situación ya pasada. Sería tan fácil, si nos fuera posible, seguir repitiendo las palabras de Jesús, ir copiando sus gestos y sus acciones, hablar de Dios como Jesús lo hizo, seguir manteniendo sus esperanzas y sus planteamientos políticos… Sería tan fácil, si ello fuera posible, vivir los mismos radicalismos de Jesús: ni pan, ni bolsa, ni dinero.

Jesús nos queda muy lejos. Recordar a Jesús, hacer memoria de él es aceptar esta primera verdad: que Jesús nos queda muy lejos.

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Unos años más tarde (1997), a raíz de una afirmación de Pep Vives en unos Ejercicios al grupo de Misión Obrera, me preguntaba, en diálogo con un amigo de Bolivia, si Jesús era "la única solución".

¿Es Jesús la única solución?. Ahora ya no lo diría. Tampoco diría que ha sido la mejor (aquí algunos hablarían del budismo) y empiezo a añadir que la auténtica tradición de Jesús el judío nos puede llegar mejor siguiendo el hilo de Jaime, su hermano, y de Mahoma, que no el de Pablo y el del cristianismo greco-romano.

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En el 2006, después de nuestros Ejercicios de Lamiarrita, le escribía a quien había venido a hacer de "predicador", el Pope [sic] Godoy:

Nos avisaste (por si todavía quedaba entre nosotros alguna ánima bendita) de la pluralidad de los evangelios, de cómo cada evangelista hacía su peculiar "retrato" de Jesús. Totalmente de acuerdo y -añado yo ahora- este "pluralismo evangélico" nos exige a nosotros una tarea de selección. ¿Cuál es nuestro Jesús?

Y acababa diciendole:

pope00 (370K)Quizás no nos podamos hacer la pregunta: ¿Cómo resumir el programa de Jesús? En el Nuevo Testamento, sin necesidad de recurrir a los evangelios de Judas o de Felipe o de la Magdalena, encontraríamos muchas respuestas.

Pero sí que podemos preguntarnos y preguntar fraternalmente al hermano: ¿Cómo resumo yo / cómo resumes tú el programa de Jesús? Y, al dar una respuesta, intentar no dar una "imagen esquizofrénica" de Jesús.

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En enero del 2014, en el Fòrum Català de Teologia i Alliberament, me atreví a presentar un taller con la pregunta "¿Jesús era amigo de los pobres, o sus amigos/amigas eran más bien ricos?", prometiendo que la respuesta sería "a través de un recorrido imparcial por los evangelios".

A los que vinieron al taller, ya desde el primer momento les advertí:

Posiblemente algunos habéis entrado aquí engañados. Reconozco que el título puede inducir al engaño y venís pensando que os hablaré de Jesús, quizás algunos se hacen ilusiones de que el tema propuesto es Jesús de Nazaret.

No hablaré de Jesús porque no acostumbro a hablar de lo que no sé y -me atrevo a decir- de lo que no podemos saber.

Hablaré de lo que podemos saber y -dentro de mis capacidades- de lo que puedo saber de los evangelios. Nosotros, en nuestra investigación sobre Jesús de Nazaret, tenemos una frontera, la que nos marcan los evangelios. Sólo sabemos lo que los evangelios dicen de Jesús. Y aquí, si somos honestos, nos hemos de detener.

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Esta frase ("De Jesús de Nazaret sólo sabemos lo que los evangelios nos dicen de Jesús") necesitaría algunos matices, pero creo que para el tema ahora propuesto es suficientemente correcta.

No decía nada nuevo; decía lo que todos nosotros, siguiendo la liturgia tradicional, hemos dicho un montón de veces: "Sequentia Sancti Evangelii secundum Mattheum... secundum Marcum... secundum Lucam... secundum Ioannem".

Nunca nuestra Santa Madre Iglesia nos ha hablado de Jesús. Sólo se ha atrevido a decirnos lo que de Jesús decía "Mateo", o lo que de Jesús decía "Marcos", o lo que decía "Lucas", o lo que acabaría diciendo "Juan". De Jesús nuestra Santa Madre Iglesia nunca nos ha hablado.

De mis tiempos de profesor de gramática (años de estudios de teología en que nos queríamos "ganarnos las judías") recuerdo que había "oraciones principales" y "oraciones subordinadas", y ahora digo que Jesús no puede ser "el sujeto" de una oración principal. Siempre, si queremos ser honestos, hemos de decir: "Tal documento dice que Jesús...".

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Hará un par de años, en una reunión de jesuitas (la Asamblea de Provincia), en la hora de los pequeños grupos, un compañero, que ya había superado suficientemente el "només teníem quinze anys" de "paraules d'amor" de Serrat, dijo que él "estaba enamorado de... Jesús". Yo, como quien ya había superado la edad de los enamoramientos, le dije que él no estaba "enamorado de Jesús", sino que él estaba "enamorado de la imagen que él se había hecho de Jesús". No sé si me atreví a decirle que él estaba "enamorado de sí mismo".

Puedo tener una cierta imagen de Jesús y creo que no es "esquizofrénica" y que explica su muerte a manos de los romanos (estos no mataban judíos por decir que Dios era su abba, su "papaíto"; sí que los mataban si se ponían a decir que Yahvé era el único Señor de la tierra de Israel y, cuando de esta afirmación teológica, querían extraer ciertas consecuencias políticas). Tengo una cierta imagen de Jesús, que se adecua -como una de las tantas posibles- suficientemente bien en aquellos límites de la Palestina bajo la dominación romana de los finales de los veinte y principios de los treinta del primer siglo.

En octubre de 2012, en diálogo con un amigo, Juan Manuel Mauri, decía

No seré yo quien infravalore todo el fruto de los esfuerzos de estas "nuevas búsquedas" (second quest, third quest, sin olvidar la first quest), pero ellas nos dan conocimientos sobre el "entorno de Jesús y su tiempo", como tú dices muy bien.

Conocer este entorno es ya una muy buena ayuda, pero -yo diría- que es una ayuda "negativa", en el sentido que no nos permite imaginarnos a Jesús como un personaje inimaginable en su mundo. En este entorno, que hoy día conocemos mejor que ayer, ¿era imaginable la figura del "sanador"? Sí; entonces Jesús de Nazaret hubiera podido ser un sanador. ¿En aquel entorno era imaginable la figura de un caudillo revolucionario? Sí; entonces Jesús de Nazaret hubiera podido ser un revolucionario. En este entorno, para poner tres posibilidades de las muchas imaginables, ¿era imaginable un "maestro de sabiduría"? Sí; entonces Jesús hubiera podido ser un maestro de sabiduría.

La "investigación histórica moderna" nos obliga a no tener una sola mirada para todo el judaísmo del siglo I. Los judíos de Galilea, aceptando el Templo de Jerusalén y la Torá, mantenían sus discrepancias con el judaísmo de Judea (y de Jerusalén), explicables por la diversa historia de unos y de otros (reino del norte, reino del sur). Y mantenían sus resistencias a ser asimilados por el judaísmo más oficial de las autoridades jerosolimitanas o judaítas ("unos fariseos y unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén". Mt 15, 1).

La relativización del sábado (Mc 2, 23-28; Mc 3, 1-5 y otros) y de las leyes de la pureza, que en los evangelios encontramos puesta en boca de Jesús, ¿no representaba el común sentir del judaísmo galileo enfrente del judaísmo judaíta / jerosolomitano con pretensiones expansionistas y centralizadoras?

Conscientes de que esta investigación histórica moderna no la podemos dar por acabada y que todavía puede dar muchas revueltas, sí que podemos afirmar que nos hace aparecer Jesús "en su realidad histórica más original", esto es, en su entorno; pero no "en su vida y en su praxis", ya que en su entorno, que hoy día conocemos mejor, se podían dar muchas "vidas" y muchas "praxis". Y la investigación histórica moderna no nos puede decir cuál de todas estas "vidas" posibles y cuál de todas estas "praxis" posibles en la realidad histórica que ella ha estudiado fue la de Jesús de Nazaret.

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Tengo la imagen de un Jesús que reivindica, como ya lo llevaba haciendo la plegaria sinagogal del Quaddish, que Dios santifique su nombre, lo que había prometido a su pueblo a través de su profeta Ezequiel (Santifica tu nombre = cumple tu palabra = reune las Doce tribus de Israel).

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Pero esta reivindicación, punto final del Documento Q ("Vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis sobre tronos para juzgar las Doce tribus de Israel"), ya no tiene ningún sentido para nosotros.

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Reconozco, pues, que tengo una imagen de Jesús que, muy posiblemente, ya no tiene "valor en bolsa" en nuestro siglo XXI.

Para reivindicar el papel que las mujeres han de tener en la iglesia del siglo XXI no nos es necesario retroceder a Jesús; sólo nos es necesario mirar (aunque no sea "con ojos violetas") el mundo del siglo XXI.

Dejemos que Jesús sea un judío de Palestina del siglo I, que muy posiblemente para sus contemporáneos pasó más desapercibido que Juan Bautista.

Para saber cómo actuar en el mundo de hoy no nos es necesario retroceder a un Jesús de Nazaret del siglo I, del cual bien poca cosa sabemos. Nos es necesario, desde nuestra tradición judeo-cristiana, mirar el mundo del siglo XXI.

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Dejo que mi imagen de Jesús de Nazaret sea la de un judío de la Palestina del siglo I; dejo que sea la imagen del "Jesús, el judío" (Jesus, the Jew) de Geza Vermes, aunque, a lo largo de estos años, me haya aprovechado de la imagen de Jesús como la de un "campesino judío" (A Mediterranean Jewish Peasant) de John Dominic Crossan, o la de "un judío marginal" (A marginal Jew) según John P. Meier.

Dejo que mi imagen de Jesús sea la de un hombre judío del siglo I de antes del año 70… ¿Y qué nos puede decir un tal judío (aunque este sea el "un tal Jesús", el Jesús sin artículo de Mc 1, 9) a los hombres y mujeres del mundo occidental del siglo XXI?

*      *      *

Y si algún día, por los valles y collados de los Pirineos, escucháis una voz canturreando

Seigneur, mon ami
Tu m'as pris par la main
J'irai avec Toi sans effroi
jusqu'au bout du chemin

sabed que yo,

Miquel Sunyol i Esquirol,

hijo legítimo, como rezan los papeles eclesiásticos, de

Francisco Suñol Figueras y Mercedes Esquirol Blajot,

contento de haber sido bautizado sin mi consentimiento

en la Parròquia de Sant Pere de les Puel·les

el día 22 de febrero de 1940,

estoy muy cerca de vosotros.

Gracias por la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
12 noviembre 2016
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