La poesía es Definir la poesía es una imposibilidad,
una utopía, algo que no puede hacerse. Yo preguntaría: ¿se puede definir la
vida? ¿Se puede definir la muerte, la música, el amor? No en vano, en el
siglo XVIII el padre Feijoo, al referirse a la poesía, hablaba de ese no
sé qué. Y no hace mucho Pedro Salinas decía: Todo comentario a una
poesía se refiere a elementos circundantes a ella: estilo, lenguaje,
sentimientos, aspiraciones, pero no a la poesía misma. La poesía es
una aventura hacia lo absoluto.
La poesía no se explica por circunstancias
exteriores. Mucho más que las vinculaciones entre poesía y biografía interesa
la relación entre la poesía y la vida interior. Creo que entonces
terminaríamos por comprender que toda vida, si se la vive en profundidad,
puede desembocar en la poesía.
La poesía no es un oficio o una profesión, sino una forma de vida. ¿Un
destino? Sí, es un destino. Pero es destino si el destino comprende azar,
necesidad y también libertad, lo cual es señalar de alguna manera que no hay
destino en la poesía sin creación. Prefiero pensar
en la influencia de toda la literatura sobre toda la literatura o de toda la
poesía sobre toda la poesía. Me interesa especialmente aquella idea de Eliot
referente a que toda obra nueva mueve a todas las demás, pasadas, presentes y
futuras. El sentimiento de formar parte de algo mayor que uno es el
sentimiento de formar parte de la humanidad, de integrar con otros seres, en
la misma situación y el mismo destino, una aventura común. Y la comunicación
con esos seres se da, básicamente, a través de la palabra. Y señalaría además algo que me resulta
significativo. En este momento, creo reconocer que hay una especie de
contracorriente que se está generando en muchas partes del mundo en cuanto a
una búsqueda de la esencialidad de lo poético, a un nuevo ahondamiento, más
allá de mucha demagogia poética que tuvo bastante éxito no hace mucho. Es
como si ciertas dificultades, ciertos problemas muy serios que se han
agravado en el mundo en estos años,
hubieran vuelto a convocar un nuevo entrañamiento de la poesía, en
busca de algo así como el fuego interior, aquello que el hombre puede
conservar, aquello que puede hacerlo vivir aunque carezca de todo lo demás.
Tal vez esté ahí la clave de ese retorno a las fuentes. La poesía
equivale, para el poeta, a alguna forma de salvación. En primer lugar,
la de sí mismo. Esa salvación equivale a la salvación del hombre: en sí mismo
y en los demás. ¿Tiene la poesía un futuro? Yo preguntaría: ¿es suplantable
la muerte, el hombre, el misterio, el infinito? ¿Es suplantable la palabra en
relación con todo eso? Si las respuestas son no, la poesía sí tiene un
futuro. El futuro de la poesía es como su pasado: para ella no existe el
tiempo. La poesía es. Fragmentos de: Juarroz, Roberto:
"Poesía y Creación -
diálogos con Guillermo Boido". Edición Carlos Lohlé, Buenos Aires,
Marzo de 1980 |