A AGUSTIN IBARROLA
Pues bien, hablando en vasco, es decir, sin engaños,
saludo tu pintura
directa y fresca, brusca como los adelantos
que de tanto me curan.
Saludo el violento sentido consagrado
de nuestra metalurgia
y los hechos obreros que tú pones en alto
contra la fuerza oscura.
Saludo la evidencia como saludo el canto
que grita y no murmura.
Aquí están ordenadas las fuerzas del trabajo,
aquí el hombre que muda los valores reales,
no la Bolsa bailando, abstracta en su locura.
Estos hombres que pintas, reales y compactos,
como la luz es dura,
como el cuerpo recorta su volumen y el acto
directo en una pura
emergencia del hecho dado por cotidiano,
devuelven la luz diurna.
Aquí están. Tú los muestras. Sencillos. Siempre en alto.
Y su ser es denuncia.