La corriente
del tiempo se remansa y ordena
en las formas
numéricas de un siglo y otro siglo
Y la Muerte
vencida se refugia temblando
en el círculo
estrecho del minuto presente.
.
Al coger
tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la
luz que anima la copa del olvido.
Ancha luz
de Minerva, constructora de andamios,
donde no
cabe el sueño ni su flora inexacta.
.
Pides la
luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar
a la boca ni al corazón del hombre.
Luz que temen
las vidas entrañables de Baco
y la fuerza
sin orden que lleva el agua curva.
.
Haces bien
en poner banderines de aviso,
en el limite
oscuro que relumbra de noche.
Como
pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón
cambiante de una nube imprevista.
.
El pez en
la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres
inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas
o copias después de haber mirado
con honestas
pupilas sus cuerpecillos ágiles.
.
Amas una
materia definida y exacta
donde el
hongo no pueda poner su campamento
Amas la arquitectura
que construye en lo ausente
Y admites
la bandera como una simple broma.
.
Dice el compás
de acero su corto verso elástico.
Desconocidas
islas desmiente ya la esfera.
Dice la línea
recta su vertical esfuerzo
y los sabios
cristales cantan sus geometrías.
.
Pero también
la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre
la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila
y concentrada como una estatua ciega,
ignorante
de esfuerzos soterrados que causa.
.
Rosa pura
que limpia de artificios y croquis
y nos abre
las alas tenues de la sonrisa.
(Mariposa
clavada que medita su vuelo).
Rosa del
equilibrio sin dolores buscados.
i Siempre
la rosa!
.
i Oh., Salvador
Dalí de voz aceitunada!
Digo lo que
me dicen tu persona y tus cuadros.
No alabo
tu imperfecto pincel adolescente,
pero canto
la firme dirección de tus flechas.
.
Canto tu
bello esfuerzo de luces catalanas,
tu amor a
lo que tiene explicación posible.
Canto
tu corazón astronómico y tierno,
de baraja
francesa y sin ninguna herida.
.
Canto el
ansia de estatua que persigues sin tregua,
el miedo
a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la
sirenita de la mar que te canta
montada en
bicicleta de corales y conchas.
.
Pero, ante
todo, canto un común pensamiento
que nos une
en las horas oscuras y doradas.
No es el
Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero
el amor, la amistad o la esgrima.
.
Es primero
que el cuadro que paciente dibujas
el seno de
Teresa, la de cutis insomne,
el apretado
bucle de Matilde, la ingrata.
nuestra amistad
pintada como un juego de ocas.
.
Huellas dactilográficas
de sangre sobre el oro
rayen el
corazón de Cataluña eterna.
Estrellas
corno puños sin halcón. te relumbren
mientras
que tu Pintura y tu vida florecen.
.
No mires
la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura
guadaña de las alegorías.
frente a
la mar poblada de barcos y marinos.