ELEGIA
A LA NOVIA
.
(En Orihuela,
su pueblo y el mío se ha que-
dado novia
por casar la panadera de pan más
trabajado
y fino, que te han muerto la pareja
del ya
imposible esposo.)
.
Tengo ya
el alma ronca y tengo ronco
el gemido
de música traidora....
Arrímate
a llorar conmigo a un tronco:
.
retírate
conmigo al campo y llora
a la sangrienta
sombra de un granado
desgarrado
de amor como tú ahora.
.
Caen desde
un cielo gris desconsolado,
caen ángeles
cernidos para el trigo
sobre el
invierno gris desocupado.
.
Arrímate,
retírate conmigo:
vamos a celebrar
nuestros dolores
junto al
árbol del campo que te digo.
.
Panadera
de espigas y de flores,
panadera
lilial de piel de era,
panadera
de panes y de amores.
.
No tienes
ya en el mundo quien te quiera,
y ya tus
desventuras y las mías
no tienen
compañera, compañera.
.
Tórtola
compañera de sus días,
que le dabas
tus dedos cereales
y en su voz
tu silencio entretenías.
.
Buscando
abejas va por los panales
el silencio
que ha muerto de repente
en su lengua
de abejas torrenciales.
.
No espere
ver tu párpado caliente
ni tu cara
dulcísima y morena
bajo los
dos solsticios de su frente.
.
El moribundo
rostro de tu pena
se hiela
y desenduiza grado a grado
sin su labor
de sol y de colmena.
.
Como una
buena fiebre iba a tu lado,
como un rayo
dispuesto a ser herida,
como un lirio
de olor precipitado.
.
Y sólo
queda ya de tanta vida
un cadáver
de cera desmayada
y un silencio
de abeja detenida.
.
¿Dónde
tienes en esto la mirada
si no es
descarriada por el suelo,
si no es
por la mejilla trastornada?
.
Novia sin
novio, novia sin consuelo,
te advierto
entre barrancos y huracanes
tan extensa
y tan sola como el cielo.
.
Corazón
de relámpagos y afanes,
paginaba
los libros de tus rosas,
apacentaba
el hato de tus panes.
.
Ibas a ser
la flor de las esposas,
y a pasos
de relámpago tu esposo
se te va
de las manos harinosas.
.
Échale,
harina, un toro clamoroso
negro hasta
cierto punto a tu menudo
vellón
de lana blanco y silencioso.
.
A echar copos
de harina yo te ayudo
y a sufrir
por lo bajo, compañera,
viuda de
cuerpo y de alma yo viudo.
.
La inaplacable
muerte nos espera
como un agua
incesante y malparida
a la vuelta
de cada vidriera.
.
¡Cuántos
amargos tragos es la vida!
Bebió
él la muerte y tú la saboreas
y yo no saboreo
otra bebida.
.
Retírate
conmigo hasta que veas
con nuestro
llanto dar las piedras grama,
abandonando
el pan que pastoreas.
.
Levántate:
te esperan tus zapatos
junto a los
suyos muertos en tu cama,
y la lluviosa
pena en sus retratos
desde cuyos
presidios te reclama.
