Elvira de Alvear
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Todas las cosas
tuvo y lentamante
Todas la
abandonaron, La hemos visto
Armada de
belleza. La mañana
Y el arduo
mediodía le mostraron,
Desde su
cumbre, los hermosos reinos
De la
tierra. La tarde fue borrándolos.
El favor de
los astros (la infinita
Y ubicua red
de causas) le había dado
La fortuna,
que anula las distancias
Como el
tapiz del árabe, y confunde
Deseo y
posesión, y el don del verso,
Que
tranforma las penas verdaderas
En una música,
un rumor y un símbolo,
Y el fervor,
y en la sangre la batalla
De Ituzaingó
y el peso de laureles,
Y el goce de
perderse en el errante
Río del
tiempo (río y laberinto)
Y en los
lentos colores de las tardes.
Todas las
cosas la dejaron, menos
Una. La
generosa cortesía
La acompañó
hasta el fin de su jornada,
Más allá del
delirio y del eclipse,
De un modo
casi angélico. De Elvira
Lo primero
que vi, hace tantos años,
Fue la
sonrisa y es también lo último.
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