Entre magia, gozo y guerra
Haremos lo que nos
falta sin cortarle la cabeza a la nueva, vieja Libertad. Esquivando ruinas,
rendijas y tragedias, por la puerta grande entraremos al futuro. Procuraremos
que no se desvanezca más la Fraternidad, la legalidad de nuestras cosas y
modales entre la humana bruma. Reconoceremos, entre lluvias, quebrantos y
derrotas, la Igualdad que todavía no conocen las palomas. Desde las costas de la divina
antigüedad, iremos al cósmico descubrimiento de nuestros descubridores,
descubiertos ahora entre su selva oscura. Demostraremos que la historia
comienza allí donde los monumentos empiezan a ser inteligibles como el indio
que llevamos repleto de claves para el mundo y su conquista. De pueblo sin
memoria que se dijo, responderemos por la historia nueva, a punta de herejías
y retazos. De vacío para un experimento, escenario
apenas, seremos pueblo de pie ante el destino. Nuestro telúrico misterio es
el tamaño, la grandeza, que ahora defendemos. Y a soberbios solidarios, no
hay quien nos gane. Ya el salvaje sabe cual es su utópica presencia. Sujetos
de la historia, ante el orbe que nos mira, en la corriente, entre el
desierto, construiremos la nueva levadura, el nuevo pan: la paz, el lauro, la
memoria. Nuevos Comuneros, daremos socorro a
nuestros sueños. No araremos en el mar porque hollaremos duro el caos
primitivo con las cien cabezas de la hidra. Instauraremos la nuevavieja
costumbre de hombres-salvajes-buenos- malos entre la sombraluz, de manos con
el Sol. Haremos la síntesis, más allá de cruces, lenguas, misterios y
milagros. Daremos con el primer quejido yaraví, la sonrisa primigenia con que
saludáramos a nuestros dioses. Para decirle al mundo que en su
desierto, de tránsito, vamos perseguidos, persiguiendo. Con nuestros viejos
nuevos trastos, cántaros, chícaras, chorotes y tapices, daremos calor,
aguamiel y aguardiente a la esperanza, hasta hacer bailar a las estrellas,
cuando canten los gallos de otro modo, al despertar la nueva madrugada. Lejos quedaron los agobiantes lingotes
del camino, los espejos. Cosmos es ya el caos, ecuménica energía. Vamos con
el Creador y la creatura, en salvajes Catedrales, copulando en silencio,
anudados durante siglos, pisoteados por las bestias. Vamos con el horno
salvaje de todas las especies, con los manglares que penetran en el mar,
borrachos de salmuera. En cósmicos ayuntamientos, entre dioses,
árboles y piedras; con las altas hierbas, la obsidiana, el cocotero, la
libélula, la mosca, el escarabajo, la gaviota, la Mujer-Lagarto, el
Suelo-duro, la caña, la raíz, el tiburón, la fina polvareda del aire. Con el
hombre degollado hecho Luna. Con el buitre, el águila, la chicharra, el
armadillo; las enredaderas, los torrentes, las cerbatanas y todos los
caminos. Con Pachacámac, Atampam, Guamán, Jadán,
Gualanlema, Quilaquilago, Caxicóndor, Pumacuri, Tomayco, Cuchitaype,
Guaicaipuro, Paramaconi, Sorocaima, Duchinachay, Dumbay. Con nuevos paradigmas, instrumentos,
direcciones, firmas, sinclinales, singladuras, óleos, espátulas, escuadras,
capodastros, martillos, asombros y plomadas. A perseverar. A sobrevivir. A
nuestra hacencia. A la duda. A compartir. A comprender a los ladrones, los
grillos, los azulejos, los dementes, los zancudos. A quitarle zánganos al
viento. A agregarle estrellas a los cielos. Vamos a encontrarnos y a encontrar
siquiera una parcela, por mínima que sea, una franja de nuestra fecunda
antigua humanidad. Despiertos con el despertar del viento. |