INSOMNIO TERMINAL Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. César Vallejo Ya la alta noche cae sobre la lámpara
desde el silencio redondo de la tierra. Hacia el insomne foco aquí a mi lado confluye el curso de los nocturnos
vuelos. Eugenio Montejo 40 A esta altura de mis
sueños y mis hombros pienso que uno se va
llenando de papeles de ratos de viajes y
de libros Todo en cambio debe
ir con acento cuando la vida de
regreso llama Las palabras copulan
y fornican avientan vendaval y
madrugada viven gritan se
abrazan y soportan al pie del laberinto
la palabra Debe haber silencio
para darle paso a la luz Debemos ir despacio
hacia la muerte Buscaremos todo al final nuestro
asombro encontraremos Y nos elevaremos como las aves ala con ala sueño con sueño para dejar esta tierra debajo perdiéndose en la lejanía Encaminarse a una estrella solamente esto 41 En
memoria de Dionisio Aymará Me basta con ver los
árboles con oír los pájaros con ese gran milagro
de estar vivo y caminar entre la
gente y saludar al sol
profundo que brilla en el corazón de los humildes 42 Puesto que sólo son tres cuatro tragos sin que el sol caiga en cuenta desgarraré mis ataduras agregaré luceros a la tarde irrumpiré contra mi propia angustia mis veredas vegetales mis yertos pasos desolados hasta sembrar de altos girasoles el lujurioso vientre de la tierra 43 En
aquel cuarto de mi aldea he muerto
Ayer estuve sólo de pasada A cántaros llovía en mi camino ¿Será que muerto voy por estos lados? ¿Por qué esconder el alma en los cimientos? La orfandad tiene oídos de mujer También un día iré al entierro mío La vida gozo aurora errabundaje zaguán para esperar la muerte Mi locura
la antigua soledad de la tristumbre 44 a Luisa Futoransky Turín Monza Lisboa y Estoril preciosas colindancias seculares fontanas en valijas escondidas apacentando siglos en labranzas ¿Las calles de Madrid Segovia y Sintra en cuál de tantas guerras soñarán? Cuánto diera por una tarde en Grecia Cuánto la tarde por un Pablo en gracia Brumosos los recuerdos
maúllan hasta el amanecer 45 Oh destino el de Pablo haber sido una tarde
de Turín de Córdoba Milán
Sevilla y mar haber envejecido en arenales haberse descubierto en muchos puertos lejos de los bajeles de la infancia y no haber visto nada o casi nada sino el rostro fugaz de una luciérnaga engarzado en las sogas del insomnio Oh destino tal vez no más que el tuyo haber vivido haber amado sido haber ido feliz haber tocado el viviente Jardín siquiera un día cerca de la tristeza de la errancia en medio de hojarascas y desiertos bajo un trémulo sol de cafetales 46 Me moriré en abril
con aguacero un día que la lluvia
ya recuerda aunque nunca
escuchemos las campanas irán aquella tarde a
nuestro entierro Seguro un jueves como
es hoy de abril un día de este siglo
que amanece seguramente un día a
la intemperie o sábado o domingo un
día de estos Pablo ha muerto dirán
las pomarrosas la aldea lo sabrá sus
cafetales el limonero y el amor
ardiente También los
cangilones y Vallejo almácigos insomnios
aspavientos la soledad la lluvia los caminos... 47 a Ramón Ordaz Juan Griego ahora me has vuelto más camino tengo miedo de mí cuando me escucho Juan Griego compañero de vigilia cuando esta mar levante llamaradas cuando Bolívar vuelva por aquí sabrás que también soy de tu familia que no hay más magia que el papel en blanco ni don mayor que el premio de la vida Juan Griego insomne como el Mar Caribe margariteño abrazo azul marino garita en vuelo en su canción de arena Juan Griego mar garita vuelo y rima mientras Bolívar torne peregrino en tu mar bramará mi poesía 48 Di una vuelta a la luna y regresé con vida Si supiera cuánto hay de aquí a la muerte
el tiempo que demore
el resto de la vida
simplemente muerte
pero no he ido todavía 49 La calle 4...
donde me lanzó la aldea
con dos viejos, tres hermanos y cuatro reales de por medio, donde conocí las
lágrimas del sauce, donde conseguí el amor a tiempo, la de aquella Gruta,
aquella Cueva que me enseñó la cara de la vida, la del Cristo que me mostró
el color tostado de la piel cuando se va la guerra, la de Rafael, guindando
de un árbol para siempre, la de Ofelia y sus alegres mamarrachos perdidos en
no sé sabe qué botija, la de Doña Jabiela curando de maldeojo a tanto rico y
pordiosero, la que me llevó a la Ermita, la de mi padre apacentando sus
canarios, la de las madrugadas en busca de oración, la de María Bonita, Muela
'e Gallo, Pedro Chapuzas, Media Vuelta y María la de verde siempre con su
eterno olvido, la de Elio y las primeras rimas, la del viejo seminario de mi
padre, con sus calificaciones siempre en rojo, la de Pedrito el de
Vanguardia, el que se fue al cielo a cobrar sus prestaciones, la de ahorcar
los hábitos para irnos por la vida a hacer la guerra. La calle 4, para
emprender el viaje por el mar y por la nieve, la de la más alta pesadilla, el
día que se perdió mi sobrinita, la de la monjita española que lucía tanto
camino de la misa o del altar, la del primer artículo y el primer poema, la
del poema Azul de Salmerón Acosta y el Soneto Enamorado de Francisco Luis
Bernárdez; la del Dios deseante y deseado de Juan Ramón Jiménez junto al
Fausto de Goethe, los Poemas Humanos de Vallejo, las Residencias en Tierra y
el Canto General de Neruda; la de Mayakovsky, Hernández, Pound, Whitman y
Pavese; la de Dante, Huidobro, Benedetti, Cardenal, Cote Lamus y Gaitán
Durán, Fidel, el Che, Camilo, Ojeda, Ugarte Pelayo y Argimiro... la de Pedro Pablo, Dionisio,
Olivera, Ilia, Carrero Mora, Beroes y Manuel Felipe; la de Rubén,
Michelangeli, Castro Medina, Mendoza, Alviárez, Agustín o Brun Detuski,
Rafael o Carlos Guérin, Myriam, Pereyra, Campos y Ulacio; la de la Ópera
Carmen junto al anafre de las cinco de la tarde, la de la primera clase en el Santa Teresita, el de
las dulces onzas y puntales, la
del Santísimo, quien me ayudó a no perder la fe, la de las hermanas Alix y
Graciela Ruiz con su Album de la Rotunda de 1902 y versos de 1800, la de las Hermanas Ocariz de Rubio,
la de la luna de tres de la madrugada, la del napalm a la hora de cantar
el gallo para emprender
el viaje a Cannes y los Alpes. Donde una tarde me fui en busca del amor y me encontré
el monumento de la Francia. La calle 4, con misiles rusos, cubanos, Radio
Habana, fusiles y guerrillas, la del 23 de Enero y el Cuartel Moncada y el
Mayo del 68 en Turín con frío. La del negro Julián venido de no sé sabe
dónde; la de La Bota Negra por donde mi madre bajó y subió, subió y bajó con
su matriz al hombro mientras yo insensato tarde la noche con mi amigo parla y parla. La calle 4 No.
12-122. La calle 4 No. 11-61.
La calle 4 No. 10-36
subida, bajada y brinco por la vida.
La calle 4 No. 15-13. La
calle 4 No. l5-l5, la lucha
clandestina, el confinamiento de la vida. La calle 4 y pico
No. 1-59 Las Acacias, esperando lo
que venga, agazapado en el rincón de un cuarto, donde parece ancló mi vida,
para irse cualquier día de repente si no es que viene un hijo de puta de la
CIA a llevársela antes de tiempo...
o algún toche policía a jodernos la paciencia... La
calle 4 No. 10-36 frente a un par de leones de tramoya... La calle 4 y pico, digo... Las Acacias, echando
vaina todavía, al compás de este insomnio terminal. La vida nos acecha nos remeda hamaca enreda amarra amasa enselva insomnia y nos enlluvia la lluvia nos borrasca ventana enhoja ennagua y aguitarra la guitarra nos cimienta astilla ampara nos arma nos desalma el alma nos enrumba embala huracana y nos enrama la rama nos empalma enllanta nos enlucha la lucha nos estrella la estrella nos asombra la sombra nos desgarra la garra nos enguerra la guerra nos destierra la tierra nos entierra nos desentierra y nos desecha
Freddy Pereyra |