Dos años después que Inocencio III confirmó de
viva voz las reglas de su Orden, le hallamos de nuevo en Roma, adonde fue
a recabar del Papa el cumplimiento de la promesa que éste le hiciera
en 1210, porque ya estaba en condición de poder afirmar a Inocencio
que «Dios había multiplicado el número de sus hermanos»
y, en consecuencia, de pedir que se le confiase «una misión
de mayor empeño».
Por desgracia, son pocas las noticias que tenemos de este tercer
viaje de Francisco a Roma...
En Roma continuó su costumbre de predicar en las calles y encrucijadas,
y dicen que en una de estas predicaciones conquistó dos nuevos discípulos:
Zacarías, futuro misionero en España, y Guillermo, que fue
el primer inglés que abrazó la Orden.
Mucho más importante para el destino futuro de la Orden fue
la amistad que entonces trabó con una señora a la que luego
llamó, por cortesía y por su carácter varonil, «Fray
Jacoba»: era la dama Jacoba de Settesoli, esposa del noble romano
Graciano de Frangipani, la cual tendría entonces unos veinticinco
años de edad.
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La familia de los Frangipani es una de las más antiguas de Roma,
como que se la hace descender de aquella Gens Anitia, que en el
curso de los siglos ha contado entre sus vástagos a un Benito de
Nursia, a un Paulino de Nola, y a un Gregorio Magno. El año 717
fue cuando el jefe de esta familia, que entonces lo era Flavio Anicio,
se granjeó el honroso sobrenombre de Frangipani, «partidor
del pan», por una copiosa distribución de panes que hizo en
una hambre que afligió a la Ciudad Eterna en dicho año. A
principios del siglo XIII los Frangipani poseían en Roma extensas
propiedades en el barrio del Transtévere y sobre el monte Esquilino,
donde, entre otras cosas, les pertenecían los restos imponentes
del famoso Septizonium de Septimio Severo, nombre que aún subsiste
en Roma, aunque un poco alterado, en la Via delle Sette Sale, que es de
donde le venía a la esposa de Graciano Frangipani el apellido de
Settesoli.
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Por lo que respecta a Jacoba, afirman que descendía de una familia
normanda de Sicilia. Su nacimiento puede colocarse por los años
de 1190, puesto que ya en 1210 estaba casada y era madre de un hijo, llamado
Juan. En 1217, pocas semanas después de la muerte de su marido,
dio a luz otro hijo, a quien puso el nombre de Graciano.
Pero sus relaciones con Francisco datan de 1212, relaciones que
las ulteriores visitas del apóstol umbriano trocaron en la más
piadosa y fiel amistad. Dijo entonces San Francisco.
¿Los pobres
"de verdad"
suelen tener
amigas ricas?