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EL PROSLOGION D'ANSELM DE CANTERBURY

Extractat de n'Alfredo Fierro

Quan la "no-existència de Déu"
comença a "sortir de l'armari"

Anar a Pòrtic
de n'Alfredo Fierro

Com ja he dit altres vegades, la presentació per part meva del text d'un autor no vol dir la meva adhesió, sinó, tot simplement, és una invitació a la seva lectura i reflexió.

En medio de una cristiandad en alza y de credo cristiano incuestionable no era de esperar un texto como el del proslogion de Anselmo de Canterbury, que se aplica a razonar la existencia divina frente a insensatos que la niegan: texto inopinado y sin precedentes en la historia del cristianismo. Algo debe de estar aconteciendo por debajo de la ubicua presencia de la fe para que un piadoso autor se ocupe en una tarea que hasta entonces había parecido innecesaria, una empresa, desde luego, del todo novedosa dentro del pensamiento judeocristiano.

Los judíos no habían tenido necesidad de argumentarlo, puesto que Yahvé era su divinidad nacional y eso no se razona […]

Tampoco necesitó razonarlo la primera predicación cristiana. Lo que en ella más se acerca a un argumento o, más bien, a una retórica en pro del Dios de Jesús, está en un pasaje de Hechos de los Apóstoles (17, 23), donde Pablo, en Atenas, ante un altar al "dios desconocido", alega estar allí para darlo a conocer [...] En los siglos siguientes tampoco los escritores eclesiásticos sintieron la necesidad de demostrar o razonar la existencia de Dios.

Los filósofos griegos y romanos, en su mayoría, creían, como el pueblo, en la existencia de los dioses [...] La más extensa discusión precristiana sobre el asunto, que se le antoja muy incierto, se halla en Cicerón: Sobre la naturaleza de los dioses. Asume Cicerón como muy probable la existencia de dioses por razón del acuerdo universal, por reconocerla la mayoría de los filósofos y de los pueblos [...]: "una creencia que todos los hombres comparten debe ser necesariamente verdadera".

Aunque sin precedentes cristianos, el texto de Anselmo sí que los tiene en el Islam [...]

Desde ese mismo siglo IX, dentro del Islam existe una "doctrina" -falsafa, en árabe- que en ciertos trazos anticipa lo que será en Europa el Renacimiento y luego la Ilustración. Son intelectuales que lo cultivan todo, como más tarde los renacentistas: ciencia natural, medicina, teología. Los maestros de esa doctrina, los faylasufs o pensadores, llevan a cabo el mismo intento emprendido después por la Escolástica, en especial por el tomismo: una síntesis integradora de la revelación, en su caso del Corán, con la filosofía griega. No siempre se aceptó la síntesis; o no de modo pacífico [...]

Frente a la ciencia y la cultura de los árabes, la incipiente de los monasterios solo puede emular, ir a la zaga, no competir. Así que hay que leer los autores árabes no ya por placer, ni tampoco solo para refutar, sino también para aprender; y, además, no ya solo aprender a expresarse con corrección y elegancia, sino para instruirse en cuestiones de fondo, sustantivas; en buena medida, tomar de ellos, aunque también, y si es posible, rebatirles (1). [...]

El empeño de Anselmo en vindicar, mediante la razón, a Dios se ubica, pues, en la misma línea de los faylasufs y de su tema central: la relación entre la fe -el texto sagrado- y la razón. Con amplitud mayor, y puesto que también florece por entonces la teología judaica: se ubica en el contexto de los tres monoteísmos, de las religiones del libro y correspondientes teologías, que se disputan la hegemonía religiosa desde Al-Andalus hasta Medio Oriente.

*     *     *

Monje benedictino, italiano, nacido en Aosta en 1033, Anselmo se traslada a tierras británicas y rige la sede arzobispal de Canterbury desde 1093 hasta su muerte en 1109. A mitad de su vida escribe el proslogion: literalmente un logion o discurso ante alguien, ante Dios, una plegaria dirigida a él, por tanto. Forma pareja este escrito con el titulado monologion, este, en cambio, una meditación a solas, un monólogo sobre la racionalidad de la fe.

La singularidad del proslogion reside en ejercitar el lema de San Agustín de crede ut intelligas, cree para entender, y su complementario de intellige ut credas, entiende para creer, o, lo que es igual, la fides quaerens intellectum, la fe en pos de comprensión, de inteligencia, el creyente que consulta a la razón, aunque bajo la forma de una plegaria que busca el oportuno razonamiento. Un texto del profeta Isaías da la pauta en ese enfoque: "Hasta que no tengas fe, no podrás comprender". Presenta dos aspectos la adopción de ese lema teológico: la necesidad de creer para llegar a entender; la de entender de otra manera para llegar a creer, para creer mejor.

Pese, sin embargo, a su formato de invocación a Dios, el verdadero interlocutor en ese pasaje del proslogion es el insipiens: el insensato, el necio, que piensa a Dios, pero lo niega. De cara a él, en medio de la plegaria, arma Anselmo el andamiaje de un razonamiento, que intenta demostrar lo impensable de la inexistencia de Dios: si pensamos a Dios, es porque existe y existe de manera necesaria.

El insensato de Anselmo, a quien apunta y quiere rebatir no es Avicena o alguno de sus correligionarios, teólogos del Islam. Es el agnóstico, el incrédulo de una u otra religión, sea persa o europeo, pues Europa bautizada y Persia islamizada no implican por fuerza una Europa y Persia universalmente creyentes. Empieza a haber agnósticos, o ateos, que no esconden su indiferencia religiosa. En Bagdad, capital califal, Omar Khayyam (1048-1131), investigador y filósofo, confiere expresión poética, en Rubaiyat, a un hedonismo agnóstico, de acento -hoy se diría- postislámico y posreligioso, en cuya onda puede declarar: "Jamás murmuré una oración" y "No me preocupa saber si Dios existe, ni el destino que me reserva". El consejo mayor de ese hedonismo de Khayyam es el horaciano carpe diem, "apresa el día", la exhortación a los goces de aquí y ahora: "Desde que las religiones te prometen el paraíso, intenta crearte uno en la tierra, porque acaso el otro no exista".

Contemporáneos en un buen trecho de sus respectivas vidas, Khayyam no tuvo por qué serle conocido a Anselmo. Pero sí, con entera seguridad, a este no le son desconocidas las ideas que el persa expresa y que acaso empiezan a insinuarse entre europeos bautizados: de escepticismo, hedonismo y agnosticismo, este último larvado, pero que se deja ver.

El razonamiento del proslogion toma como punto de partida un versículo de los salmos: "Dijo el necio en su corazón: No hay Dios(2). Comienza, pues, en estilo convencional, al modo tópico de la literatura eclesiástica: en exégesis de un pasaje bíblico. Pero no hay que engañarse con ese arranque según pautas al uso. Anselmo no argumenta en virtud de la autoridad de la Escritura. Antes, al contrario, procede a partir de un hecho, de una realidad social para entonces ya incipiente o quizás nunca del todo cancelada: algunos "necios" niegan a Dios. La cita de los salmos funciona como mera cláusula de estilo, trámite obligado de la escritura eclesiástica. Anselmo menciona al salmista como podría traer a un cronista que documentara el dato sociológico de que, en efecto, hay insensatos. Los hay allí y entonces: insensatos que dicen no haber Dios.

Ahora bien, ¿qué es Dios? A Anselmo se le debe la primera definición filosófica y formal del Dios del monoteísmo: no es contribución pequeña. Lo define en un latín conciso -"id quo maius cogitari nequit"-, que admite o, más bien, requiere más de una traslación y acercamiento en castellano: "aquello mayor de lo cual es imposible pensar nada"; o bien y más sencillo: "lo máximo que pueda pensarse". Y su argumento consiste en razonar que eso máximo concebible "no puede estar únicamente en el entendimiento": no puede no existir objetivamente, pues en ese caso podría pensarse algo más grande todavía, algo que además de máximo en el pensamiento, incluyera, encima, la objetiva existencia real. La noción misma de Dios -o, en rigor, de infinito-, por consiguiente, exige que exista en verdad: que "Dios", lo infinito, se halle tanto en la mente como en la realidad. Y al necio le refuta con un golpe argumentativo eficaz para cualquiera que admita la omnipotencia del pensamiento: nadie que piense a Dios, que pueda concebir lo que Dios es, puede al propio tiempo sostener que no haya Dios. A ese golpe, que a partir de la esencia conceptual infiere la existencia real, se le llama "argumento ontológico".

Indudable comienzo de la teología medieval, de la Escolástica, el proslogion de Anselmo es, en un sentido cierto, asimismo el primer texto de una teología cristiana en la acepción estricta de un discurso razonado o pretendidamente tal. [...]

El breve fragmento anselmiano, además, posee valor germinal. Pocos textos ideológicos han dejado tras de sí tanta estela: en prolongaciones, en glosas, en análisis [...] Por lo general, sin embargo, no resultó convincente el argumento de Anselmo (3). Todavía en vida suya le contradijo Gaunilo en su Liber pro insipiente -Libro en defensa del insensato- razonando, con buen tino, que los humanos no están autorizados a moverse de manera tan simple del intelecto a la realidad. [...]

El argumento de Anselmo no convence: a poco contacto con la realidad que se le pida al conocimiento no pueden equipararse pensar y conocer. Se estima, con todo, que su refutación definitiva -si en esas lides puede hablarse de contundencia- ha de esperar a la Crítica de la razón pura de Kant, quien, además, muestra que los demás argumentos a favor de la real existencia de Dios, en particular, el basado en la finalidad del universo, presuponen el ontológico y están viciados de raíz por él. Kant deja muy claro que el pensamiento no puede establecer, por sí solo, la realidad o existencia de cosa alguna, solo de sus propios "entes de razón", entelequias mentales.

El razonamiento halla una réplica fácil incluso dentro de los esquemas de Anselmo, pues el insensato agnóstico, en verdad, no piensa a Dios, no lo concibe. Asume Anselmo que el incrédulo dice: "No hay Dios". Pero ¿y si no dice ni siquiera eso, no dice nada? Entonces se desarma y viene abajo su andamiaje. O en réplica aún más radical: quizás ni siquiera Anselmo piensa a Dios, porque Dios es impensable, inconcebible. Se salta con eso a una posición del todo opuesta: es bien dudoso que en rigor haya un pensamiento y concepto de Dios. En la propia tradición cristiana, en la rama de una teología negativa, está la cauta advertencia de "si comprehendis, non est Deus": si lo entiendes -lo comprendes, lo abarcas-, no es Dios.

Así que a nadie, mucho menos al "necio", al agnóstico, cabe argumentarle a partir de que haya tenido el pensamiento o idea de Dios. Realmente ni siquiera el teólogo ha tenido tan imposible pensamiento. A toda teología cabe objetarle que lo de "Dios" es un galimatías impensable, un concepto que no es tal, sino un simple flatus vocis, mero soplo de voz, una palabra sin referente, ni contenido conceptual alguno.

Para no pocos filósofos, la vaciedad del concepto de Dios, también del Dios cristiano, se desprende de un análisis lógico. Puede mostrarse a partir de la imposibilidad de concebirle a la vez infinito y personal; o, todavía más de raíz, a partir de la imposibilidad de concebir infinito alguno. [...] Al anselmiano "id quo maius cogitari nequit", parece fácil contraponerle un cauteloso "id quod cogitari nequit": aquello que ni siquiera puede ser pensado, un "Dios" no ya pensable, sino, al contrario, inconcebible. Nadie, ni el insensato, ni el más sesudo teólogo, ha tenido jamás el pensamiento o concepto de Dios; nadie ha podido tenerlo.

De todas formas, por sofístico que sea su argumento, a Anselmo se le ha de reconocer el alto mérito de haber iniciado en el ámbito cristiano un debate racional acerca de Dios y su existencia. Hubo precedentes del debate solo fuera de la tradición cristiana. Cicerón había debatido sobre los dioses y había concluido su naturaleza incierta. De Buda se dice que guardó silencio enigmático y se limitó a sonreír ante la pregunta por los dioses (4). En el Islam del siglo X, los faylasufs se habían planteado si era posible, o no, un camino racional hacia la existencia divina. Pero no se lo plantearon los judíos, ni tampoco los venerables doctores de los primeros siglos, los "padres de la Iglesia". Si en tiempos de Anselmo aparece la cuestión y hace falta aplicarse a demostrar la existencia de Dios, es porque ha empezado a aparecer problemática en el seno de la cristiandad.

[...] El discurso de Anselmo, más allá de su propósito directo, el de apuntalar la existencia de Dios, hace explícito un eslabón decisivo para toda teología: la autosuficiencia del pensamiento, del "logos". No es ya el "Logos" con mayúscula, el del prólogo del evangelio de Juan, sino el "logos" del pensamiento humano, que, sin embargo, queda magnificado cual si fuera el de una mente soberana, creadora de la realidad, y que se atreve, en consecuencia, a vindicar la verdad objetiva de todos sus productos, ideas y fantasías. [...]

Aun en su endeble razonar, Anselmo se muestra como un inteligente adelantado. Se anticipa casi un siglo a las primeras instituciones escolásticas: a los Estudios Generales o Universidades, a los tratados teológicos sistemáticos.

Alfredo Fierro
Después de Cristo
Pág 188ss
Editorial Trotta

(1) En el siglo IX, Álvaro, obispo de Córdoba, escribe: "Muchos de mis correligionarios leen poesías y cuentos de hadas de árabes; estudian las obras de los filósofos y teólogos mahometanos no para refutarlos, sino para aprender a expresarse en su lengua con una mayor corrección y elegancia". Texto en P. Brown, El mundo en la antigüedad tardía: de Marco Aurelio a Mahoma, Taurus, Madrid, 1991, p. 234
(2) Salmos 13, 1 y 52, 1
(3) Que el de Dios es un concepto cuyo contenido o esencia envuelve necesariamente la existencia
(4) R. Panikar, El silencio de Dios, Guadiana, Madrid, 1970

Postil·la 1

Les "trampes" d'Anselm
Fragment d'una carta meva a Ramon Alaix (7 de febrer 1993)

Tinc altres maneres de passar el temps. Ara m'he posat a llegir i resumir el CUR DEUS HOMO del nostre vell amic Anselm, aquell de la "fides quaerens intellectum" i que tenia allò tan original de que si hom es posava a pensar la cosa més gran que mai pogués existir, aquesta cosa es posava a existir. El llegeixo a la col.lecció de "Clàssics del cristianisme", col.lecció assessorada entre altres pel Pep Vives (a cada llibre que venen es creuen més útils al país), i el llibre en qüestió està introduït i traduït pel nostre antic company i amic J.M.Udina Cobo.

Tu ja saps que a mi m'agrada fer trampes jugant al parchis (tots tenim les nostres febleses humanes), però mai hagués arribat a imaginar-me que un sant, i un sant com sant Anselm, fes trampes per defensar la Santa Trinitat. Ja fa una mica de temps que veia jo que en això de la Trinitat hi havien coses una mica rares. L'Udina es pregunta:

¿Es tracta, per part seva, d'una maniobra intencionada, per tal d'aconseguir -agreujant l'error de Roscelin i fent-ne, així, una heretgia- una condemna d'aquest error?

La trampa consistia en afegir, de la seva pròpia collita, en una carta dirigida al concili de Soissons, animant aprofitant-se de la seva reconeguda fama d'home savi i prudent als pares conciliars a condemnar al "heretge" sense deixar-lo parlar, aquesta frase: "hom podria parlar veritablement de tres déus", cosa que sembla que el nostre bon amic Roscelin (l'Udina diu que és el pare dels nominalistes), el heretge en potència, no ho venia a fer ni a dir.

A vegades em pregunto què és el que ara creuríem si no hi haguessin hagut, al llarg de la història, ni aquestes trampes, ni la "sucia historia" que ens explicava el Faus d'un d'aquells grans concilis, ni les fogueres que rostien els heretges, ni la pila d'anatemes, ni aquestes condemnes sense deixar parlar... Sense aquests "entrebancs" les formulacions de la nostra fe haguessin anat evolucionant i avui dia la nostra fe ja no seria la mateixa: suposo que tots estaríem d'acord que la frase de Joan 1,14 (I la Paraula es va fer carn) era una bella imatge poètica.

Postil·la 2

El "cas Roscelin"

  1. ¿Qui és Roscelin de Compiègne?
Segons el Petit Larrousse, que puc consultar a casa meva, és
Un philosophe scolastique du XIe siècle, fondateur de nominalisme; un des maîtres d'Abélard.
Segons l'Enciclopedia de la Religión Católica, que també puc consultar a casa meva
Nacido en Compiègne hacia 1050 y muerto hacia 1120 o 1125, este filósofo francés representa el primer pensador medieval que en la discusión de los universales propugna y defiende el nominalismo, representando una novedad en la larga etapa de formación de contenido filosófico-teológico de la Edad Media.

Fue monje en su ciudad natal. Por aplicar sus doctrinas a la explicación de la Santísima Trinidad fue condenado en el Concilio de Soissons (1093), retractándose al parecer por miedo de sus herejías.

Resulta difícil hablar con exactitud de las doctrinas de Roscelin. Por una parte, son escasos los escritos de él conservados, y a esto hay que añadir que frecuentemente sus contradictores le conceden la paternidad de doctrinas más que dudosas.

Lo importante en Roscelin no es tanto su postura teórica como su aplicación teológica. Conforme con el nominalismo, lo importante en la Santísima Trinidad son las tres personas. Éstas son la única realidad, con lo que vamos a parar a una concepción triteísta: tres dioses. En caso contrario, argumentaba Roscelin, habría una confusión de personas. Las tres personas son casi tres dioses; de no ser así, las tres personas se habrían encarnado en Jesucristo, en vez de ser solamente la segunda. La Trinidad está compuesta, pues, de tres substancias. Pero es aquí donde descubrimos una palpable confusión entre "substancia" y "persona", y esta confusión era la que le achacaban sus contradictores.
  1. ¿Què en sap Anselm de Roscelin?

Segueixo resumint les pàgines 15-20 de la Introducció de Josep Manuel Udina a Per què Déu es va fer home?, de la col·lecció Clàssics del Cristianisme.

Vers l'any 1090, Anselm és assabentat per una carta d'un dels seus monjos, Joan, aleshores lluny de Bec, que un tal Roscelin de Compuègne no sols professa des de fa temps una doctrina herètica sobre la Trinitat i l'Encarnació, sinó que a més diu que Lanfranc i Anselm mateix hi estan d'acord.

Lanfranc: director de l'escola i prior del monasteri de Bec, abat de Saint-Étienne de Caen, arquebisbe de Canterbury. Mestre i amic d'Anselm. Havia mort l'any 1089.

Molt possiblement aquesta carta és l'única informació que Anselm tindrà mai sobre les doctrines de Roscelin.

Roscelin de Compiègne planteja la questió de si les tres persones [de la Trinitat] són una sola cosa i no pas tres coses per si mateixes, com tres àngels o tres ànimes, de manera tanmateix que per la voluntat i pel poder són totalment quelcom únic; i en tal cas el Pare i l'Esperit Sant s'han encarnat juntament emb el Fill

  1. Primera reacció d'Anselm

En 1091, no sense un cert retard -de gairebé un any!- Anselm contesta al seu corresponsal amb una altra carta en la qual esbossa una refutació de la doctrina en qüestió, alhora que expressa la seva intenció de tractar més àmpliament el tema, cosa que ja ha començat a fer.

Pel que fa a allò que diu [Roscelin], que les tres persones són tres coses, o bé vol [d'una banda] que s'entengui quant a les tres relacions -és a dir,quant al fet que, de Déu, en diem Pare, i Fill i Esperit que procedeix del Pare i del Fill-, o bé vol [d'una altra banda] que s'entengui quant a allò que [de cada peesona] en diem Déu. Ara bé: si diu [d'una banda] que les tres relacions són, elles mateixes, tres coses, aleshores és superflu que ho digui, perquè ningú no nega que, en aquest sentit, les tres persones siguin tres coses [amb el benentès tanmateix que hom sàpiga en quin sentit anomena coses les mateixes relacions i de quin gènere es tracta, en parlar així, i que hom deixi clar si les relacions mateixes formen entorn de la substància alguna cosa -com ho fan molts accidents- o no la formen; i no sembla que ell ho entengui correctament, això, per tal com hi afegeix que la voluntad o el poder [potestas] és quelcom únic, car les tres persones, elles mateixes, no tenen pas la voluntad o el poder quant a les relacions, sinó quant al fet que cada persona és Déu); però, si diu [d'una altra banda] que les tres persones són tres coses en el sentit que cada persona és un déu, aleshores o és que vol constituir tres déus o és que no sap el que es diu.

Aquesta carta de resposta pot ser considerada com un resum substitutori (un resum, tanmateix, prou massa breu) del tractament més ampli anunciat. Tal tractament més ampli serà la Carta sobre l'encarnació del Verb.

  1. Segona reacció d'Anselm

A principi de l'any següent -és a dir, poc abans del concili de Soissons (al qual haurà estat convocat Roscelin per donar raó de la seva posició doctrinal)- Anselm remet a Foulques, bisbe de Beauvais (i antic monjo de Bec), una carta, demanant-li que el representi -llegint aquest escrit seu- en el concili que se celebrarà i on no podrà assistir. Aquesta carta manifesta un to solemne i condenatori.

  • Excusa Lanfranc (que ja era mort) i ell mateix de la imputació que els feia Roscelin d'estar-hi d'acord.
  • Exagera clarament l'heterodòxia de Roscelin

He sentit, cosa que no puc creure sense dubtar-ne, que el clergue Roscelin diu que en Déu les tres persones són tres coses separades l'una de l'altra, com ho són tres àngels, de manera tanmateix, que llur voluntad i llur poder [potestas] són quelcon únic; altrament dit: que el Pare i l'Esperit Sant s'han encarnat, i que hom podria si l'ús ho admetés- parlar veritablement de tres déus.

És evident l'exageració d'Anselm al sentenciar que, segons Roscelin i quant a la Trinitat, "hom podria parlar veritablement de tres déus", afirmació que no es trobava en la carta del monjo Joan (la seva única font d'informació).

  • I amb gran duresa proclama l'anatema contra ell, exigint que ni s'accepti discutir sobre les seves doctrines, sinó que se li plantegi directament la necesitat de retractar-se'n.

Qualsevol qui n'ha volgut negar alguna cosa [del símbol de la fe cristiana] i qualsevol qui -sigui home o àngel- ha sostingut concretament com a veritat una blasfèmia com la que acabo de consignar i que he sentit dir que proferia Roscelin, que sigui anatema! I m'hi refermo, tot afegint-hi: tot el temps que ell persisteixi en aquest capficament, que sigui anatema! Perquè ell de cap manera no és cristià. I si ha estat batejat i si ha estat nodrit entre els cristians, de cap manera no ha de ser escoltat, i cap explicació [nec ulla ratio] no se li ha de demanar del seu error, ni se li ha de donar de la nostra veritat; sinó que, des del moment que la seva perfidia sigui palesa sense dubte, que anatematitzi ell el verí que ha vomitat en proferir-lo, el seu error; o, si no se'n retracta, que ell mateix sigui anatematitzat per tots els catòlics

  1. La "trampa" d'Anselm

Per què Anselm afegeix, de la seva pròpia collita, la frase en qüestió ("hom podria parlar veritablemet de tres déus"), i ho fa precisament en una carta dirigida en darrer terme a una censura conciliar?

  • ¿Es tracta, per part seva d'una maniobra intencionada, per tal d'aconseguir -agreujant l'error de Roscelin i fent-ne, així una heretgia- una condemna d'aquest error?

Hom no pot excloure aquesta alternativa. No deixa de ser significatiu, en efecte, que en cap de les dues versions de la Carta sobre l'encarnació del Verb -que no és, en el fons, sinó un comentari i una rèplica a aquella doctrina de Roscelin sobre la qual li havia informat el monjo Joan- mai no apareix la frase exageradora. Tampoc no apareix a la carta d'Anselm al monjo Joan.

D'aquesta Carta sobre l'encarnació del Verb en posseïm dues recensions: la primera redacció es remunta als anys 1901-1092 -encara a Bec-, mentre que la segona, definitiva i molt més extensa versió, correspon als anys 1093-1094, ja a Canterbury, en la qual insisteix en el caràcter únicament indirecte del coneixement que té de la doctrina de Roscelin.

  • ¿Fou una reacció visceral al veure que Roscelin involucrava al seu mestre i amic Lanfranc (que ja no es podia defensar) i a ell mateix en els seus errors?

Desmentir la connivència que Roscelin els atribuia no apareix ni en la carta al monjo Joan ni en la versió definitiva de la Carta sobre l'encarnació del Verb; sí que apareix tant en l'escrit remès a Foulques com en la primera redacció de la Carta sobre l'encarnació del Verb.

  • ¿Resultava odiós als ulls d'Anselm el fet que el blasfem es pretengués cristià?

I és que resulta d'allò més insensat, i és infructuós, de remetre a la incertesa de les qüestions dubtoses, a causa d'un hom que palesa no entendre-ho, allò que de la manera més sòlida ha estat fundat sobre la pedra ferma. La nostra fe, en efecte, l'hem de defensar raonablement contra els no creients, però no contra aquells qui confessen compalure's en l'honor del nom de cristians. Perquè, d'aquests, hom ha d'exigir per justícia que guardin incommoviblement el compromís pres amb el baptisme. I el que els hem de fer palès de manera racional és com d'irracionalment ens menyspreen. Car el cristià ha de progressar per la fe envers la intel·ligència, però no ha d'arribar a la fe per la intel·ligència ni ha de desdir-se'n de la fe, pel fet que no encerti a entendre-la. Sinó que, quan pot assolir d'entendre-la, se n'alegra; i quan no ho pot, accepta amb veneració allò que no pot copsar.

"Vegeu com defensa aquest cristià la seva fe", constata Anselm una i altra vegada amb un sentiment proper a la consternació.

  • ¿És una reacció instintiva d'autodefensa davant el fet que hom l'inculpès de connivència amb postures sospitoses d'heterodòxia i que aquesta inculpació pogués estendre's?

No deixa de ser significatiu el detall que en Anselm es trasllueixi en endavant una mena de complex que hom pugui dubtar de la seva doctrina i que, així, tant en la definitiva versió de la Carta sobre l'encarnació del Verb com en el Per què Déu es va fer home insisteixi a sotmetre els seus escrits a la censura dels superiors, i, sobretot, del papa.

Postil·la 3

Un segle més tard: el "cas" es repeteix"

El "cas Roscelin" fóra aleshores una anticipació (en un grau menor) d'allò que en un futur no molt llunyà també s'esdevindrà com a "cas Abelard": el paper de Roscelin correspondrà a Pere Abelard, i el d'Anselm (amb la seva carta) a Bernat de Claravall (amb la seva mateixa presència). El 1121, en efecte, un altre concili de Soissons (com el del cas Roscelin, doncs, i que ara tindrà a més una reedició en el concili de Sens, del 1140) convocarà Abelard perquè doni raó d'algunes proposicions de les seves obres (la famosa Ètica, entre elles); però, en arribar a l'assemblea, Abelard es trobarà de sobte que no el deixen parlar, sinó que hom li presenta un llarg llistat de frases seves, totalment descontextualitzades, i li exigeix que se'n retracti; el responsable de la llista i del parany conciliar haurà estat Bernat de Claravall, declarat adversari de Pere Abelard.

El paral·lelisme entre el "cas Roscelin" i el "cas Aberlard" segueix: i és que tampoc no sembla que, en un i altre cas, els resultats hagin estat diferents: sense cap convicció i sense gaire sinceritat, ambdós inculpats es retracten, però després segueixen pensant i dient el mateix que abans. Per això hi haurà un segon concili contra Abelard [el de Sens de 1140]; i d'aquí també el fet que Anselm cregui convenient -un o dos anys després del concili contra Roscelin- de reclamar a l'abadia de Bec, des de Canterbury, el manuscrit de la seva primera versió de la Carta sobre l'encarnació del Verb, que hi corria de mà en mà sense el seu vist-i-plau, per tal de refer-la i concloure'n la redacció: convençut que Roscelin no s'havia desdit de les seves doctrines. Anselm en voldrà enllestir la refutació en una versió acabada i definitiva de la Carta.

Gràcies per la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
11 agst 2017
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