COLEGIO
.
Veo los años,
los mismos que
ahora escucho volver a mí esta tarde colgados de sotanas,
espantajos
oscuros,
henchidos como
cerdos de pez muerta que fueran navegando,
dejando tras
de sí una cola de tinta goteada de esperma sucia y vómito.
Oigo cómo me
invaden crucifijos,
despiadadas
penumbras de toses con rosarios y vía-crucis
y un olor a
café, a desayuno seco,
descompuesto
en las bocas tibias de los confesionarios.
No es posible
que vuelva este mismo paisaje,
que
reconquiste ni por un momento su sueño embrutecido de moscas,
formol y
humo.
No es posible
otra vez este retrete sórdido de hábitos con eructos y sopa de
tapioca.
No es posible,
no quiero,
no es posible
querer para vosotros la misma infancia y muerte.