No tiene desde luego, el monopolio de los carismas, pero eleva muy alto su bandera y contribuye a dar publicidad al tema". (EL Espíritu Santo, p 357). En resumen: los cambios evidentes de vida experimentados como resultado de la acción del Espíritu y las múltiples manifestaciones carismáticas en favor de la comunidad y de la evangelización han dado nacimiento a la Renovación Carismática Católica y aseguran su crecimiento constante.
Comparte totalmente esta visión, autorizada por Vaticano II, la corriente Pentecostal, muy extendida por todas las Iglesias cristianas. Esta corriente empezó en Tapeca (U.S.A. Estado de Tejas). Un pastor metodista, Carlos Parnam, comenzó a predicar al Espíritu Santo y sus sermones se vieron acompañados de manifestaciones carismáticas y una indiscutible renovación interior. Otro pastor metodista, M.Y.
Seymour, testimonio de tales experiencias, se puso igualmente a predicar sobre el Espíritu Santo en los Ángeles. Era muy humilde y pobre , predicaba desde su barraca de madera. Estos hechos hicieron surgir el pentecostalismo clásico, con muchas virtudes y con dos defectos importantes: era antiinstitucional y fundamentalista en la interpretación de la Biblia.
Pero durante los años 50 y los 60 diferentes personas y grupos de las distintas Iglesias tradicionales, con frecuencia sin ninguna conexión entre sí ( véase One Lord One Body, Ecumenical Grace of Charismatic Movement by Peter D. Llocken. Th Word Among Us Press, P.B. 2427, 2Gaithersburg, MD20879, U.S.A.) tuvieron las mismas experiencias del Espíritu y surgió en todas ellas el Neo-Pentecostalismo. La correspondiente Experiencia Católica del año 67 dio nacimiento a la renovación Carismática.
La visión de estos ilustres carismáticos no estaba ausente de la mente de Juan Pablo II cuando el 15 de Mayo de 1987 nos decía en Roma a unos mil delegados de la Renovación católica mundial: el vigor y la fecundidad de la Renovación da de veras testimonio de la presencia poderosa del Espíritu Santo en acción dentro de la Iglesia en estos años posteriores al concilio Vaticano II. Desde luego que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia en cada época, y ha producido en ella una gran variedad de dones entre los fieles. A causa del Espíritu, la Iglesia conserva continuamente una joven vitalidad. Y la Renovación carismática es una elocuente manifestación hoy de esta vitalidad, una atrevida declaración de lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias (Ap 2, 7) al acercarnos al final del segundo milenio.
Pero pasemos ahora al relato sucinto de los hechos que originaron la Renovación Carismática Católica. Estamos en 1966.Los católicos de U.S.A. quieren aplicar el concilio Vaticano II desde dos puntos de vista diferentes. conservadores y liberales se enfrentan sin esperanza de reconciliación. William Storey, historiador, y Ralph Keyfer, teólogo, profesores laicos de la Universidad Católica de Duquesne, están comprometidos en diferentes movimientos (litúrgicos, y otros sociales y apostólicos), pero comparten la constatación de un vacío, de una debilidad en la oración y en la acción, como si todo fuera el resultado endeble del propio esfuerzo.
Leyendo el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles, comprenden la importancia de la acción del espíritu en el cambio de vida de los apóstoles y de los primeros cristianos. ¿No radicará aquí la base de la renovación eclesial querida por el Concilio?. Los dos profesores se comprometieron en pedir el Espíritu uno por uno recitando diariamente la secuencia de su fiesta:" Ven espíritu santo, y envía ....." Se les añaden algunos amigos.
Después de un año el pastor episcopaliano William lewis los pone en contacto con la señora Florence Dodge, también episcopaliana, y su grupo de oración. el 20 de enero de 1967 Ralph Keifer y Patrick Bourgeois piden al mencionado grupo que ore con ellos para implorar el "Bautismo en el Espíritu". Sus ruegos se ven escuchados y el vacío y la debilidad de sus vidas quedan llenos de la presencia poderosa del señor resucitado. Se repite la Experiencia cuando dos amigos piden a Keifer y Patrick que les imponga las manos. El 17 de febrero de 1967 estos cuatro católicos se reúnen un fin de semana con treinta personas, profesores y estudiantes universitarios.
Durante la noche del sábado quisieron dedicar unas horas en la celebración del cumpleaños de una de las chicas. Inesperadamente uno tras otro subieron a la capilla donde todos tuvieron una experiencia Pentecostal muy fuerte, cuyo rasgo fundamental fue un contacto íntimo con Cristo. según sus descripciones, al menos en muchos de ellos, en este contacto recibieron dones carismáticos, como la glosolalia y la profecía.
Esta experiencia cambió sus vidas, lo cual condujo a otras personas a juntarse al grupo. Dichas personas fueron recibiendo también la experiencia del espíritu y sus dones. El fuego se propagó rápidamente y en pocas semanas llegó a la Universidad de Notre Dame de South (Indiana) y a la de East Lausing, en Michigan.
Del 8 al 9 de Abril de 1967 noventa personas, entre ellas algunos sacerdotes, se congregaron en la Universidad de Notre Dame para reflexionar sobre los acontecimientos. Había nacido la primera asamblea Carismática Católica.
Mirada desde el interior de la Iglesia, la Renovación Carismática no participaba, ni participa, en el enfrentamiento entre conservadores y progresistas, puesto que no piensa que las reformas estructurales y las posturas contratantes sean resolutivas para la construcción del Reino de Dios.
Lo esencial es que los creyentes vivan una verdadera renovación en el Espíritu. hay que redescubrir la doctrina paulina de la vida en el Espíritu. Para salir de una práctica cristiana monótona y estancada es necesaria la "vida en el Espíritu", por la cual nos sometemos a Cristo como Señor en una confrontación con aquellas bíblicas que transforman al hombre desde de dentro y le confieren una nueva unión con Dios y una nueva relación con los hermanos. La efusión del Espíritu, ¿no es aquel don permanente que Cristo ofrece a todo fiel que le busca sinceramente.
Es una actuación del Espíritu que despierta la conciencia del creyente, y da una mayor apertura a su acción, a sus dones, a sus gracias. No viene de fuera, sino de dentro, y actualiza las virtualidades de los dos sacramentos mencionados, los cuales no pueden llegar a su plena madurez sin que el Espíritu penetre toda la dimensión del ser y del actuar del fiel. la efusión del Espíritu es el don gratuito del Señor resucitado, el cual puede otorgarlo en cualquier lugar y momento.
La Renovación Carismática, sin embargo sabe por experiencia la eficacia de la oración comunitaria. Por eso, se organiza lo que se llama " las siete semanas", como preparación conveniente. Durante este período de tiempo se proclaman, en un clima de oración, los grandes temas de la fe: Jesús es el Salvador y mi Salvador, Jesús es Señor y mi Señor, la conversión, el Espíritu Santo, la Iglesia, los carismas, la vida en el espíritu. los que piden entonces la oración que implora la efusión del Espíritu renuncian al mal y a Satanás y aceptan a Jesús como Señor y Salvador. Suele hacerse durante la misa y los presbíteros y los asistentes, o una parte de ellos, les imponen las manos y oran.
El efecto de esta oración cambia vidas. La efusión del espíritu centra la personalidad del fiel en Jesucristo como Señor Resucitado y cabeza de la Iglesia, que vive en su corazón y le muestra el amor del Padre.
2º. Una conciencia más viva del sentido trinitario de la vida del creyente.
3º. Dios habla a la persona, la cual recibe una sensibilidad especial para conocer la "voz del Buen Pastor" y sentir las mociones del Espíritu.
4º. Un don de oración personal que brota del centro de nuestro ser con predominio de la alabanza.
5º. Un amor por la sagrada escritura como palabra de Dios, la cual recobra actualidad, llega hasta el fondo y alimenta el corazón y la mente.
6º. Una nueva fuerza para proclamar la salvación en Jesucristo, sin complejos, con convicción y sencillez.
7º. Una liberación del pecado. Desaparecen Hábitos inveterados, dependencias y miedos.
8º. Dones y carismas, como los que nombra Pablo en 1Corintios 12,8-10.
9º. El deseo del Reino, con una nueva manera de mirar las postrimerias del hombre. Se encuentra gozo en decir "Maranatha", "ven, Señor Jesús", (1Co 16,22;Ap22,20).
No todos reciben con la misma fuerza estos efectos, por los que, no tratándose de un sacramento, se puede volver a pedir oración, con la certeza de que el espíritu de la promesa desea darnos más de lo que nosotros deseamos recibir.
Los Grupos de la Renovación Carismática suelen reunirse una vez por semana en una oración de unas dos horas, abierta a todo el mundo, aún a los curiosos. Los grupos que han crecido con normalidad están formados por gente de todas las edades y de todos los niveles culturales y sociales. Toda Persona es libre de formar parte y de salirse de ellos. No hay estatutos ni compromisos. la alta fidelidad a la reunión semanal de la gente integrada al grupo proviene solamente de una necesidad espiritual.
Es notable el interés de la gente, que se desplaza o traslada a otra localidad, por buscar allí un grupo de la Renovación Carismática. Y que en estos grupos se encuentra alegría y cordialidad, ayuda mutua, acompañamiento y crecimiento espiritual. La oración comunitaria carismática es un encuentro del grupo con el Señor resucitado. Su presencia, vivida en un don de fe, suscita una ferviente alabanza, gozosa, libertadora y fuente de toda bendición. La alabanza toma la parte más considerable de la reunión y se desarrolla en la escucha de la palabra y en una actitud interna de adoración, a la que suelen seguir súplicas en favor de los hermanos, de la Iglesia y del mundo. Con frecuencia se destina un tiempo a los testimoniosy a la enseñanza.
Un fruto importante de esta oración es el deseo de dar testimonio del señor en casa, en el trabajo, donde sea. Evangelizar se convierte en una necesidad.
Por eso la gente renovada de veras tiene que ponerse a disposición de la Iglesia local, parroquia, y si conviene del obispado; para todo lo que sea necesario según el discernimiento de los pastores.
Eso si, el apostolado tiene que ser el fruto de la oración personal y comunitaria, tiene que surgir de la acción del Espíritu, según la expresión del cardenal Suenens, protector de la Renovación Carismática:" Hay muchas maneras de evangelizar, pero no hay más que una evangelización que sea buena: la que sale del Cenáculo".
Hay coordinadoras de las grandes zonas de un estado: En España corresponden a las zonas autonómicas (no es necesario que sea así). también hay la estatal, compuesta por miembros de cada una de las naciones y regiones, además de unas pocas personas elegidas en asamblea. El cometido de las primeras consiste en conectar con los grupos, informarlos, darles enseñanzas si lo piden, ayudarlos para las siete semanas, retiros, etc.,organizar retiros para dirigentes y asambleas generales. En España la coordinadora estatal informa, organiza retiros para dirigentes, visita los grupos que lo piden y organiza una asamblea a nivel de estado. Estas coordinadoras representan de alguna manera a la Renovación Carismática ante las autoridades eclesiásticas. Decimos de "alguna manera" a causa de su autoridad moral por el hecho de haber sido votados sus miembros, pero sin jurisdicción, ya que no pueden tener la representación, por ejemplo, de unos superiores religiosos. El único superior religioso de la Renovación Carismática es la jerarquía de la Iglesia.
Existe finalmente, el ICCRO -Internacional Catholic Charismatic renewal Office- que informa, organiza asambleas mundiales de delegados de la Renovación Carismática y está en contacto continuo con el Vaticano.
Se encuentra en casi todas las diócesis, sobre todo en la de Barcelona, pero solamente existen 53 grupos, varios de los cuales, contrariamente a lo que suele ocurrir, no están formados por gente de todas las edades y de todos los niveles culturales y sociales, lo cual desvirtua su dinamismo. Con todo la Renovación Carismática no está estancada en Catalunya, sino que se consalida y crece. Por otra parte es bonito ver que la mayoría de los grupos se han formado y viven bajo el amparo de las parroquias y que muchos de sus miembros trabajan como catequistas, como voluntarios en las cárceles, o tienen encomendadas otras tareas parroquiales. En cuanto a comunidades surgidas de la Renovación carismática, en nuestro país hay algunas tentativas todavía en ciernes.
Existe También la falta de información que confunde la Renovación Carismática Católica con grupos protestantes o simplemente la reducen a un simple estilo de orar, bueno únicamente para ciertas sensibilidades. Las de dentro proceden todas del "hombre viejo" que rechaza los impulsos del Espíritu, que no quieren morir en Cristo para convertirse en una "nueva creación", que no quieren esperarlo de todo de la Cruz de Jesús, que no quieren "disminuir para que crezca Jesús", que quiere ser protagonista de su propia salvación.
A manera de conlusión es difícil aproximarse a la Renovación carismática cuando se tiene alergia a toda manifestación sobrenatural. Una cierta mentalidad muy extendida, que ya proviene de la ilustración, tiene miedo de un contacto consciente de Dios y, y celosa como está de su autonomía, casi prohibe al Creador que pueda intervenir directamente en sus obras. No es esta la dinámica de la Encarnación. Dios es amor y se manifiesta com Padre, como Hijo y como Espíritu Santo, a los individuos y a los grupos. Solamente aceptándolo plenamente, podemos ser plenamente, el objeto de la promesa de Cristo en Juan 7,37-38: " Si alguien tiene sed que venga a mi y que beba el que cree en mí. Como dice la escritura, rios de agua viva brotarán de su seno ".