Ajedrez
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I
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En su grave
rincón, los jugadores
Rigen las
lentas piezas. El tablero
Los demora
hasta el alba en su severo
Ambito en
que se odian dos colores.
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Adentro
irradian mágicos rigores
Las formas:
torre homérica, ligero
Caballo, armada
reina, rey postrero,
Oblicuo
alfil y peones agresores.
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Cuando los
jugadores se hayan ido,
Cuando el
tiempo los haya consumido,
Ciertamente
no habrá cesado el rito.
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En el
Oriente se encendió esta guerra
Cuyo
anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el
otro, este juego es infinito.
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II
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Tenue rey,
sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre
directa y peón ladino
Sobre lo
negro y blanco del camino
Buscan y
libran su batalla armada.
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No saben que
la mano señalada
Del jugador
gobierna su destino,
No saben que
un rigor adamantino
Sujeta su
albedrío y su jornada.
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También el
jugador es prisionero
(La
sentencia es de Omar) de otro tablero
De negras
noches y de blancos días.
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Dios mueve
al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios
detrás de Dios la trama empieza
De polvo y
tiempo y sueño y agonías?
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