Las pinturas de las cuevas prehistóricas,
¿son teología?
       
Eugen Drewermann
Se dice que Ud. no capta el sentido de la historia y no lo toma realmente en consideración 
A mi juicio, la historia humana juega un papel fundamental. Creo que hay pocos teólogos que, en su reflexión, concedan un lugar tan determinante a la marcha de la historia tal y como yo la entiendo.

Pero hay algo que a menudo constituye una clara divergencia con los demás teólogos: para la mayoría de ellos, la "historia" se reduce al tiempo que va desde Abrahán a Cristo y al papa actual. Se trata de un trozo ínfimo de la duración del cosmos, de nuestro planeta tierra, de la vida y del mismo hombre. 

¿Para qué teólogos las antiguas pinturas de Altamira y de Lascaux juegan un papel digno de consideración en el plano religioso? No se dan cuenta de lo indispensable que es el conocimiento del pensamiento de los cazadores de la era glaciar para descubrir cómo y por qué nació la idea de consumir un dios en la forma de un determinado alimento. Estos frescos son testimonio del pensamiento de los hombres de hace treinta mil años, del hombre de Cromañón. En aquel entonces, se mataba a un animal, que de hecho era divino, y se recibía a la misma divinidad en el alimento, en la fuerza de la carne matada y consumida. Desde esta perspectiva la eucaristía, tal y como es comprendida todavía hoy, parece un sacramento “arcaico”, cuyas raíces vitales se remontan a esta protohistoria.

¿Fue esa la intención de Cristo?
En el sentido en que acabo de explicar, seguro que no. Algo así era impensable para un judío. En cualquier caso, el gesto en sí es arcaico, extremadamente antiguo. Este único ejemplo es suficiente para ver que la historia tiene una amplitud mayor que la que le suelen conceder la mayoría de los teólogos.
Dice que esos cazadores antiguos pretendían "comer" un dios...
En la medida en que me esfuerzo por considerar la historia en sus dimensiones reales, estoy subrayando cómo nuestras visiones religiosas particulares exigen ser comprendidas a partir de su propia cultura y de su contexto espacio-temporal. Por eso me parece capital recordar que es imposible tratar cuestiones actuales de orden religioso basándose en ciertas informaciones presuntamente históricas. Se trata de un problema que ya planteó el existencialismo. 

También aquí me distancio de la posición de numerosos colegas, en la medida en que siempre me pareció que la Biblia debía ser leída de una forma “históricamente” crítica. Entonces se ve cómo numerosos pasajes considerados más determinantes, en el Nuevo Testamento sobre todo, no pueden ser entendidos de una manera “histórica”, aunque sí contienen imágenes o símbolos muy utilizados por los hombres.

Sobre este punto particular, la mayoría de los teólogos cultivan lo que llamaría una zona gris de deshonestidad y de ambigüedad. Para referirme a un ejemplo claro, la Navidad no habría que entenderla en un plano propiamente histórico. Sería honrado admitir que Jesús no nació en Belén; que su madre no era virgen en el sentido biológico del término; que ningún mago oriental peregrinó hasta el portal; que ninguna estrella se paró encima del portal; que Herodes no decidió la matanza de los inocentes de Belén, y que los ángeles no cantaron ni los pastores le adoraron. Todo eso es leyenda.

Al saberlo, muchos creerán que el cristianismo en su conjunto es erróneo. Por mi parte, en cambio, creo que es decisivo saber que, en sí mismas, estas imágenes tienen un sentido y un contenido que denotan una profunda cohesión, como si de un poema se tratase. Son ellas, en efecto, las que nos enseñan de verdad lo que representa en el fondo la persona de Jesús. De ahí mi preocupación para que el mito vuelva a tener su sitio y su significado. La biblia, en sus pasajes decisivos, nos transmite, en efecto, las verdades últimas sólo con una forma de expresión “mítica”.

Y entonces llegan algunos teólogos y me reprochan no tomar en serio la historia. ¿Significa no tomar en serio la historia si afirmo que la Biblia relata ciertas experiencias decisivas al estilo de un poeta y no de un periodista? Sólo de esta forma es posible que surja algo a lo que tengan acceso los hombres de todos los tiempos.

En uno de sus escritos habla de la Edad de Piedra en lo que se refiere a determinados comportamientos.
Sí, nosotros, los cristianos, estamos completamente anticuados en relación a la sociedad a causa del gran número de estructuras arcaicas que se mantienen en el cristianismo y que hemos dogmatizado en vez de interpretarlas críticamente y existencializarlas. Por ejemplo, la idea de que el Hijo de Dios debe ser matado y consumido para la redención del mundo. Se tratas de una idea absolutamente arcaica, un ritual que procede de la Edad de Piedra. Ciertamente, se trata de un arquetipo que hay que tomar muy en serio dado su propio peso y su influencia en la psicología. Pero es precisamente la razón por la que es necesario reconocerlo como tal, sin ver en él la expresión directa de la revelación divina.
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de 
Empacho de Teología
Eugen Drewermann
Dios inmediato
Pág 45-58
Ed. Trotta

 
Gracias por la visita
Miquel Sunyol
Diciembre 2000
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