HAY VOCES EN EL VIENTO QUE HABLAN... Hay voces en el viento que hablan, gritos mudos que revientan en el aire y llenan de túneles el corazón. Son hilos de luz que se hunden hasta el hueso, ráfagas de campanas sordas que retumban en la médula, brasas tristes que salen de la humedad de los recuerdos y se instalan como setas en el interior del tuétano. Yo no sé qué quieren, por qué prefieren la amargura del invierno al dulce vendaval de primavera que también late en mi cerebro, por qué ocultan su rostro bajo el musgo de la piedra y entierran el sol en el abismo más profundo de la pena, si a su lado crecen las estrellas como racimos fértiles en las cepas desnudas de la seda. Hay farmacias dormidas en el alma que no admiten recetas de alegría, boticas infectadas de tristeza que contaminan las venas y los huesos y pueblan la garganta de palomas tuertas. Son fórmulas magistrales que inventó el diablo para vaciar las negras cataratas del abismo en la corriente desbordada de mis versos. Son cepos amargos, sótanos anegados de negrura que estallan en la boca como obuses de sombras en mitad de la noche. Yo no sé cómo llegan, cómo hunden sus raíces en mi corazón solitario y revuelven la salitre fermentada del abecedario. Yo no sé a qué han venido ni por qué se quedan atrapados en el azufre del calendario, pero pienso, compañera, que solo tus manos y tus largos abrazos podrían hacer que se mudaran barrio. |