Cartas de su hermano Juan Luis

también jesuita, comunicando su muerte

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Queridos amigos:

Esta carta "circular" pero personal, la escribo en nombre propio, de mi padre y hermanos, etc. a destinatarios diversos y de ahí algunas incoherencias que pudieran aparecer en el uso de singular/plural, etc. Se trata de comunicar la muerte de mi hermano FERNAND0 ocurrida, como ya se ha hecho público, el pasado 13 de Julio. Nosotros lo supimos a finales de octubre pero nos pidieron por justas razones que no lo dijéramos y de ahí nuestro silencio incluso al ser preguntados. Espero que se comprenda.

Hace casi diez años, cuando iba a ser ordenado sacerdote en Guatemala, Fernando me mandó una carta que ciclostilé para enviar a una serie de conocidos. Hablaba de su opción y motivaciones con toda ilusión refiriéndose sobre todo a "una mejor y más total entrega a los pobres", y citaba el conocido texto de Lucas 4,18ss. En las cartas últimas que de él nos llegaron, modificadas muchas circunstancias, seguía latiendo este compromiso pleno con los más abandonados.

Fernando estuvo en España unos pocos días en junio de 1980, con ocasión de haber venido a Roma para una reunión de jesuitas con el P. Arrupe. Poco después ya nos manifestaba por carta su unión con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). Decisión que lógicamente le costaba por los peligros que entrañaba (aunque la verdad es que esto me lo imagino, pues él nunca se lamentaba de esto o de las dificultades exteriores que suponía el vivir en la montaña, escondido, perseguido, etc.) y por la posición en que le colocaba su decisión frente a la Compañía. Comprendiendo que ésta no acepta tales adscripciones y no queriendo comprometerla, pidió su salida de la Orden. Aunque los trámites se siguieron, el correspondiente permiso sólo fue concedido después de su muerte. Debo decir que las noticias que nos han llegado a través de compañeros suyos encierran siempre un gran respeto y un enorme cariño hacia él y todos están convencidos de que obró siempre según su conciencia y buscando lo que le parecía mejor para ayudar a los pobres. No es el momento de mayores reflexiones sobre la situación en Guatemala, pero me permito sugerir que pensemos en lo que surgiría en nosotros si fuéramos testigos de la muerte violenta (a menudo después de torturas y violaciones, etc.) de amigos, familiares, lo mismo niños que ancianos, una y otra vez: ojalá no fuese el odio sino el deseo de defenderles y lograr la única paz verdadera que se fundamenta en la justicia. De lo que ocurre por otros sitios es difícil opinar a distancia y la postura más sensata es el respetar y comprender.

Cuánto me gustaría que fuera el mismo Fernando quien pudiera escribir esta carta explicándonos un poco mejor todo. Como esto no puede ser debemos aceptarlo dentro del misterio que siempre encierra la vida, aunque con la fe que se nos ha dado todo resulte mucho más luminoso. En la ultima carta que nos llegó (la única en 1982) que estaba fechada precisamente el 2 de julio, once días antes de su muerte, se interesaba por los asuntos familiares, etc. y demostraba una vez más su alegría de poder estar en una lucha que consideraba camino único para la paz y la justicia: "habremos dado la vida por lo más grande, y nuestra esperanza seguirá siendo una luz para los demás", escribía como dando a entender que siempre tenía delante la posibilidad de una muerte cercana.

Antes de terminar quiero recordar un párrafo de la carta citada antes de 1973: "Pedía al Señor que no tema "ser contado entra los malhechores" ni ser "signo de contradicción para muchos". Ese fue el camino de Jesús y no es el discípulo mayor que su maestro"...".

Agradecemos vuestras oraciones y deseo que el recuerdo de Fernando nos impulse a vivir con mayor profundidad el Evangelio. Un abrazo

Juan Luis Hoyos S.J.

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Muy amados en Cristo:

Habiendo esperado inútilmente hasta ahora alguna carta desde Guatemala o Centroamérica que me hiciese saber algún dato de la muerte de mi hermano Fernando, me decido a enviar esta "breve", notificación que muchos estarían esperando.

La mañana del 4 de marzo el periódico "El País" publicaba una nota cuyo titulo era: "El ex jesuita español Fernando Hoyos murió como guerrillero guatemalteco". Es la única noticia que he tenido ahora: Como explico en la carta adjunta del 7 de marzo, escrita para algunas familias amigas de casa y que en algún caso he mandado también a jesuitas que al enterarse me escribieron: me pareció que a los jesuitas convendría proporcionarles más datos y es lo que estaba esperando y que por el momento no llega.

De todos modos las noticias coinciden con lo que a fines de octubre me dijo un jesuita español que trabaja en Centroamérica. y había sabido de primera mano el hecho. Nos traía una carta de pésame del EGP que es el grupo guerrillero al que él estaba unido. Y en ella nos rogaban que no lo hiciésemos publico por e1 momento. De ahí el difícil silencio que nos pareció obligado guardar.

Mi hermano entró en el noviciado de Salamanca el 20.9.1960 después de acabar el Preuniversitario en Valladolid (San José), aunque el bachiller lo habla iniciado en Vigo en donde nació el 24 de marzo de 1943. Después del juniorado hizo Filosofía en Comillas (1964-65) y Pullach (1965-67). Estando allí pidió al P. Arrupe ir a Centroamérica y el P.Vizmanos le destinó efectivamente. Magisterio en El Salvador (allí coincidió entre otros con Rutilio Grande, siendo éste ya sacerdote en el Seminario que dirigía la Compañía). La teología la hizo en Lovaina (1 año), Madrid (2) y Guatemala (1). Se ordenó sacerdote el 23 de diciembre de 1973. Desde entonces trabajó en el CIASCA, en la capital y yendo con frecuencia a las zonas del interior, en el Quiché, etc. Le tocó vivir accidentalmente el terremoto de Managua en diciembre de 1972 (iban a comenzar aquella noche los Ejercicios, creo). Luego, por supuesto, el de Guatemala en febrero de 1976 (estaba, precisamente por los pueblos del interior-montaña, alguno de los cuales casi desapareció). Su trabajo pastoral con los indígenas pronto le trajo líos pues recuerdo que en cierta ocasión, hacia 1977 tal vez, intentaron secuestrarlo grupos militares o paramilitares, librándose por poco. Tuvo también un accidente de moto (conducía otro y un coche les embistió huyendo) que alguno atribuía a intento de alguien no muy amigo ... Desde hacía tiempo estaban vigilados y amenazados él y otros jesuitas del CIAS. Cabe recordar que el P. César Jerez, provincial, guatemalteco, no podía entrar en su país por "prescripción gubernativa".

Mi hermano, una vez hizo los últimos votos, pasó a ser de la provincia de Centroamérica. También obtuvo la nacionalidad guatemalteca. A España no vino hasta 1980 y eso aprovechando que le habían enviado a una reunión en Roma. Estuvo aquí siete o diez días. Poco más tarde nos comunicaba a los familiares su integración en el EGP. No es ocasión de extenderme en sus planteamientos y motivaciones. Sobre su petición de dimisorias ya doy algún dato en la otra carta. La concesión se hizo el 18 de septiembre, más de dos meses después de haber muerto.

Agradezco de un modo especial que le encomendéis en la oración y particularmente al pueblo de Guatemala por el que quiso sacrificarse. Tal vez nosotros habríamos elegido otro final, pero no me cabe duda: Su vida dio sentido a su muerte.

Affmo. en Cristo

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