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LA DOCTRINA (que los evangelios ponen en labios) DE JESÚS

Extractado de Alfredo Fierro

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de Alfredo Fierro

Como ya he dicho otras veces, la presentación por mi parte del texto de un autor no significa mi adhesión, sino, simplemente, es una invitación a su lectura y reflexión.

El retrato evangélico de Jesús quizá retrata más a los propios evangelistas que al Jesús allí retratado. Con mayor probabilidad aún, la doctrina que los sinópticos ponen en labios de Jesús refleja, sobre todo, la del ambiente en que ellos escriben, un paleocristianismo que ha empezado a desgajarse del judaísmo, pero que lleva aún consigo la impronta, las ideas e ideales de este. De los sinópticos de desprende así, y en consecuencia, una doctrina unitaria y coherente, con verosimilitud histórica, aunque, por otra parte y por eso mismo, poco original, judaica todavía y poco innovadora. Las páginas doctrinales de los sinópticos, de modo paradójico, valen de fuente fiable para conocer las enseñanzas no tanto de Jesús, como del judaísmo coetáneo.

[...]

La verdadera -limitada- estatura moral y religiosa de Jesús se hace patente en la comparación no ya solo con la sabiduría culta de la lejana China o la más cercana Grecia, sino también con el propio judaísmo de su tiempo. La doctrina suya en los sinópticos no parece diferir mucho de la vigente entre los esenios e incluso entre los fariseos, por otra parte, caricaturizados y denostados. El precepto de tratar al prójimo como a uno mismo, que a veces se presume medular y distintivo de ella, pertenece, casi a la letra, a la enseñanza del rabí Hillel el Viejo, que vivió en el siglo I aC, y que, según la Mishna judaica, instruía: "Lo que es odioso para ti no lo hagas a tu prójimo. Eso es la entera Ley, lo demás es explicación". Jesús pudo perfectamente haber sido un fariseo de la liberal y no legalista escuela de Hillel(1).

Se ha transmitido, pues, como del Jesús, del histórico o del sinóptico, una doctrina que no era solo suya: en todo caso, no tan específica suya como se predica. Ni siquiera lo era el ver a Dios como un padre benévolo, a quien cabe dirigirse y orar. Esta visión está ya en la Biblia judía, en varios de los profetas; y la oración del "Padre nuestro" no va más allá de las plegarias de los salmos.

Respecto a doctrina y actitud religiosa, y en la escena del judaísmo de entonces, pueden darse por seguro unos pocos puntos, a saber:

  1. la religión de Jesús es opuesta, del todo contraria, a la de los saduceos, materialistas, hedonistas
  2. no difiere mucho de la de los fariseos
  3. y se asemeja, sobre todo, al esenismo, tal como lo describen Filón y Josefo, y, en la mayor medida, a la rama esenia segregada, conocida por la biblioteca de Qumrán y refugiada allí antes de Jesús y en su mismo tiempo. La semejanza máxima del perfil de Jesús en cuanto rabí se da con el "Maestro de Justicia" -o "de rectitud"-, un personaje real documentado en los textos de Qumrán, que vivió probablemente a mediados del siglo II antes de nuestra era.

No parece que Jesús se haya anticipado en enseñanza alguna. No cabe señalar una sola afirmación suya radicalmente novedosa respecto a los textos bíblicos hebreos. Lo que sí hay, y meritorio, es una síntesis clara y eficaz de ideas religiosas del momento, acertadamente reunidas por Jesús o por los evangelistas, tomando la persona de este como abrazadera y referencia(2). En esta síntesis, el maestro galileo no se muestra superior a otros maestros, y ni siquiera aparece con sello distintivo de unas doctrinas propias que no se hallen asimismo en otros: en el judaísmo tardío, en los esenios.

Por otra parte, puede que muchas de las enseñanzas adjudicadas a Jesús por los evangelistas sean de estos más que suyas, igual que mucho de lo dicho por Sócrates en los Diálogos pertenece en verdad a Platón.

Queda en Jesús la figura de un maestro, un rabí, que tuvo la fortuna de contar con activos prosélitos que guardaron y propagaron sus recuerdos, mientras que los de otros judíos anteriores, como el Maestro de Justicia, o coetáneos como el samaritano gnóstico Simón Mago, mencionado despectivamente en Hechos 8, 9-11, pronto pasaron al olvido.

Alfredo Fierro
Después de Cristo
Pág 76-83 (fragmentos)
Editorial Trotta

(1) Así conjetura K. Armstrong, Una historia de Dios, Paidós, Barcelona, 2006, p. 117
(2) Es la tesis que se desprende de la obra, en sintonía cristiana, de J. Leipoldt y W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid, 1973

Apostilla 1

El "Padre nuestro" ¿era una "copia" del Quaddish (una de las oraciones más conocidas de la liturgia sinagogal)?

El "Padre nuestro de Jesús y los suyos". ¿De Jesús? ¿De los suyos?

¿Qué vigencia tiene el "Padre nuestro de Jesús y los suyos" fuera de su contexto histórico?

Si no fuera por el Documento Q ¿qué sabríamos por el resto del Nuevo Testamento del "Padre nuestro de Jesús y los suyos"?


Las respuestas a estas preguntas
las encontrarás en el primer capítulo
de mi Catequesis sobre el Padrenuestro:

¿Qué reivindicaba Jesús y los suyos?

Apostilla 2

Jesús y su Abba (su papá Dios)

Roger Haight, en jesús, símbolo de Dios, nos advierte:

Finalmente es totalmente seguro que Jesús se refirió y llamó padre a Dios. Jesús no es en esto original, pues existen numerosas referencias e invocaciones dirigidas a Dios como Padre en la tradición judía. En el libro de la Sabiduría, por ejemplo, el justo "alardea de que Dios es su Padre" y que él "es hijo de Dios", a quien éste liberará de sus enemigos (Sab 2, 16.18). La connotación general del término es que Dios tiene el poder y la autoridad, y que se caracteriza por el amor y el interés personal. Hay muchos pasajes en los Evangelios en los que Jesús se refiere o invoca a Dios como Padre. Lucas hace decir a Jesús: "Te doy gracias, a ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra…" (Lc 10, 21). El texto combina una petición directa a Dios como Padre con la soberanía de éste, el interés divino por la salvación y la parcialidad de Dios para con los débiles y dependientes.

Que Jesús prefería dirigirse a Dios como "Abbá", y que este término era el equivalente al de un niño que llama a Dios "papá", estableciendo así una relación familiar, única y personal entre Jesús y Dios, fue una tesis ampliamente aceptada desde que la propuso Joachim Jeremias a principios de los años sesenta del siglo pasado. Recientemente, sin embargo, esta idea ha sido criticada de modo que hoy se estima en general que es una propuesta improbable tal como fue propuesta por Jeremias(3). El término "Abbá" no parece tener el significado que corrientemente le es atribuido, sino que se trata de una expresión del lenguaje de los adultos. Generalmente también, el que Jesús se refiera a Dios como padre es criticado por las teólogas feministas(4).

La intención de la crítica feminista es romper el vínculo normativo entre el lenguaje actual cristiano para Dios y las instituciones patriarcales androcéntricas y sus modelos de pensamiento(5).

(3) Entre otros, Geza Vermes, Jesús and the World of Judaism, Philadelphia, Fortress Press, 1983, pp. 41ss; James Barr, "'Abba'Isn't 'Daddy'": Journal of Theological Studies NS 39 (1988), pp. 28-47; James Barr, "'Abba, Father? And the Familiarity of Jesus' Speech": Theology 91 (1988), pp. 173-17
(4) Por ejemplo, Mary Rose D'Angelo. "Abba and 'Father?, Imperial Theology and the Jesus Traditions": Journal of biblical Literature 111 (1992), pp. 611-630, y su artículo "Theology in Mark and Q, Abba and 'Father' in Context": Havard Theological Review 85 (1992), pp. 149-174.
(5) "La dificultad de la apelación al uso de 'Padre' por parte de Jesús con la intención de restringir otras opciones para la designación de Dios radica en que comprime un lenguaje pluriforme, sutil, subversivo en un molde exclusivo, literal y patriarcal que simplemente no hace justicia a los testimonios que tenemos" (Elizabeth A. Jonson, She Who Is: The Mystery of God in Feminist Theological Discourse, New York, Crossroad, 1992, p.82).

Apostilla 3

Lo que Filón y Josefo dicen de los esenios. Y también lo que dijo Plinio el Viejo

Y una pregunta:

¿Por qué los evangelios hablan de los fariseos, de los saduceos, de los celotes y nunca de los esenios?

¿Por qué Josefo habla de los fariseos, de los saduceos, de los celotes, de los esenios y nunca de los seguidores de Jesús?

Y un cuadro comparativo entre la "comunidad" descrita en los Hechos y los grupos esenios descritos por Josefo.

Un documento de Qumrán: el 4Q521: mi segunda "perla de gran valor"

¿Compartían los seguidores de Juan Bautista y los seguidores de Jesús de Nazaret y los seguidores del enigmático Maestro de Justicia de los escritos de Qumrán una misma esperanza?