Lo que nos dijo
la Maite

50 años de fidelidad a una vocación IMS

Os damos las gracias por compartir con nosotras los 50 años de vida en el IMS.

Quisimos responder a una llamada, a una vocación, que en el año 52, era como un estilo nuevo de vida; digo nuevo, porque la consagración, en aquellos tiempos, era una separación con el mundo al rodearla de un reglamento rígido.

Celebramos esta acción de gracias, gozosa y profunda, con la familia, amigos y compañeras del IMS, pero conscientes de que es el Señor quien nos guía y sostiene.

Hemos hecho una reflexión sobre los comienzos del Instituto y del momento en el que nos encontramos. Os entregamos este folleto como recuerdo de este día.

En su día fuimos llamadas al Instituto de Misioneras Seculares fundado por Don Rufino Aldabalde.

¿Quién fue?

Un sacerdote que nació en Aya (Guipúzcoa) el año 1904 y murió en 1945. Sobre él - escribe Don José María Javierre y afirman los que lo conocieron - que, en un corpachón de casero vasco latía un corazón cargado de ternura, y no tuvo reparos en expresarla en la compleja situación política y social que le tocó vivir en el País Vasco de la primera mitad de siglo.
Don Rufino era un hombre intuitivo y los que le conocieron lo saben muy bien. Sabía lo que quería, e intuía con claridad cuál era la necesidad de la Iglesia en aquel momento. Fue un hombre que se adelantó a su tiempo: la evolución del mundo y la respuesta de la Iglesia, a través del Concilio, vinieron a darle tanto la razón como la funda-mentación teológica.
Su intuición la podríamos resumir en estos puntos:

Quiso incorporar en su movimiento a la mujer, así nacieron las misioneras. Les entregó su espíritu.

El germen sembrado por Don Rufino contenía algo nuevo en la historia: aún no se conocían los Institutos Seculares y ya Don Rufino decía:

Las quiero con espiritualidad propia y sin hábitos, vestidas con normalidad. Con una actitud misionera: abierta, siempre en estado de misión, al servicio de la Iglesia y con compromiso evangélico.

El Instituto supuso un gran paso hacia una nueva forma de consagración. Sólo en parte, pudo Don Rufino realizar su propósito (toda innovación escandalizaba). Adoptó en los comienzos muchas prácticas propias de la vida religiosa. Pero no fue amigo de estructuras:

La vida pierde frescura cuando se la encorseta.

También decía:

...un reglamento es lo primero que se pide y lo último que se da

Alguien observó que lo principal para él era la vida, el movimiento, el impulso del Espíritu.

La organización ocupaba en su mente un lugar secundario... Sin embargo el Espíritu debía estar en un cuerpo organizado, de otro modo se diluiría en el vacío.

Con el Instituto de Misioneras, Don Rufino consigue impregnar de ese Espíritu nuestra organización.

Los Institutos Seculares no existieron en la Iglesia hasta el año 1947, o sea, dos años después de la muerte de Don Rufino. Fue con la promulgación de "Provida Mater Ecclesia" por Pio XII.

En aquella época se profundiza en el ser propio de los Institutos Seculares: la secularidad vivida en consagración. Y fue entonces cuando llegamos Teresa y yo. Era el año 52. Hacía siete años que había muerto Don Rufino.

María Camino [Gorostiza Lecumberri, viuda de Ezcurra, nacida en Pamplona en 1910] a su muerte, tomó el testigo. Ella había sido su colaboradora fiel en la fundación y le había oído repetidas veces:

Si la obra es de Dios, seguirá adelante y si no ¿para qué la queremos?

Existían ya las tres casas de Ejercicios en el País Vasco, y siguieron multiplicándose por toda España.

Hoy nos encontramos en esta casa que, para nosotras tiene un sentido especial, ya que en ella comenzamos en Cataluña y por esto hacemos esta celebración aquí

Trabajamos en colaboración con los movimientos de Acción Católica, en obras sociales de todo tipo y apostolado rural. A partir del reconocimiento de los Institutos Seculares por la Iglesia, (como he dicho antes por la "Provida Mater"), el IMS fue aprobado como Instituto Secular el 2 de febrero de 1955.

Y la expansión misionera llega a Europa, y con los emigrantes, a diversos países de América del Sur y del Norte. También a África.

Y llega el gran acontecimiento de la Iglesia: El Concilio Vaticano II que representó para el mundo un camino de esperanza .Y nosotras leímos en Él una fuerte invitación a la renovación, siempre movidas por aquella fuerza inicial que D. Rufino le impregnó:

Firmes en lo fundamental, flexibles en lo accidental, abiertas a las necesidades de la Iglesia y del mundo...Universales...

CÓMO INTENTAMOS VIVIR HOY EL CARISMA DE DON RUFINO

Y yo me pregunto, ¿cómo puedo vivir plenamente el otoño y el invierno de mi vida como mujer cristiana IMS?

Don Rufino decía:

Me preguntan ¿qué harán cuándo sean viejecitas? Tendrán su misión.

Es la nuestra, una historia construida con la colaboración de muchas personas: compañeras IMS y tantos amigos que nos han ayudado. Gracias a todos. Gracias a nuestros padres que nos iniciaron en la vida cristiana.

Maite Almandoz

Gracias por la visita
Miquel Sunyol
sscu@tinet.fut.es 
Marzo 2003
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