Epopeya de la plebe Francia, el orbe
todo, se aprestan a celebrar, el 26 de febrero, los doscientos años del
nacimiento de Víctor Hugo, figura máxima de su época, del romanticismo
francés, y genio de la literatura universal. Poeta, novelista y dramaturgo
íntimo, afectivo, apasionado, canta las luchas sociales en las que intervino.
De su vasta producción novelesca sobresale su novela "Los
Miserables", obra filosófico-simbólica en la que se describe la redención
de un individuo gracias a la expiación voluntaria; gran poema en honor del
pueblo. Allí, poeta y pensador funden ideas y emociones. Para él, lo
literario y lo social son una misma cosa. Formidables aciertos en el análisis
de pasiones, caracteres y actos, acusan al escritor genial. Su hondo sentido de
la justicia y su acendrada sensibilidad por la suerte de los desvalidos
constituyen el rasgo más señalado de su carácter, de su pluma. En lucha
frontal contra la tiranía, la opresión y la miseria, el autor cubre los más
variados escenarios de los conflictos sociales, quedando la injusticia social
de la Francia del siglo XIX magistralmente descrita y condenada. Lamartine
llegó a decir: "Este libro de acusación contra la sociedad podría
titularse más justamente la epopeya de la plebe; es la novela del pueblo, ora
crapuloso, ora soñador, a menudo sublime, sobre todo utópico, a veces
perjudicial, frecuentemente heroico". Pocas veces el
espíritu y los ideales de un pueblo habían estado tan orgullosamente
representados por la fuerza demoledora de la pluma y la inteligencia de un
auténtico revolucionario. Tal es el conjunto de matices sociales y
político-literarios de Víctor Hugo, que aún hoy, a dos siglos de su
nacimiento, Francia vive una real y apasionada hugolatría.
Ciertamente supo con su obra, con su imaginación vigorosa, activa,
estimulante, formular los grandes problemas, enigmas del universo, sobre todo
los que giran alrededor de la miseria humana y sus secuelas todas. Renovó,
así, y enriqueció como ninguno la lengua francesa. Adelantóse al deseo
de Sartre, para quien la literatura debía entenderse como un auténtico
apostolado, como un mensaje epocal, como un "compromiso" o
responsabilidad. Como littérature engagée, comprometida.
Literatura como arma de lucha, rectora de su tiempo. Escritor como
'soldado'. Soldado, combatiente, Víctor Hugo no tuvo sino una razón
para vivir: el compromiso para con su pueblo y su destino. Soñador, sublime,
utópico, heroico, su acento, su 'epopeya de la plebe' —desde los barrios
pobres de París— repercute en cada miserable acurrucado en la aldea global
que aturde al hombre hoy. Él que muy cerca del
ocaso de su vida escuchó las sinfonías inmortales de los mundos que lo
invitaban, muy bien sabía que la libertad tiene sus raíces en el corazón del
pueblo; así como el egoísmo social es un comienzo de sepulcro. |