Insomne lumbre
Expresar asombros y
nochuras. Enterrar la muerte. Inventar la vida. Abrirle los postigos a la
noche. Cerrar los ojos a la luna. Dar con el árbol del primer camino. Con la
vereda que nos vio salir. Tomarle el pulso al hambre. Saber del diapasón del
pobre. De las creencias de Dios y sus costumbres. De los rituales del viento
y sus cofrades. De la imagen horrenda del futuro. De la luciérnaga y su
antiguo enigma. Saber de la escritura de las piedras. De la alta
transparencia de los mudos. Del colosal silencio de los grillos. Tantearle a los sueños sus luceros.
Conocer las entrañas de las hojas. El corazón del bosque y sus vitrales. El
páramo, sus cuitas y plegarias. Desenterrar el misterio de la rosa. Ahuyentar
la sombra y sus reveses. Escapar del ladrido de la calle. Del hosco muñón del
peregrino. Del puñal que en la acera nos espera. O del barco que acecha
nuestras costas. Dar con el ámbar del primer arroyo. Traspapelar la terquedad
del lunes. Aullar juntos delante de los cielos. Escucharle al pobre su
alarido. Compartir esperanzas con el árbol. Esperar a que baile el arco iris.
Sabernos vivos todavía bajo el granado trigal
de la noche insomne. Registrar ventoleras, arrebatos y miserias. Expulsar el
despojo mutilado. Ser libres así el fuego nos cercene. Quitar algunas comas
al crepúsculo. Ver la noche sin que nadie contradiga. Morir de pie a pesar de los milagros.
Eludir la risa ensangrentada. Salvar la luz, sin la cual la tierra gemiría de
espanto. Dar con una migaja de soledad marina. Con el grano de arena que a
las costas de la divina antigüedad nos ata. Atravesar, siempre a la intemperie,
incertidumbres, agonías, interrogantes y tragedias. Dar forma al vacío de
modo que éste sea posible; ojos al poema para que pueda cruzar la calle; alas
a Dios para que pueda llegar al hombre. Robarle sin que sepa una sonrisa al sol
en la arboleda. Mirar el cielo solamente en el momento necesario. Cruzar, no
la aurora, sino el alma en que ampara su soñar. Ventilar, aupar, asolear la
eternidad cada día. Verse en el cielo gris, en la trémula víspera del júbilo.
Escuchar a la soledad y dirigirle la palabra. Llegar con los ojos abiertos a
la mirada final. A punta de hombre, tempestad y grito.
Por obra y gracia del asombro a secas. Por el relámpago final del hambre. Por
la luciérnaga y su insomne lumbre. Contar con la vigilia para el día. Con
porvenir para fraguar enigmas. Defender el milagro de la vida. La fogata que
lleve al alumbraje. A tiro limpio, la bondad del hombre. |