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LA AVENTURA DE LOS CURAS OBREROSEN EL XXV ANIVERSARIO DE LA MUERTE
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El Siscu en algún momento habla de la "aventura del evangelio".
Durante siglos el evangelio ha dado muchas aventuras y, también, muchas desventuras (cruzadas, inquisición, conquista americana...). Pero hablemos esta tarde sólo de las "aventuras".
Algunas de ellas han sido individuales (hayan o no tenido una continuidad colectiva), como podría haber sido la de Charles de Foucault, a la cual el Sisco se hubiera apuntado. Otras han sido desde sus inicios una "aventura colectiva".
El Siscu sabía muy bien que su "aventura del evangelio" era una aventura colectiva, la de los curas obreros. Y a veces lo concreta, añadiendo "prêtres ouvriers".
Con esta frase en francés él mismo nos lleva a los inicios de esta aventura, la que él quiso hacer suya, la que un compañero mío de Cartagena definía como "la aventura más seria surgida de la "ecclesia" desde el estamento clerical en todo el siglo XX".
Hay un cierto acuerdo para situar el nacimiento de esta aventura de los curas obreros en "una situación política y social muy determinada". En el período de la Segunda Guerra Mundial en Francia, cuando, sin pretenderlo, cristianos -algunos de ellos sacerdotes- y comunistas se encuentran juntos, ya sea en la resistencia, en el maquis o en el trabajo obligatorio en las fábricas alemanas, luchando por una misma causa.
Fue una experiencia profunda, la caída de un doble muro: uno, el que los católicos habían levantado con encíclicas y condenas frente al mundo moderno y el comunismo; otro, el que los marxistas, ignorando sus profundas raíces judeo-cristianas habían erigido frente a toda creencia en un Dios de "un mundo otro". Fue, para los cristianos, la experiencia de "una fe otra", una fe que podía ser compartida con cualquiera que buscara "un mundo otro".
Algunas frases del evangelio se abrían a una nueva comprensión: "Buscad el Reino..." Y era una nueva comprensión que destrozaba la vieja seguridad de que la fe sirve para algo. ¿Para qué sirve la fe si, sin ella, también se "busca el Reino"? En "una situación política y social determinada", ¿qué diferencía el cristiano del comunista? La sola posibilidad de poder ponerse esta pregunta destrozaba viejos dogmas de la iglesia.
Fue una profunda experiencia teológica...
Acabada la guerra, acabada la resistencia, acabado el trabajo obligatorio, ¿debía darse por acabada esta "experiencia teológica"?
Algunos quisieron seguir en ella… Era necesario, sin embargo, "encarnarse" (palabra que no me gusta, pero era el lenguaje de la época) en "una situación política y social determinada". Era aceptar el descubrimiento de un nuevo "lugar teológico": no era posible la experiencia teológica encerrado en el mundo de los creyentes ni manteniendo el estatus social de "clérigo". "Una situación política y social determinada" era compartir la lucha por "un mundo otro" con otros hombres y mujeres que no compartían nuestras creencias.
Era, ciertamente, la aventura más seria que había surgido desde la "ecclesia" en todo el siglo XX.
A mi compañero de Cartagena le recordaba otra "aventura": la de los cristianos que a principios del siglo XX -desde posiciones intelectuales- intentaron aproximarse al "mundo moderno", aventura que fue condenada por la iglesia.
El "Vaticano", mejor que otros, comprendió toda la seriedad de la aventura. Fueron consecuentes y la condenaron. Condenaron lo que a la larga podía echar abajo la cúpula de San Pedro de Roma: en palabras de mi compañero de Cartagena, este "colectivo alternativo, desclericalizador, puente hacia la "ecclesia laica" en el seguimiento del laico revolucionario Jesús de Nazaret".
Esta era, es, "la aventura del evangelio" del Siscu.
Tarragona, 16 diciembre 2011
Gracias por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat 18 diciembre 2011 |
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