Leyendas del Quijote
Clase Magistral de Venezuela Apertura del XII Encuentro de
Escritores Colombo-Venezolano San José de Cúcuta, República de Colombia En ocasión de las cuatrocientas salidas del asendereado
caballero. Don Quijote en los Andes Pocas veces había sido descolgada la pluma cervantina de donde quedase,
recién muerto Don Quijote, para revivir mejor la figura del Ingenioso
Hidalgo. Ya Cervantes, al concluir Forse altri canterà con miglior plectro Sin
exagerar y reconociendo que muy difícilmente puédesele tomar el vuelo a la
inspiración de Cervantes, con justicia podemos afirmar que Pedro Pablo
Paredes, con su obra Leyendas del Quijote, salida de los
Talleres Gráficos de Nunca
imaginó Cervantes que su sueño por venir a América habría de tener la
afortunada y póstuma realización como la que en Paredes tuvo. En efecto, es
vasta la bibliografía americana acerca de Cervantes y su obra. Desde quienes
en él han visto el símbolo de la unión entre España y América, hasta los Capítulos
que se le olvidaron a Cervantes, del ecuatoriano Juan Montalvo (1845),
las Semblanzas caballerescas o las nuevas aventuras de Don Quijote de la
Mancha, de don Luis Otero y Pimentel (1886) o el Quijote criollo Alonso
Andrea de Ledesma -El Caballo de Ledesma, de Mario Briceño Iragorry-
(1942). Desde Cervantes y la crítica, de Amenodoro Urdaneta (1877)
hasta Don Quijote en América, de Tulio Febres Cordero (1905). Desde La
lengua del Quijote (1971), de Ángel Rosenblat hasta Una lectura del
Quijote desde la visión manierista (1982), de Ernestina Salcedo Pizani.
Sin embargo, dentro de la bibliografía cervantina venezolana, es un honor
para Los Andes venezolanos presentarse, con tan acabada obra Leyendas
del Quijote (1976), al concierto de la inagotable tradición o
vocación cervantina. Pedro Pablo Paredes con la obra de marras, con pie
firme, lanza en ristre, entra a engrosar la fila de los mejores autores y
títulos provocados por la celebérrima novela. Ahora
bien ¿qué representa o en qué sobresale la obra en cuestión? ¿Cuáles las
razones? Nos lo responde el mismo Paredes, inmerso en la niebla somnolienta
de su ciudad, junto al río y el verdor de sus colinas: “Entre tanto:
los personajes del “Quijote” intentan darnos, cada uno a su modo,
la extraordinaria experiencia: haber visto, haber conocido, haber tratado al
asendereado caballero.”1 Para
Augusto Germán Orihuela, Leyendas del Quijote, “precioso,
meritísimo libro, es de lo más valioso que se puede leer acerca de aquel
monumento literario del Manco de Lepanto. Si intentáramos encuadrarlo de
acuerdo con los cánones preceptísticos, tendríamos que decir que es una glosa
del Quijote. Una maravillosa glosa del famoso libro cervantino. Una glosa
honestamente concebida por la fidelidad que guarda. Artísticamente realizada.
Es una glosa con mucho ingenio porque es la historia del Quijote... pero
desde el ángulo personalísimo de cada uno de sus personajes. Cada uno de los
cuales nos da, por medio de la trabajadísima prosa de Paredes, su visión del
Quijote en su relación con el protagonista. Es un libro sencillamente
encantador y sugestivo. Con una alta y noble misión pedagógica: sabiamente
nos conduce a recordar o a leer la gran narración que verdaderamente inmortalizó
a Cervantes.”2 Paredes,
en efecto, pinta magistralmente a cada uno de los personajes del
“Quijote” hasta hacerlos hablar y dialogar sobre lo que para cada
uno de ellos significó el haber convivido con tan “gracioso
loco”. Paredes logra, como genuino periodista, un verdadero foro con
los múltiples testigos de las peripecias del Inmortal Hidalgo. En la obra se
dan la mano, se funden el poeta y crítico-ensayista que hay en Paredes. La
obra constituye, así, un verdadero y genuino ensayo poético, impregnado de un
fervoroso fondo lírico. En el mejor de los foros sobre el
“Quijote”, son sus propios compañeros de aventuras quienes logran
el más acabado testimonio de las virtudes del héroe manchego. Se trata de una
verdadera fiesta o feria cervantina, quijotesca. J. J. Villamizar Molina
sostiene: “Leyendas del Quijote es el estudio poético y
filosófico de los personajes del libro de Cervantes.”3
Hundido en el sinnúmero de contrastes -la pugna entre lo ideal y lo real, la
fusión de ilusión y realidades- que creó don Miguel de Cervantes, Paredes,
definitivamente, traza el perfil psicológico de cada una de las criaturas
intervinientes en la larga aventura del Ingenioso Hidalgo. Con Leyendas
del Quijote -184 páginas, testimonio de la más auténtica hispanidad-
el autor recibe tanto el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal
de su país (1976-1977) como la incorporación a Cronológicamente,
en respetuoso orden de aparición, van desfilando los protagonistas, al tiempo
que transcurre la novela, las leyendas. El tema principal es Don Quijote.
Cada quien va dando cuenta emocionada de sus experiencias, va sintetizando
sus vivencias frente al descomunal caballero. Claro que el poeta que vive y
anda en Paredes hace que Ama, Sobrina, Mozo y Dulcinea, todos ellos, se
tornen auténticos pintores y fidedignos testigos de la mística, virtudes y
milagros del genial protagonista. Por supuesto que todos, en su mayoría,
están plenamente de acuerdo en que se trata del más genial y simpático loco
que a su vista haya caído, además de la lluvia de virtudes que van
subrayando. De modo
que a cada instante esperamos con mayor impaciencia el próximo testigo, para
oírle sus fervientes referencias. A tal punto que, llegados al último
capítulo, nos quedamos en espera del próximo. Lo cierto es que
respetuosísimamente Paredes, casi “mismamente” -sin pretender una
imitación, menos un plagio- nos hace sentirnos inmersos en el clima
cervantino. De manera que a veces no sabemos si lo que tenemos entre manos es
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha o las Leyendas del
Quijote. Indudablemente, que es éste uno de los mayores logros, aciertos,
de la obra de marras: una respetuosa y ganada recreación del estilo
cervantino. Tarea difícil, ciertamente, por la tentación de los
“lugares comunes”; pero que artísticamente Paredes supera con
altura. De rondón, como quien no quiere la cosa, se van colando los giros
cervantinos, los innumerables modos adverbiales, las múltiples expresiones y
sazonados refranes, con una asombrosa espontaneidad; al igual que, fresca y
holgadamente, se intercalan, de modo magistral, las citas, oportunas siempre
y en todo caso. A primera
vista el lector no creería que se le hubiera podido llevar como de la mano
por el itinerario del “Quijote” en forma tan amena y vívida.
Talmente transcurre el viaje que de un tirón se bebe uno el libro y con él
sus imágenes, su imaginario, sin percatarse que ha llegado a la última
página. Diríamos que uno lo bebe de un sorbo como al mejor café de nuestras
aldeas, y sobre todo, como manifiesta su autor, arropados con la niebla de la
ciudad. Cabe
decir que Leyendas del Quijote constituye un primoroso álbum
cervantino, compuesto por las más nítidas postales que autor alguno haya
podido hilvanar. Compendio de imágenes que, por fortuna, poseen dos fases
específicas. Una, formada por los maravillosos retratos -verdaderos close
up- que del Quijote hacen los personajes que con él convivieron; al
tiempo que otra, constituida por los autorretratos que obtienen de ellos
mismos. Es decir, por partida doble, en cada postal del libro el autor logra
ocuparse tanto de recoger la huella que del Quijote quedó en cada uno de sus
interlocutores como de hacer la descripción indirecta de ellos mismos. Tarea
por demás difícil, pero alcanzada con toda propiedad por Paredes. Dicho en
otra forma, Paredes, tal como un especializado camarógrafo, logra, al través
de los personajes cervantinos, perfectos “primeros planos”, close
ups o emotivos acercamientos del máximo protagonista. En cada uno ve al
héroe frente a frente con su inmediato interlocutor. No otra cosa es la obra
en sí: una aproximación de la figura del Ingenioso Hidalgo a la contemplación
de cada uno de los que con él estuvieron, compartieron, desvivieron. Parece
que con todos ellos, con quien más, con quien menos, hubiese contraído
cuentas. Si no él, ellos sí. A él todos algo, mucho le debían. Al menos su
gratísima camaradería. Y así con estos acercamientos, propiciados por
Paredes, cada cual, en su debido momento, llega a desahogarse, saldar deudas,
pasar, revivir gratísimos momentos con su inmortal compañero, amigo. Realiza,
así, Paredes, un artístico, extraordinario “mosaico” donde se
desplazan los múltiples personajes de la quijotesca empresa o humana
industria. Cada uno representa un valioso trozo, pieza indispensable para la
configuración total de la familia cervantina, así como para destacar, en
definitiva, la relevancia del protagonista por antonomasia. Leyendas
del Quijote nos revela, igualmente, una perfecta concepción de Por lo
demás, él muy bien sabe de nuestra actual civilización de la visión,
de cómo la imagen es el resumen visible e indiscutible de las más recientes
elaboraciones culturales. De donde, con su obra, tácitamente, invita al
lector desprevenido, a la juventud inmersa en lo audiovisual, sofocada por
los distintos mass media, a leer -y a leer tan inolvidable obra. Por
otra parte, al lector distraído del “Quijote”, ocupado sólo de
los protagonistas mayores, le hace volver la vista a toda esa familia de
personajes humildes, vulgares o distinguidos, pero de carne y hueso como los
más. Las
vivísimas reminiscencias de sus vidas, nos comprueba que nunca quizás como
hoy estamos tan ávidos de elevados ideales, como los caracterizados por el Quijote.
El siglo pareciera precisar genuinos libertadores que propugnen y ejecuten
hazañas redentoras. Nunca un Quijote hizo tanta falta como hoy. De ahí que
una evocación tan viva como la que nos ocupa cobre tanto valor. Antes que los
propios capítulos, son las entrelíneas, el contexto social, la connotación,
el significado intencional lo que cuenta, lo que nos ha de llamar Definitivamente,
una vez más los Andes vuelven a revelarse. En esta ocasión en un plano
universal. Porque demás está decir que en tratándose de don Miguel de
Cervantes y su obra cumbre, al afrontarla, se asumen los más esclarecidos
valores humanos universales. Y es que aún en esto las Leyendas del
Quijote simbolizan un oportuno aldabonazo a las actuales contiendas
nacionales, a la conciencia del presente venezolano, latinoamericano. Frente
a ese fabuloso panorama de inmoralidad cívica, de despampanante despilfarro o
inversión de virtudes, capacidades e ideales, surgen -traídos a colación por
la maestría, el magisterio de Pedro Pablo Paredes- los más auténticos valores
universales, reflejados en la obra maestra referida: valentía, lealtad,
libertad y sobre todo humanidad a toda prueba. Si
dijimos que el Emocionario de Laín Sánchez -por su atmósfera, albura y
forma- nos evocaba a Platero y yo, hoy con más razón vemos que por la
puerta ancha del “Quijote” entra Pedro Pablo Paredes a las
esplendorosas tierras y al arraigado espíritu hispano. Es decir, que con su
obra da en el epicentro cultural y literario de este mundo. Una vez
más, repitámoslo, vuelven a revelarse los Andes en el ámbito literario
nacional, hispanoamericano. En esta ocasión, seguros estamos, esta revelación
trasciende los lindes patrios, continentales. Pues Leyendas del Quijote
entran a engrosar la copiosísima bibliografía cervantina, con acento
propio. Ante el espectro de la inmortal obra, el enfoque de Paredes es
sustancial y definitivo. Los personajes que supieron de los desvelos, sueños,
aventuras y desventuras del Quijote se encargan de hacérnoslo vivir, nos lo
recrean. Con pleno
derecho podemos afirmar que las tres salidas mayores del Quijote en Venezuela
han sido desde nuestros Andes, a mucha honra, a saber: Don Quijote en
América del merideño Tulio Febres Cordero, en 1905, en ocasión de la
celebración del tercer centenario de la publicación del
“Quijote”; El Caballo de Ledesma (1942) y Leyendas del
Quijote (1976) de los trujillanos Mario Briceño-Iragorry y Pedro
Pablo Paredes, respectivamente.6 Ronda de Críticos Con el
ánimo de de-mostrar la mayor objetividad, sine ira et studio, tratando
de establecer un punto de fuga entre quienes hemos frecuentado sus
aulas y confirmado su magisterio de poeta-pedagogo que enseña deleitando,
ante la probada vocación y constancia creadora del autor de Leyendas
del Quijote; así como para recoger una muestra de los juicios que tal
obra ha merecido, nos disponemos a citar in extenso a dos de los
críticos que han tenido a bien pronunciarse. Mabel
Moraña opina: “En este nuevo libro, P. P .P. realiza una tarea
aventurada. A partir de la novela summa de Cervantes, reinventada por casi
todos sus comentaristas, emprende un ejercicio de escritura vicaria, otra
variante de aquella “alquimia del Quijote” que denunciara alguna
vez Menéndez y Pelayo. Pero
Pedro P. Paredes no ofrece en su texto ni un análisis crítico ni una
interpretación expresa. Simplemente, a partir de aquella extensa galería de
los 659 personajes cervantinos, selecciona unos cuantos, y los propone como
recreadores de sus propias anécdotas, los hace titulares de un discurso
verosímil para aquella ficción, hablantes de su propia imaginable historia. Pero este
perspectivismo aparente se vuelve, por el juego influyente de versiones, una
noria que gira con reiteración en torno a los mismos motivos constantes. Los
titulares de los múltiples discursos son tributarios tanto del texto original
del que provienen, como de la perspectiva de recreación desde la cual están
ofrecidos. Estas fronteras limitan las posibilidades de un texto prisionero
de su método y de la ortodoxia interpretativa que manifiesta. Esto coarta
todo posible pirandellismo de los personajes (“cada uno su
verdad”), y conduce a una repetición previsible y acumulativa de
relatos que delatan con demasiada uniformidad la perspectiva del narrador
implícito que los organiza. Por
momentos más cercanos a aquellas “Vidas de Don Quijote y Sancho”
de Miguel de Unamuno que al texto cervantino; aun a pesar de la fidelidad a
este último que impide los desbordes de aquél, el libro de P. P. P. no se
aboca a extender lúcidamente la ficción original. Se mantiene en el nivel de
una paráfrasis prolija, apoyada inclusive por la interpolación de
transcripciones que sostienen también un intento de recreación lingüística. Así, sin
más alternativas que la anécdota de la escritura, estas Leyendas…
remedan aquel mismo recurso del clásico español, donde la ficción
estaba mediatizada por la existencia de un modelo literario que actuaba como
referente. Sólo que en el caso que nos ocupa la relación de fuerzas es
inversa y el texto no logra sobrepasar el plano de la fidelidad y la
homonimia con respecto a la obra inspiradora. Este
libro, nueva prueba de la posibilidad seminal, autofecundante de la
literatura, tal vez pueda constituir aquel “honesto
entretenimiento” que Cervantes decía perseguir con sus obras. O
ampararse en la misma lección de Don Quijote, que ante el desfasaje entre lo
pensado y lo real, concluía en que “tanto para los hechos”.7 Sea lo
que sea, dígase lo que se diga, hemos de convencernos que las tres banderas
enarboladas por Pedro Pablo Paredes en sus Leyendas del Quijote
no son otras que la convivialidad, la intertextualidad, la aspiracionalidad. Por su
parte, el inspirado poeta venezolano, Fernando Paz-Castillo, se expresa así
de Pedro Pablo Paredes y Leyendas del Quijote: “…
Es virtud principal del libro de Pedro Pablo Paredes conservar, con agudeza,
estas intimidades en sus relatos. O mejor, hacer que sean los mismos
personajes del Quijote quienes opinen y den la nota íntima de la vida, en las
dos fases conocidas del ilustre Manchego. Como
ejemplo de lo dicho pueden servir las siguientes expresiones, que tomo del
libro de Paredes, del ama, la sobrina y Sancho: La
primera dice: “Pues bien. Para qué negarlo. Mi buen señor don Alonso
era, hasta no hace mucho, quien llenaba de dicha esta casa”. La que ha
llegado a considerar como su propia casa. Y la
segunda: “No puedo negar, cómo, que he querido mucho a mi señor tío.
Por algo como dicen, he vivido tanto a su lado. Aquí. Sí. En esta casa que,
cada vez, me parece más sabrosa y más mía”. Pero la
opinión de mayor trascendencia es, sin duda, Verdadera
agudeza ésta de Pedro Pablo Paredes -prosigue Paz-Castillo- de hacer conocer
mejor, el Quijote, entre sus lectores, por medio del sentimiento sincero, y
un poco misterioso también -como lo es toda intimidad-, de quienes lo
rodearon, lo que al parecer no alcanzaron a penetrar los críticos y
humanistas de la época, quienes -y no es osado decirlo-, se detuvieron
siempre más en el personaje pintoresco que en el infinito espejo de La obra
de Pedro Pablo Paredes es, -enfatiza Paz-Castillo- por estilo e ingenio, a
ojos vistas, de meditación y cultura. De un hombre, y esto lo confía él mismo,
que ha recorrido la ruta del Quijote, pisando sobre las huellas, todavía
frescas de Azorín. De un lector de Unamuno que tantas perspectivas
abrió en el dilatado paisaje manchego; y de F. Navarro y Ledesma, quien tuvo
la perspicacia de titular su libro: “El Ingenioso Hidalgo Miguel de
Cervantes y Saavedra”, escrito, par gloria suya y de su biografiado, en
una de las más ricas y cervantinas prosas que se han logrado después del Quijote. Y esto de
perseguir la intimidad muestra fina penetración en Pedro Pablo Paredes,
porque Don Quijote es, por sobre todas las cosas, el héroe de la palabra
buena y compañera para amigos, y enemigos vencidos. Pero
también hay otra cosa aún, que no desatiende Pedro Pablo Paredes. La cual
surge cuando se piensa más en el libro que en el personaje singular que
encarna realidades y visiones de la planura castellana. Lo cual expresa
Ortega y Gasset en una de sus Meditaciones, después de reflexionar
mucho acerca del Quijote y España, en la forma siguiente: “En torno mío
abre sus hondos flancos el bosque” -lo que introduce algo nuevo con
relación a En suma,
El Quijote selva, cuya empresa para fortunada péñola
o pluma estuvo guardada, de cuando en cuando, encuentra, entre los siglos, a
quien con tino pleno penetre su intimidad, directa o indirectamente a través
de sus personajes, como sabia, felizmente, lo logra Paredes con su libro. Don Alonso Quijano Dejemos
que sea el propio Don Alonso Quijano, quien desde las Leyendas mismas
rubrique lo hasta acá referido: “La
verdad es que Don Quijote de la Mancha, sin decir cómo ni cómo no, la ha dado
por echárselas de caballero andante. Se ha marchado allá, por esos mundos, en
pos de las aventuras. Pero es el hombre más destartalado, más atarantado, más
descuadernado, más desabrochado, que existe "por todo lo descubierto de
la tierra". Yo le tengo, ni sé si afecto verdadero o verdadera
lástima. Y tengo que reconocer, como en efecto reconozco, que, sobre manera,
se me parece. Parecemos, para hablar en romance, hermanos. Mucho más todavía
que hermanos: gemelos. Aunque, a decir verdad, Don Quijote de la Mancha se me
hace, nacido de mí, mi otro yo. ¿Estaré en lo cierto? Y si lo estoy, ¿por qué
nos diferenciamos tanto? Don
Quijote de la Mancha sale cuando se le antoja. Ustedes lo saben. Regresa
cuando menos se lo espera. Más destartalado y más atarantado que primero. Yo,
en cambio, me quedo en Digo todo
esto como si no tuviera nada que ver con Don Quijote de Quién
sabe si Don Quijote de la Mancha no piensa de mí otro tanto. Tanto es lo que
nos parecemos. Parecemos, como dicen las señoras, dos gotas de agua. Quién
sabe nada de nada. La vida suele ser confusa. El caso es que, durante los
breves dos regresos que él ha hecho, nada me ha dicho. Por cierto que ahora,
en esta salida, se ha demorado más que de costumbre. Ya debe venir, quién
sabe cómo, hacia esta casa que, dígase lo que se diga, es sabrosísima. Ya
debe venir. ¿Quién me
metería a mí en la cabeza que Don Quijote de la Mancha, una vez que llegue y
se reponga, se dedicará a la vida pastoril? Vayan ustedes, si les provoca, a
saberlo. Por lo que a mí respecta, sólo tengo un pensado. Llamar a Don
Quijote de la Mancha, en lo que no más llegue, a cuentas. Si él piensa en mí
tanto como pienso yo en él, estamos hechos. Vamos a conversar largo sobre
todas estas cosas. Sobre todas. Así sabremos, frente a frente, quién es
quién. Si él es, como me temo, el otro yo mío. O si, al revés, soy yo el otro
yo suyo. Estoy que me relamo de gusto por este encuentro. Lo verán. Va a ser
sonado.”9 Cabo Pedro
Pablo Paredes (La Mesa de Esnujaque, Estado Trujillo, Venezuela, 1917),
educador, poeta, prosador, ensayista, crítico literario, periodista, nos
convoca, así, desde su periplo poético-pedagógico, a una reflexión sobre la
ventura, aventura y desventura del hombre, sobre el anverso y reverso de la
asombrosa cotidianidad. Andando
el tiempo, Caracas premia su misión cervantina, tatuada en Leyendas del
Quijote, donde cada uno de los personajes de la sublime obra
rememoran sus vivencias con el héroe que soñara redimir el mundo, al lado de
la pesadumbre de su célebre escudero. Ya por la calidad destacada, ya por el
tema, que no obstante la trajinada senda cervantina, el autor recorre con pie
seguro y paso propio, (L. B. Prieto Figueroa) las Leyendas constituyen
una de las prosas más admirables desde Azorín. (Augusto Germán Orihuela). Catador
de emociones como Juan Ramón y su Platero, como Laín Sánchez, su alter ego,
a él lo redimen de pronto los instantes, el trino de un pájaro, la luz del
campo después que pasa la lluvia, el sol de los venados, la alta candidez de
la nieve, el pueblo prendido a su ladera, una bella mujer que se pierde entre
la niebla, el camino que ya nadie transita. Todo. Todo lo redime. Espacio y
tiempo y esperanza. Noche y día. A él, quien ha construido su mundo a pulso
de júbilo, todo lo redime en un solo instante.10 Su obra
abre de par en par sus huellas para testimoniar a tiempo la alabanza por la
empresa gallardamente cumplida, al pie de la alegría. Don Pedro
Pablo Paredes, Premio Nacional de Literatura en Venezuela, 1992, puede estar
seguro de que, desde la atalaya de los Andes, Venezuela, su Colombia y el
mundo hispanoamericano lo aprecian, lo estiman, porque saben que con él las
Letras se revelan y rebelan ante la furia de los tiempos, la somnolencia de
los páramos y la inclemencia del olvido. ¡Por Los
Andes! ¡Por Nuestro Hidalgo! ¡Por La Vida! ¡Por Don Miguel! ¡Una sola
copa! ¡Un vaso de bon vino! NOTAS [1]
PAREDES, Pedro Pablo: Leyendas del Quijote. Mérida, Universidad de Los
Andes. Ediciones del Rectorado. 1976. p. 13. [2]
ORIHUELA, Augusto Germán. Leyendas del Quijote. En: Diario El
Nacional. Caracas, 29.08.89. p. A-6. [3]
VILLAMIZAR MOLINA, J. J. Pedro Pablo Paredes y [4]
FERRERO TAMAYO, Aurelio. Pedro Pablo Paredes un Poeta Detenido. En:
Diario Católico, San Cristóbal, Táchira, Venezuela. 10 de Junio de 1979. p.
9. [5]
MORÓN, Guillermo. Los libros de Pedro Pablo Paredes. En: Leyendas del
Quijote. op. cit. p. 10. [6]
MORA, Pablo. Don Quijote en Los Andes. En: Estafeta Literaria. Diario [7]
MORAÑA, Mabel. Leyendas del Quijote. En: Papel Literario. El
Universal. Caracas, 25 de septiembre de 1977. p. 3. [8]
PAZ-CASTILLO, Fernando. Pedro Pablo Paredes: “Leyendas del
Quijote”. En: Diario El Nacional. Caracas, s/f. p. A-4 [9]
PAREDES, Pedro Pablo. op.cit. pp. 28-30. También en: Biblioteca Quijotesca.
Revista Espéculo: [10]
__________________ Emocionario de Laín Sánchez. Gráficas Sitges.
Caracas, 1965. pp. 9-10. |
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