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Yo sé
de Egipto y Nigricia,
Y de Persia
y Xenophonte;
Y prefiero
la caricia
Del aire
fresco del monte.
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Yo sé
de las historias viejas
Del hombre
y de sus rencillas;
Y prefiero
las abejas
Volando en
las campanillas.
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Yo sé
del canto del viento
En las ramas
vocingleras:
Nadie me
diga que miento,
Que lo prefiero
de veras.
.
Yo sé
de un gamo aterrado
Que vuelve
al redil, y expira,–
Y de un corazón
cansado
Que muere
oscuro y sin ira.
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