Día Mundial de la Poesía Definitivamente, es
difícil arrear la Poesía. Sea porque alguien a ciegas la persiga; sea porque
se la quiera institucionalizar por vía de Casas o Talleres, justamente de
Poesía; sea porque, por iniciativa de la UNESCO, se haya querido establecer,
desde noviembre de 1999, el 21 de marzo de cada año, el Día Mundial de la
Poesía. Máxime si se piensa
que se trata de un género “en peligro de extinción” o una causa al borde del
olvido. Ni género en peligro, ni causa camino del olvido, la Poesía, por el
contrario, “el poema es el lugar por el que se escapa el alma de un
pueblo” (Miguel Ángel Asturias). Nunca como en nuestra época, en la
que la tecnología rige nuestra vida cotidiana, dejará la Poesía de ser la más
alta expresión de la espiritualidad, puesto que “no hay arte sin
poesía” (Eugène Delacroix), siendo el lenguaje poético el que
apuntala toda y cada una de las artes. A pesar de las tantas
dificultades por amoldarla, amonestarla, amojamarla, amordazarla, amojonarla
- institucionalizarla -, la Poesía se niega rotundamente a ser víctima de
Decreto alguno. Por mucho que se pretenda que en el “Día Mundial de la
Poesía”, en el marco de las Olimpíadas de Delfos, los poetas saluden el
advenimiento del Tercer Milenio delante del oráculo; que los poetas reinen el
21 de marzo por una disposición de la UNESCO; voces autorizadas, conscientes,
con Gracián, de “saber sufrir necios... de que son tontos todos los que
parecen y la mitad de los que no parecen”, como la de Washington Benavides,
aseguran que “la poesía goza de buena salud”, en cuanto instrumento de toma
de conciencia de pueblos, comunidades, aldeas, en compromiso con el arte y el
hombre y el hambre. Tal como lo confirma el reciente, poético Discurso del
Subcomandante Marcos, en pleno corazón de América, el que no dudamos en
calificar de verdadero Manifiesto 2001. Lejos de cualquier
pretendida globalización del fenómeno poético o de que se llegue a calificar
a la Poesía de mero “aparato ideológico”, manoseada, traída, llevada, publicada, enriquecida, pulida
o adornada, lo que se evidencia en sus alforjas o morrales es una gama
universal, plena de lumínicas especificidades, de maravillosas posibilidades,
de infinitas formas de asombro, inspiración, creación, osadía, testimonio,
comunicación. Como el caso del Rincón de Haikus de Mario
Benedetti, que ocupa, hoy, el primer lugar de ventas en el mercado librero
mundial. Paradójicamente,
Koïchiro Matsuura, actual Director General de la UNESCO, sostiene que “la
poesía ocupa, entre las diferentes formas de expresión humana, un lugar
importante y particular... la poesía es algo más que un género literario
establecido y codificado: alienta todas las otras formas de expresión
literaria y artística... la poesía es poco exigente: una voz o una hoja de
papel bastan para darle vida. La encontramos en todas las épocas y en todos
los lugares, prueba de su universalidad y de su naturaleza trascendental. Una
cultura se reconoce en sus poetas porque son ellos quienes consiguen dar
forma concreta a sus pulsiones más secretas, a sus sueños más íntimos y a sus
aspiraciones comunes... La poesía es igualmente un medio incomparable para la
comprensión intercultural... (dentro de ) su vocación universal de diversidad
cultural y de paz en el mundo”. Mientras la lógica pretende explicar el mundo, será la Poesía
- Primavera y Sal de la Tierra
(Antonio Gala) - la que se
encargue de salvarlo. Sólo, entonces, la razón poética podrá rescatar para
nosotros el mundo destruido por la razón científica, la razón técnica y la
razón política. Sólo, entonces, “al amanecer, armados de una ardiente
paciencia, entraremos en espléndidas ciudades”. ( Arturo Rimbaud). Y
no se celebrará el funeral de la
Poesía en este siglo que amanece. Puesto que habrá de haber tiempo para la
Poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir. (18.03.2001)Espéculo.
Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid |