Primer dolor
Pecador si a mis dolores
quieres tener devoción,
yo te haré muchos favores
y pondré mi intercesión,
a favor de tus errores.
Si siete días cabales
a mis dolores contemplas
ganarás para tus males,
gran número de indulgencias
ya plenarias ya parciales.
No pienses en escucharlo
en eso tendré yo gusto,
sino que has de contemplarlo
con sentimiento que es justo,
que me ayudes a pasarlo.
Contempla en el primer día
los filos de aguda espada,
que traspasan el alma mía
al escucharla declarada,
tan amarga profecía.
Como la ley lo mandaba
presenté mi hijo al templo,
en sus brazos lo tomaba
Simeón con gran contento,
y de esta manera me dijo:
¡señora ves tu hijo amado
querido y que tanto estimas,
le verás preso, azotado
y coronado de espinas
muriendo desamparado.¡
Si contemplas el dolor
tan amargo que sentí,
con tan triste anunciación,
pues lo que yo haré por ti
será alcanzarte el perdón.
Padre nuestro....
Segundo dolor
En el segundo dolor
para matar a mi hijo,
mandó Herodes iracundo
degollar según el
dijo,
los inocentes del mundo.
Un ángel del cielo vino
y avisó a mi amado esposo,
que emprendiéramos camino
que viene Herodes furioso,
con su ejército maligno.
Con que agonía en mis brazos
tomé a mi hijo y nos fuimos,
a Egipto en breve paso
yo y mi esposo que contritos,
se hace el corazón pedazos.
Sin dormir ni descansar
quebrantado el corazón,
caminaba sin cesar,
y cada instante volvía la vista
por ver si acaso el tirano me
seguía,
desmayaba a cada paso
en mortales agonías.
Una escuadra de ladrones nos salió
y el mejor viendo lo que nos
pasaba,
movido de compasión,
nos ofreció su posada.
Si haces lo que este ladrón
compadecerte de mí,
en tan amarga ocasión
pues lo que yo haré por ti,
será alcanzarte el perdón.
Padre nuestro......
Tercer dolor
El tercer dolor, tres días
tuve perdido mi bien,
contempla mis agonías
y así has de llorar también
las crueles penas mías.
Yo y mi esposo amado
con Jesús al templo fuimos,
y habiendo allí allegado
un grande concurso vimos,
de gente allí congregada
una función grande había,
y habiéndose ya acabado
yo del templo me salía,
y José con gran cuidado,
por otra parte venía.
Encontrándonos los dos,
le pregunté yo a José:
¿Has visto al Hijo de Dios?
me dijo: No lo sé
pues juzgué que iba con vos.
Allí el corazón partido
con una angustia tan fuerte,
quedé como sin sentido
llorando en mi triste suerte,
al ver a Jesús perdido.
Tres días le fui buscando
con tres noches, que tormento,
hasta que lo hallé en el templo
con los sabios disputando.
Si a Jesús tienes perdido
por tus culpas, ven a mí,
cuando te halles afligido
pues si tu lo haces así,
tendrás descanso cumplido.
Padre nuestro....
Cuarto dolor
Cuarto dolor fue cuando
con la carga sin mesura,
vi a mi hijo caminar
por la calle de la amargura,
en cada instante tropezar.
Siendo la sentencia dada
vino Juan a mi retiro,
y dándome la embajada
yo di un tremendo suspiro,
que me quedé desmayada.
Con valor que me dio el cielo
y el ángel tan excesivo,
caminaba con anhelo
por ver a mi hijo querido,
afligido y sin consuelo.
Llegué a la calle cruel
donde me paré a escuchar,
las voces de aquel tropel
que clamaban sin cesar.
Todos blasfemaban de El
las trompetas del pregón decían:
¡Muera el malvado facineroso
ladrón
y pague crucificado,
su infame predicación¡.
Rompí por entre las gentes
y con mi hijo me abracé,
y le hablé interiormente
con la garganta anudada,
con el dolor mas vehemente.
Si este amargo dolor
lo imprimes en tu memoria,
te aseguro pecador
que ha de ser para tu gloria,
prenda de inmenso valor.
Padre nuestro.....
Quinto dolor
El quinto dolor penoso
es digno de contemplar,
cuando aquel hijo precioso
yo le vi crucificar,
en la cruz como alevoso.
Subimos a la montaña
del calvario con despojo,
le arrancaron con ira y zaña
a la lumbre de mis ojos,
la túnica que llevaba.
Yo que le vi despojado
renovadas sus heridas,
todo el cuerpo destrozado
crecieron las penas mías,
al verle tan maltratado.
Que se tendiera en la cruz
y con paciencia hizo,
lo que le ordenaron
y con tirana inclemencia,
pies y manos le clavaron.
Y después la cruz volvieron
aquellos sayones bravos,
su santa faz traspusieron
y los clavos remacharon,
con que mis penas crecieron.
La santa cruz levantaron
con blasfemias y balbodones,
su santo cuerpo dejaron
en medio de dos ladrones.
Si este amargo dolor
lo imprimes dejando el vicio,
de lo que Dios te haga cargo
Yo por ti en el día del juicio,
yo por ti haría el descargo.
Padre nuestro.....
Sexto dolor
El Sexto dolor penoso
el sexto con tiernos lazos,
al hijo de mis entrañas
difunto y hecho pedazos,
con tan malignas hazañas
me lo ponen en mis brazos.
Dos santos varones vieron
mi tristeza y mi amargura,
y a Pilato le pidieron
para darle sepultura,
licencia y la concedieron.
Yo que lo estaba mirando
de los pies a la cabeza,
mi dolor siempre avivando
con una amarga tristeza,
le decía suspirando:
¡hijo mio
muy amado¡
¿Quién te coronó de espinas
quién te abrió el costado,
vuestras manos tan divinas,
y vuestros pies taladrados?.
Si este amargo dolor
lo imprimes en tu memoria,
te aseguro pecador
que ha de ser para tu gloria,
prenda de inmenso valor.
Padre nuestro.....
Séptimo dolor
¡Oh que angustia pecador
oh que dolor tan prodigio,
oh que pena sin igual
es el verme sin mi hijo,
y no poderle abrazar
Los varones con quebranto
Me decían: ¡gran señora,
no os entreguéis tanto al llanto
que ha llegado la hora,
de su entierro sacrosanto¡.
San Juan y la Magdalena
me cogieron de los brazos,
todos cargados de pena
vamos siguiendo los pasos,
donde el sepulcro se ordena.
Llegamos a la montaña
donde con bondad honrosa,
depositaron el cuerpo
tapándolo con la losa
encierran mis sentimientos.
Triste está la Virgen pura
aquel sepulcro mirando,
pues jamás hubo criatura
que su dolor contemplando,
con tal dolor y amargura.
Está muerta y sepultada
está muerta y tiene vida,
está llagada, herida
está muerta y destrozada,
quien era la luz de su vida.
Todas estas siete espinas
traspasan su corazón,
si son de ti contempladas
ganarás el galardón,
de la celestial morada. Amén.
Padre nuestro....