Remordimiento por
cualquier Muerte
.
Libre de la memoria
y de la esperanza,
ilimitado,
abstracto, casi futuro,
el muerto no
es un muerto: es la muerte.
Como el Dios
de los místicos,
de Quien
deben negarse todos los predicados,
el muerto
ubicuamente ajeno
no es sino
la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo
robamos,
no le
dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el
patio que ya no comparten sus ojos,
allí la
acera donde acechó sus esperanzas.
Hasta lo que
pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos
repartido como ladrones
el caudal de
las noches y de los días.
.