CONTRA
EL VERSO RETORICO
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Contra
el verso retórico y ornado
El
verso natural. Acá un torrente:
Aquí
una piedra seca. Allá un dorado
Pájaro,
que en las ramas verdes brilla,
Como
una marañuela entre esmeraldas -
Acá
la huella fétida y viscosa
De
un gusano: los ojos, dos burbujas
De
fango, pardo el vientre, craso, inmundo.
Por
sobre el árbol, más arriba, sola
En
el cielo de acero una segura
Estrella;
y a los pies el horno,
El
horno a cuyo ardor la tierra cuece -
Llamas,
llamas que luchan, con abiertos
Huecos
como ojos, lenguas como brazos,
Savia
como de hombre, punta aguda
Cual
de espada: ¡la espada de la vida
Que
incendio a incendio gana al fin, la tierra!
Trepa:
viene de adentro: ruge: aborta.
Empieza
el hombre en fuego y para en ala.
.
Y a
su paso triunfal, los maculados,
Los
viles, los cobardes, los vencidos,
Como
serpientes, como gozques, como
Cocodrilos
de doble dentadura,
De
acá, de allá, del árbol que le ampara,
Del
suelo que le tiene, del arroyo
Donde
apaga la sed, del yunque mismo
Donde
se forja el pan, le ladran y echan
El
diente al pie, al rostro el polvo y lodo,
Cuanto
cegarle puede en su camino.
El,
de un golpe de ala, barre el mundo
Y sube
por la atmósfera encendida
Muerto
como hombre y como sol sereno.
Así
ha de ser la noble poesía:
Así
como la vida: estrella y gozque;
La
cueva dentellada por el fuego,
El
pino en cuyas ramas olorosas
A la
luz de la luna canta un nido
Canta
un nido a la lumbre de la luna.
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