¿Quién es el ser que nos dará la sombra? A Mons. Mario del
Valle Moronta Rodríguez
Lunes, 16 de octubre de 2000
Mientras la
pepsicola, líquido prodigioso para los rituales mágicos o antioxidante para limpiar
las bujías de los automóviles, se injerta, se confunde con la sabiduría de
nuestro curandero; mientras los ingentes supermercados imperiales nos retan
entre la oferta y la demanda o consumo faraónico, turbulento; mientras nos
debatimos entre furiosas apetencias y carencias falsas; testigos del hijo que
muere junto a sus padres, y el perro fiel, abrazados, envenenados a causa del
estallido de una destartalada bombona de gas o bala loca, callejera;
enclavados en la muerte cotidiana, en el naufragio diario, contemporáneo, en
el colapso o eclipse de la vieja aldea; mientras la sangre encabritada
agoniza en el láudano del fuego; mientras, católico, el pueblo ansioso espera
a su Mayor Pastor digno de la cardenalicia misión, la “auctoritas” capaz de
poner orden en el juego o fuego patrio; recomenzamos a sentir las
inclemencias, los rigores de una especie de esquizofrenia tecnológica,
cultural, de una como contaminación o atentado tecnológico que apenas empieza
a mostrar las garras del más despampanante imperialismo, proveniente de la
misma técnica y del mismo norteño lupanar. Pensamos esto, ante la escandalosa
noticia del “Día negro para la industria automotriz norteamericana” a causa
del gran número de accidentes y vidas perdidas por culpa ya de defectos de manufactura
de los neumáticos, ya de problemas de seguridad en determinados vehículos,
tales como desperfectos en el sistema de inyección, en el encendido de los
motores. Mientras la política y la justicia se
ponen de acuerdo con la industria automotriz norteamericana, en esta hora
negra del imperio, y a la luz de los innumerables casos de accidentes de
tránsito registrados tanto en Colombia como en nuestra propia Venezuela, nos
ha venido a la mente cierta hipótesis, en donde no se descartan las múltiples
invasiones repentinas sobre las nóminas universitarias venezolanas por parte
justamente de alguna que otra firma automotriz de marras. ¿Contaminación
propiamente? ¿Atentado imperial? Al menos lo primero es reconocido por
nuestro compatriota, el comunicólogo, investigador Antonio Pasquali, cuando
nos corrobora cómo la clase dominante con la tecnología a su servicio, al
servicio de la sociedad de consumo, dirige sus esfuerzos en forma
ultraorganizada con la intención precisa de hipnotizar, deshumanizar, atentar
contra las clases que explota económica, inmisericordemente. Es cuando
Pasquali acuña y explica la “Ley de aceleración centrífuga”, según la cual en
la periferia de los sistemas se acumulan las escorias de las metrópolis, es
decir, que por una especie de principio pervertido parece darse una fuerte
tendencia a acumular los deshechos de las zonas “altas” en las zonas de
“baja” identidad cultural, tal como sucede con ciertos mecanismos
industriales y comerciales, como es el caso del sofisticado escarabajo automovilístico
de hoy, anteayer nomás peligroso y obsoleto automóvil popular alemán,
fabricado solamente en el tercer mundo; del mismo modo que el habitante de
Caracas recibe un 65% más de publicidad comercial que el newyorkino, y más
telecine que el mismo norteamericano. Confirmada como está la Ley en cuestión,
la que nos explica el evidente proceso de aceleración centrífuga que tiende a
acumular en la periferia marginal las escorias o elementos contaminantes de
la producción imperial, metropolitana, con el apoyo del elemento
colaboracionista local, cabe preguntarse, por vía de hipótesis al menos, si
tales escorias o deshechos no pudieran constituir, venir a ser solapados
atentados tecnológicos a lo largo y ancho de nuestras defectuosas vías
nacionales, latinoamericanas, contra una y otra vida estorbosa, incómoda,
perturbadora, inconveniente, de esta periferia, para ellos más que marginal,
a la hora de la verdad o en la misma víspera de una secreta, misteriosa
limpieza cultural o general. De resultar la hipótesis cierta, delante
de la desfachatez de la superpotencia central (USA) frente a la gran
periferia desplegada al sur del Río Grande, a través de uno y otro
intervencionismo o desembarco militar, económico y geopolítico, es cuando más
se justificarían, en nuestro caso venezolano, figuras como la de un samán,
roble, guayacán o activo Cardenal, quien en aras de la Justicia, la
Tolerancia, la Equidad, la Paz Social, nos ayudara firmemente a ponerle coto
a tanto “Capitalismo Salvaje”, desenfrenado, invasor. ¿Cuál es el árbol que
nos dé la sombra?. |