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Tu comentario público al tema de la resurrección no dejaba muchas dudas, a mí al menos, acerca de tu no-fe en la misma. Venías a decir que la predicación de la primitiva comunidad cristiana, respecto al tema que nos ocupa, iba condicionada por la necesidad de su "homologación" con las otras religiones circundantes, las cuales pregonaban la resurrección de sus dioses respectivos.
La intervención, así a "palo seco", bien merecía como tantas otras tuyas, una seria discusión, dado que no se trata de un tema menor, pero el personal lamiarriteño hace mucho tiempo que no desea "entrar al trapo" en tus excesos verbales porque dicen las malas lenguas que en el fondo lo que buscas es un pelín de protagonismo... Nadie dijo nada.
Tu confesión de fe resurreccionista durante el desayuno del día siguiente, ¡extensiva nada menos a todos los dichos dioses! te la podías haber ahorrado si la hubieses hecho en el lugar y tiempo adecuados, es decir, en la puesta en común del día anterior. Al recalcar únicamente el tema, por otro lado muy discutido históricamente, de la creencia generalizada en resurrecciones de dioses diversos y la prisa de los cristianos por acomodarse a ello, dejas la firme experiencia de los primeros cristianos acerca de la resurrección de Jesús en un lugar más bien poco decoroso, ¿no?
Por otro lado, repasando Hechos 17, para nada queda claro que, al menos en el mundo grecorromano, la idea de la resurrección fuese minimamente admitida. Tanto es así que una de las razones principales del rechazo que encuentra Pablo en Atenas es precisamente su predicación de la resurrección de los muertos. Puestos a "acomodarse", ¡a qué demonios anunciar algo inadmisible!
De cualquier modo, pelillos a la mar. Tu vuelta a la ortodoxia va por un excelente camino después de la exposición del primer día con la que nos dejaste entre asombrados y decepcionados a los que esperábamos artillería gruesa... Eres decididamente imprevisible.
Un abrazo,
Demetrio
Mi exposición del primer día
fue la primera parte del tema ¿Servir o imitar? (que recientemente he "colgado" en la web) con una breve introducción. Si quieres leer esta introducción
Gracias
por la visita
Miquel Sunyol sscu@tinet.cat Septiembre 2004 |
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Para los conocedores de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio no es necesario advertir que estos tienen -a manera de prólogo- el texto llamado Principio y Fundamento. En los Ejercicios de una semana se suele dedicar el primer día a la consideración de este texto.
Al ofrecerme a hacer el "Principio y Fundamento", lo hice principalmente por una razón práctica: que unos días antes había dado una charla a un grupo de mujeres de las AUS (Auxiliares diocesanas), entre las cuales está una hermana mía, y podía tener ya el material apropiado para un primer día de Ejercicios.
Principalmente, pues, una razón práctica. Pero, profundamente, había otra razón: el de no ser inconsecuente, el de preservar mi coherencia interna.
Fiel a la dinámica de los Ejercicios, en este primer día de Principio y Fundamento no me veo obligado a animaros a hacer oración ni a que penetréis en un coloquio con Nuestra Señora, con Jesucristo o con el Padre Eterno.
Los técnicos de Ejercicios, al menos el P. Casanovas, dicen que el Principio y Fundamento "se puede proponer, bien como documento, bien como materia de oración".
Yo, como podéis suponer, hago la opción de presentarlo como documento, aunque creo que dejo las puertas abiertas para que, quienes quieran, lo puedan recibir como "oración".
Y aquí vendría bien recordar lo que ya hace muchos años decía un jesuita -según él, el párroco más alto del mundo- de que habría que buscar una espiritualidad para los jesuitas que no hacen oración. Muy desencaminado no iría aquel párroco de las minas cuando estos días tiene serios peligros de ser nombrado Provincial.