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Richard A. Horsley
Jesús y el imperio
El Reino de Dios y el nuevo desorden mundial
Durante las generaciones antes de Jesús, y especialmente durante las primeras dos décadas de la de Jesús, los gobernantes clientelares romanos, Herodes y Antipas, incrementaron la presión económica sobre las poblaciones galileas. La angustia en las familias y en las comunidades rurales, sin embargo, debía de ser más importante que la misma penuria económica. La dura situación económica rápidamente podía desembocar en una desintegración social.
El modo de operar el gobierno imperial romano en Galilea y Judea alimentaba seriamente las condiciones para un conflicto social. La imposición romana del reinado clientelar herodiano en Palestina y la retención de Herodes del estado-templo, significaron que el pueblo tuviera múltiples niveles de gobierno, con sus respectivas exigencias tributarias, además de los diezmos y las ofrendas. Los monumentales proyectos de construcción herodianos y los regalos a la familia imperial y a ciudades extranjeras debieron de significar una carga adicional sobre los hombros del campesinado, principal base de la economía. Sus innovaciones culturales, además, podrían haber fomentado el conflicto estructural fundamental. La construcción de ciudades y templos dedicados al césar, la reconstrucción total del templo de Jerusalén al estilo helénico-romano para hacer de él una de las maravillas del mundo y la designación de sumos sacerdotes entre personajes de la diáspora judía sin arraigo entre la gente del país debieron de haber distanciado más al pueblo.
Los galileos, que sólo recientemente habían quedado bajo el gobierno jerosolimitano, podrían haber experimentado una gran ambivalencia hacia el templo y el sumo sacerdocio, a los que nunca habían debido diezmos ni otras contribuciones. El campesinado galileo había sufrido la arremetida de las repetidas conquistas de Palestina, con grandes masacres en las áreas de Nazaret y de Magdala (y Cafarnaún). La imposición romana de Herodes Antipas como gobernador que por primera vez en la historia vivía directamente en Galilea significó, seguramente, un rigor hasta entonces desconocido en la recaudación de impuestos. La ambiciosa construcción de dos ciudades en apenas dos décadas significó una sangría económica para el campesinado galileo, precisamente durante la vida de Jesús y la de quienes se unieron a su movimiento. Por lo demás, las ciudades de estilo romano construidas por Antipas con los ingresos galileos eran una espina en el ojo, pues les recordaban al gobierno imperial romano.
No debe sorprender que las protestas populares y la resistencia estallaran con frecuencia creciente precisamente durante la vida de Jesús y sus seguidores. Los movimientos mesiánicos populares en Galilea y Judea buscaban establecer la independencia del pueblo respecto del yugo jerosolimitano y romano. Los fariseos radicales y otros maestros impulsaron el rechazo a pagar el tributo romano, proclamando que Dios era su verdadero y único amo y señor. Los profetas populares encabezaron movimientos que anticiparon, entre otras cosas, el colapso del gobierno del sumo sacerdocio y de los romanos en Jerusalén, junto con el de las murallas de las ciudad. (Pág. 112)
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat Abril 2008 |
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