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JESÚS, EL LIBERADOR

Extractado de Alfredo Fierro

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de Alfredo Fierro

Como ya he dicho otras veces, la presentación por mi parte del texto de un autor no significa mi adhesión, sino, simplemente, es una invitación a su lectura y reflexión.

El Jesús real, el que seguramente vivió, permanece incógnito en gran medida: un desconocido, aunque no un enigma. Realmente no hay en él enigma alguno (que reclame ser magnificado en misterio), sólo desconocimiento por carencia de fuentes fiables. Pese al ingente trabajo exegético-histórico desplegado para clarificarlo, identificarlo, retratarlo, permanece en gran medida inaccesible, incierto. Han podido establecerse sobre él nada más que unas pocas certezas, demasiado frágiles como para apoyar sobre ellas todo el peso de la milenaria fe cristiana, una fe asentada, por tanto, no sobre el Jesús de la historia, sino sobre su memoria, sobre relatos legendarios.

En el Cristo, más que en cualquier otro personaje, la leyenda y la ficción, más poderosas que la historia, han devorado a la realidad.

No deja de sorprender, por eso, que en propósito loable de movilizar la fe cristiana a favor de la libertad y de la justicia, se enarbolen como tesis inconcusas meras conjeturas con nula fiabilidad histórica y con exiguo respaldo en los propios evangelios.

Se asegura, por ejemplo, que la causa de la muerte de Jesús fue "un combate por la justicia" y que "él derribó los símbolos opresivos: enfermedad, posesión, depreciación social, exclusión, pecado" (Ch. Duquoc y otros).

El texto de los evangelios no autoriza, en absoluto, a asegurarlo. El único símbolo opresivo con el que, según ellos, Jesús tropieza y que quiere derribar, es el legalismo sostenido por la aristocracia sacerdotal en una aplicación rígida de la ley de Moisés. Pero, además, la escasa fiabilidad de los evangelistas torna irrisoria cualquier tesis de este corte. La vida y la doctrina de Jesús no derriban nada; si acaso, son las leyendas acerca de él las que derriban, y ni siquiera las leyendas primigenias, sino algunas lecturas muy posteriores de las mismas.

En efecto, otras lecturas, las dominantes durante siglos, no han contribuido a derribar símbolos opresivos, sino a consolidarlos. Lo que, de modo paradójico, permite adjudicar a Jesús los más audaces gestos frente al poder no es la presencia de indicios de ello, sino su ausencia: es carecer de historia. El difuso espectro del Jesús del Nuevo Testamento constituye arcilla entre las manos para poderlo modelar, cada cual, según las preferencias de su corazón.

Alfredo Fierro
Después de Cristo
Pág 33-34 (fragmentos)
Editorial Trotta

Apostilla 1

Jesús y el "legalismo" judío

A veces se presenta a Jesús como un "llanero solitario" en combate encarnizado contra todos los judíos, que son unos legalistas de miedo.

Esta presentación conlleva, como mínimo, dos "ignorancias".

  • Por una parte, ignora la pluralidad de grupos que se consideraban "seguidores de Jesús" y el que algunos de ellos siguieron observando ciertas "legalidades" judías.
  • Por otra parte, ignora la pluralidad de "escuelas" (cada maestrillo tiene su librillo) que existían dentro del judaísmo de los tiempos de Jesús, que podían llevar sus discusiones a las calles y a las plazas.

Juan Antonio Pagola podría ser uno de los del "llanero solitario". En uno de sus sermones (sobre el pasaje de la mujer adúltera) del 2010 decía:

Así es Jesús. Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo.

En aquel momento (2010) le oponía el comentario de John P. Meier, quien, comentando el mismo pasaje de la mujer adúltera, acababa diciendo:

Pero, aunque el hecho básico fuera histórico, no avanzaríamos más allá de la obviedad de que Jesús consideraba el adulterio un pecado, pero instaba a la indulgencia y al perdón para la mujer que había incurrido en él.

Unos años más tarde (en 2013) me podía hacer esta pregunta: ¿Era Jesús el único judío que compartía esta "obviedad"?

Pues había encontrado en "Le Pharisien Liberé" este texto:

Por otra parte, en su tiempo, Jesús no era el único rabí que "militaba contra la pena de muerte, institución divina". El Rabí Eleazar ben Azariah (siglo I dC) afirmaba que un Sanedrín (es decir, un tribunal) que hubiera decretado la muerte de un hombre, aunque sólo fuera una sola vez en setenta años, estaba "sediento de sangre". R. Akiba (quien apoyó la revuelta anti-romana de Bar Kochba en el año 136 dC.) y R. Tarfon (vivió entre la destrucción del Templo y la derrota de Bar Kochba): "Si nosotros hubieramos establecido el tribunal, ningún hombre hubiera sido ejecutado".


Ampliar este tema:

Y una tercera "ignorancia", la de las diferencias existentes entre el judaísmo galileo y el judaísmo judaíta o jerosolomitano. John S. Kloppenborg en su estudio sobre el documento Q (Q. El evangelio desconocido).

  • En defensa del movimiento de Jesús, los artífices de Q construyen una noción de Israel y de sus héroes épicos que se sitúan en oposición a Jerusalén, a la dinastía herodiana, a los fariseos y legistas.
  • El conflicto de Q con los fariseos y sus prácticas hieráticas (pureza y diezmos) representa una lucha entre la piedad autóctona galilea y una incursión de influencia judaíta y sacerdotal
  • La acitud ambivalente de los galileos respecto del templo y de la Torá judaíta ayuda a entender la peculiar retórica de Q
    • No cuestiona la circuncisión (a diferencia de Pablo)
    • Ni la observancia sabática (a diferencia de Marcos)
    • Supone como evidente la diferencia entre judíos y gentiles (Q6, 33; 12, 30)
    • Critica los puntos que eran objeto de controversia entre la población galilea: las distinciones relativas a la pureza (Q 11, 39-41), el pago de los diezmos(Q 11, 42), el papel de Jerusalén y el templo en la economía social y religiosa del norte (Q 11, 49-51; 13, 34-35)
  • Los ayes de Q 11, 39-52 representan una forma de resistencia a las presiones (probablemente ejercidas mediante la presencia periódica de fariseos) para hacer extensivas a Galilea las formas judaítas de unas prácticas orientadas al templo
    • Q no rechaza de plano las distinciones relativas a la pureza ni el pago de diezmos,
    • satiriza las prácticas de pureza, sumamente específicas de los fariseos, que adoptaron el diferenciado régimen de pureza de la casta sacerdotal de Judea
    • resistencia a cualquier expansión de prácticas encaminadas específicamente a contribuir al sostenimiento del templo del sur
  • Lo significativo de Q 11, 39-41 y 11 42ab es que los fariseos promueven un sistema diferenciado de pureza y pago de diezmos, y con ello reflejan los apetitos "rapaces" de los intereses de la élite,
  • Los escribas de Q también se resistían a todo intento por imponer una visión de Israel sureña y definida hierocráticamente, en la cual los asuntos humanos giraban en torno a un santuario central y a sus cargos sacerdotales.

Los documentos evangélicos hablan de esa injerencia centralizadora proveniente de Jerusalén sobre el judaísmo galileo

Mc 3, 22 kai. oi` grammatei/j oi` avpo. ~Ierosolu,mwn kataba,ntej e;legon o[ti
Els mestres de la Llei que havien baixat de Jerusalem deien:
Mc 7, 1 Kai. suna,gontai pro.j auvto.n oi` Farisai/oi kai, tinej tw/n grammate,wn evlqo,ntej avpo. ~Ierosolu,mwnÅ
Els fariseus i alguns mestres de la Llei que havien vingut de Jerusalem…
Gracias por la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
8 septiembre 2015
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