Cristología
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Ius belli
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JUSTIFICACIÓN TEOLÓGICA
DE LA CONQUISTA
A su vez, la calificación de una guerra como justa por parte de la autoridad religiosa suprema (es decir, el Papa) legitimaba instituciones tales como la de la encomienda y por cierto también la empresa de la conquista. Es el argumento de fray Alonso de Loaysa formulado el 23 de mayo de 1512 en su carta a los dominicos de la Española:
... pues que estas islas las ha adquirido Su Alteza iure belli
, y Su Santidad ha hecho al Rey donación de ello, por lo cual ha lugar y razón alguna de servidumbre...
El Papa, como vicario de Cristo, habría recibido el dominio del mundo (Matías de Paz, José López de Palacios Rubio); la donación de Constantino de las tierras del antiguo Imperio Romano de Occidente justificaba también jurídicamente este dominio (Matías de Paz, Palacios Rubio)
Es también el argumento de Martín Fernández de Enciso en su memorial de 1519 en donde se dice que:
Todos los maestros teólogos que allí se hayaron, e el confesor del Rey Católico con ellos, declararon que el Papa podía haber dado aquella tierra al Rey Católico, e que el Rey les podía enviar a requerir que se la diesen, e que sino se la quisieran dar, les podía hacer la guerra e tomársela por la fuerza e matarlos...
El argumento de la justificación de la conquista para la difusión de la fe fue sostenido, como se sabe, también en los dictámenes de 1531 relacionados con las guerras en la Nueva España, por Cristóbal de Barrios, Martín de Valencia, Francisco de Soto y Francisco Jiménez.
Una variante del argumento teológico es la consideración de la conquista como la apropiación de un continente hasta entonces dominado por Lucifer. Los escritos de fray Bernardino de Sahagún o la carta del obispo Julián de Garcés al Papa (principios de 1535):
Ganémosles más tierras en las Indias al demonio, que las que él nos hurta con sus turcos en Europa
son una buena prueba de esta demonización del Nuevo Mundo y de la llamada "tesis de la compensación" (cfr. Isacio Pérez, 1984, 125).
Este argumento parecería valer, desde luego, sólo mientras no se hubiera logrado la cristianización: una vez alcanzada, la conquista quedaría por cierto justificada, pero la permanencia del conquisador en América perdería su razón de ser. El alcance temporalmente limitado de esta justificación sugirió la conveniencia de buscar un argumento más fuerte. Es el argumento del castigo: la conquista es una operación-castigo, dirigida contra los indios a causa de su infidelidad y sus violaciones del derecho natural. Es la tesis de los dominicos Reginaldo de Morales y Vicente de Santa María, y de Palacios Rubio, entre otros.
Por cierto que el argumento de la cristianización podía ser invertido por lo que respecta a sus efectos de dominio y sostenerse que mientras la cristianización no hubiera sido lograda, la soberanía imperial sobre las Indias era tan sólo una expectativa jurídica, un ius ad rem
. Así lo pensó Bartolomé de Las Casas (cfr. Vidal Abril, 1984, 251).
La argumentación teológica, en sus versiones de "humanidad incompleta", "compensación de las conquistas del demonio en Europa" y la consiguiente satanización del Nuevo Mundo, "conversión" y "castigo", tiene desde luego la ventaja de que, por su carácter absoluto, alivia de toda duda, pero también el no pequeño inconveniente de que presupone la aceptación de una fuente religiosa única de justificación y, al reducir la ética a un capítulo de la teología, cierra la posibilidad de una justificación racionalmente sostenible.
Ernesto Garzón Valdés
Justificación ética de la conquista
Hemeroteca Virtual ANUIES