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  Escritores alemanes en lengua latina
de la época
AHD

FERNANDO MAGALLANES LATAS
fmagalla@us.es
© Fernando Magallanes Latas 2004
UNIVERSIDAD DE SEVILLA


 
 
 

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Resumen

En los primeros siglos de cultura alemana escrita no pocos escritores utilizan el latín medieval. Alguno es bien conocido y ocupasu lugar en toda historia de la literatura alemana; otros, en cambio, no han merecido ese puesto, y sólo son objeto de relativaatención por parte de especialistas, generalmente, no germanistas. Considerando las posturas de la investigación sobre estetema, se abordará la cuestión de en qué medida tales autores deberían o podrían ser de interés dentro de los estudiosgermanísticos.


Descriptores:
Escritores latinos. Edad Media temprana
 


 

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Abstract

Aufgabe der philologischen Forschung seit langer Zeit ist das Verhältnis in der frühmittelalterlichen Zeit zwischen der Volkssprache und dem Lateinischen. In der Tat haben sich nicht nur die Romanisten, sondern auch die Germanisten um die lateinische Literatur gekümmert; lateinische Literatur ist nämlich interdisziplinär. Es kann somit nicht bestritten werden, dass die mittellateinische Literatur in der germanistischen Forschung nicht die Beachtung gefunden hat. Was hier interessiert ist das vorherrschende Bestehen einer Kultur auf Latein: Die lateinische Literatur des Mittelalters, kurz auch mittellateinische Literatur genannt. Hier geht es daher um folgendes Problem: inwiefern sollten die lateinischen Schriftsteller in die Geschichte der deutschen Literatur des frühen Mittelalters einbezogen werden? Diese Frage, die eines der ersten Themen der Forschung zur frühmittelalterlichen Zeit war, ist trotz der Teilnahme der besten Wissenschaftler an dieser diskussion noch nicht beantwortet worden. Es handelt sich nämlich um eine Schwierigkeit, die die Forschung zur Literatur des Frühmittelalters noch nicht bewältigt hat.

Schlagwörter:
Lateinische Schriftsteller. Frühmittelalter
 
 
 
 
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Escritores alemanes en lengua latina
de la época
AHD

FERNANDO MAGALLANES LATAS
UNIVERSIDAD DE SEVILLA

 

   
1.
Aproximación al tema
 
   
En una primera lectura del título pudiera parecer que el tema propuesto goza de cierto exotismo, por su lejanía no sólo temporal sino incluso también por lo distante que una temática así quizá se halle de los objetivos generales de la Germanística de nuestros días; tal vez hasta diríamos que es algo de no mucho interés hoy, según veremos en ratificación de algún especialista un poco más adelante. Sin embargo, y antes de entrar en detalles, ciertas similitudes con la actualidad acortan distancias entre nuestro presente y aquellos lejanos tiempos iniciales del medievo alemán: hablando de los siglos IX , X, la transición milenaria coincide con el cambio secular que acabamos de vivir, y con el tránsito al milenio que se avecina; la globalización cultural, entonces representada por el latín, hoy se ha trocado en el inglés; el Cristianismo o la visión teocéntrica, cosmovisión excluyente, vendría a ser como la unidimensionalidad y la mundialización de la vida política, económica, incluso cultural y quién sabe si hasta del pensamiento filosófico; en fin, la incertidumbre de aquel arcano pasado quizá no ande tan distante de eso que ahora llamamos posmodernidad para aludir de forma absolutamente imprecisa al estado de cosas sucesor de la modernidad y que, por carecer hoy por hoy de una denominación adecuada, se califica con ese término tan vacío de contenido; o qué decir de la relajación de costumbres de ese final del primer medievo y de las sociedades a la deriva, sin sólidos fundamentos éticos ni puntos de referencia estables, tónica dominante en el mundo de nuestros días. Es claro que se trata, pues, de etapas, aquélla y ésta, caracterizadas por la inseguridad, como inseguridad es palabra clave cuando hablamos de Edad Media, y más en sus inicios; fase auténticamente oscura al decir de los humanistas italianos del Renacimiento.
 
       
   
Pues bien, la latinidad de la Antigüedad tardía y primeros siglos medievales tiene, como sabemos, importancia para el surgimiento de la cultura alemana escrita. Pero además, hoy se insiste reiteradamente en el concepto Spätantike como espacio en el que se fusionan Cristianismo y latinidad, factores ambos imprescindibles para entender los orígenes culturales y literarios alemanes (cf. Magallanes 1999:64). La linealidad o continuidad entre últimos siglos de la Antigüedad y primeros medievales hoy ya ni se discute; incluso hasta hay quien prolonga -culturalmente hablando- el concepto de Antigüedad tardía nada menos que hasta el siglo X (cf. Moos 1994:46). La generalización de esta manera de concebir el Medievo, en sus límites iniciales, se extiende ya también a la historiografía propiamente dicha: en el reciente libro Historia de la Edad Media, publicado por Claramunt 1999:3, y otros especialistas de la Universidad de Barcelona, se dice textualmente que
 
       
 
[...] acontecimientos como el final del Imperio romano de Occidente o las invasiones germánicas no provocaron una ruptura tan violenta con el pasado como pudiera parecer a primera vista [...] Por ello, las más recientes aportaciones al problema del comienzo de la Edad Media acentúan el significado, no tanto de los hechos de la historia política, como tradicionalmente se ha venido haciendo, como de los fenómenos de base, tales como la pervivencia de la romanidad, el predominio gradual de lo rural y la degradación de la vida económica en Occidente, la ruptura de la unidad del Mediterráneo -anunciada con la división del Imperio y consumada tras la expansión del Islam (H. Pirenne)-, o la formulación de nuevas bases para la organización política y cultural.
 
     
   
Ello viene, por tanto, a reforzar y a clarificar algo que ya sabíamos: la influencia de autores latinos, de escritores cristianos de la Antigüedad tardía y Edad Media temprana, así como de formas estróficas y géneros latinos sobre la literatura alemana antigua.
 
       
   
Pero el tema objeto de esta exposición persigue en realidad incitar a la reflexión acerca de la posible conveniencia del tratamiento en los estudios germanísticos españoles de aquellos escritores que usaron la lengua latina en los albores de la cultura alemana; persigue asimismo la disertación intentar averiguar el porqué del desinterés hacia tales escritores en la actualidad, lo que tal vez tenga que ver con la caída de los estudios clásicos en los últimos tiempos. Y, a propósito de esto, quizá pudiera plantearse si fue acertada la supresión del latín como materia obligatoria en los actuales planes de estudio de Filología Alemana.
 
       
   
Recordando, pues, que en los inicios culturales alemanes contamos con escritores en latín, lengua de cultura entonces, preciso es llamar la atención sobre su posición inestable en la historiografía literaria alemana. Frente a algún nombre consagrado, como el de Rosvita von Gandersheim, otros no aparecen en las historias literarias o si acaso sólo esporádicamente, pese a su innegable renombre. Así, Arbeo von Freising (764-783), por ejemplo, es nada menos que el primer escritor alemán de nombre conocido, con obras como Vita Corbiniani y Vita et passio sancti Haimhrammi, cierto que en latín, pero hagiógrafo de extraordinaria influencia y precursor del Heiligenlegende, como el anónimo Georgslied, única muestra representativa de este género en lengua alemana de la época Ahd. De igual modo son de recordar poetas, como el franco Angilbert (?-814) o Ratpert von St. Gallen (?-890). Naturalmente, el gran erudito alemán de la época es Rabano Mauro (784-856), autor de textos homiléticos, de comentarios bíblicos, de una enciclopedia de 22 libros, De universo sive De rerum natura, que comprendía el saber entonces conocido, y para la que utilizó como fuentes a S. Jenónimo, Beda el Venerable y, sobre todo, a Isidoro de Sevilla. Su discípulo y Abad de Reichenau, Walafrido Estrabón (808/9-849), fue el más significado lírico alemán de la época por sus himnos, odas, diversos poemas circunstanciales y una poesía diáctica sobre horticultura -Hortulus- en 444 hexámetros; autor de vidas y leyendas de santos, escribió también una Glossa ordinaria, comentarios a textos sagrados que le convirtieron en uno de los exégetas más influyentes de la Edad Media. Bien conocido es Einhard (770-840), padre de la primera biografía medieval, Vita Karoli Magni, texto modélico del género. Y qué decir de Notker Balbulus von St. Gallen (840-912) y sus Sequenzen (sequentia), además de otras obras en verso, himnos, epístolas...; o de su amigo y creador de los tropos, el monje Tuotilo (?-915).
 
       
   
De otra parte, dado el desconocimiento sobre autores en alemán de aquella época, a excepción de Otfrid von Weissenburg, Ratpert, acaso Otloh y Williram von Ebersberg, este último también poeta latino, aunque sólo se le cita en historias de la literatura alemana como autor del Hohelied, en principio diría que no está de más conocer nombres de escritores alemanes que hicieron uso del latín.
 
       
   
2.
El problema del escritor latino
 
   
Ciertamente, la historiografía literaria encierra multitud de problemas por cuanto hay que tomar decisiones sobre incluir o no tales o cuales cuestiones, o atribuir más o menos importancia a determinados temas. Y, por lo que al asunto aquí tratado se refiere, hace tres décadas Josef Szövérffy 1970:21 se quejaba de que muchos germanistas continúan despreciando incomprensiblemente a escritores alemanes que utilizaron la lengua latina en un momento en que ésta era el vehículo de cultura. Para unos, como Stefan Sonderegger y Harald Burger 1971:327, 328, se trata de una cuestión olvidada; desinterés que justifican porque en su opinión literatura alemana es aquella escrita en alemán. Aun así, hace una excepción al reivindicar a Ekkehart IV, autor en latín del canto a S. Galo, por tratarse éste de un texto originariamente alemán; es más, no desdeña tampoco la patrística u otras personalidades, como Boecio, a la hora de abordar el estudio de la labor traductora en época antiguo alto alemana.
 
       
   
En realidad, yo diría que estamos ante una cuestión, más que olvidada, siempre latente; de hecho Dieter Kartschoke 1994:56, 57, en su contribución a la trilogía sobre literatura medieval alemana publicada en los noventa por dtv, hace referencia al problema, pero sin entrar de lleno en él. ¿Es, pues, un problema irresoluble y por eso no interesa tocarlo? Creo que no. Desde luego, cuestión controvertida sí; sobre la que nunca ha habido posturas unánimes, absolutamente convincentes. Pero, a efectos prácticos, no sólo es posible, sino necesario, llegar a algún tipo de solución.
 
       
   
Ciñéndome exclusivamente a la consideración del autor latino, y dejando de lado por tanto toda una literatura anónima, géneros en latín medieval, etc., que exigirían una amplitud muy superior a los límites razonables sugeridos con el título de este trabajo, la cuestión podría plantearse perfectamente de la mano de Heinz Rupp 1958:20, cuando, en un artículo sobre las relaciones entre las literaturas alemana y latina, se hacía la siguiente pregunta:
 
       
 
Si tenemos en consideración y estudiamos las obras de Rosvita von Gandersheim, ¿por qué no hacemos lo mismo con la poesía de Ermoldus Nigellus, por ejemplo? ¿Dónde hay que poner los límites, si personalidades como Boecio, Isidoro de Sevilla u otras deben ocupar su sitio en toda historia de la literatura alemana antigua?
 
     
   
3.
Posturas de la historiografía literaria
 
   
A fin de abordar el asunto con el rigor que exige un problema de las mencionadas características, y tomando como núcleo de la cuestión los interrogantes de Heinz Rupp, veamos las soluciones adoptadas por el historiador literario. Para ello, sirvan de muestra suficientemente representativa algunas de las más destacadas historias de la literatura alemana escritas desde mediado el siglo diecinueve hasta la actualidad.
 
       
   
3.1.
Siglo XIX
 
   
En 1864 Karl Müllenhof y Wilhelm Scherer, en una de las primeras obras historiográficas sobre literatura alemana de los primeros tiempos medievales, admitían autores latinos en función de los huecos que presenta la literatura alemana; es decir, para cubrir esos huecos precisamente. Similar criterio, por más que lo latino ocupe importante lugar en su historia literaria alemana, lo exponía unos años después, en 1892, Johann Kelle en otra obra también historiográfica, publicada en Berlín, y referida igualmente a los inicios literarios alemanes; Kelle reconocía abiertamente que los dramas de Rosvita ocupan el hueco que dejan las obras inexistentes del siglo X. Idéntica solución se aducía a finales de siglo por parte de Rudolf Koegel en una obra historiográfica de mayor amplitud, quien en el capítulo seis de la segunda parte del tomo primero de su historia de la literatura alemana medieval justificaba la presencia de lo latino en su calidad de sustituto de inexistentes testimonios en lengua alemana.
 
       
   
En consecuencia, para el historiador literario del siglo XIX los escritores latinos cumplían función complementaria en la historia de la literatura alemana; se da por tanto una conexión entre el autor latino y el concepto de Lücke, una interrelación y mutua interdependencia entre ambos polos. Es decir, si aparecen autores latinos en las historias de la literatura alemana es porque la lengua vernácula apenas ofrece nombres, y, antes que dar un salto en el tiempo, el historiador de la literatura prefiere rellenar el espacio en blanco con escritores alemanes en lengua latina.
 
       
   
3.2.
Primera mitad del siglo XX
 
   
A principios de siglo, el discípulo de Müllenhoff, Elias von Steinmayer, excluye sin excepción cualquier autor en latín. Dos años después, el conocido medievalista Gustav Ehrismann continúa con la disculpa del hueco, pero especifica más que sus predecesores decimonónicos: admite autores latino-almanes cuyos testimonios sean literarios no teológicos o históricos, como por ejemplo Rosvita. Por su parte, Georg Baesecke, en 1922, amplía las miras desde el momento en que incluye a Rabano Mauro, personalidad señera de la época, o a su discípulo Walafrido Estrabón, valiosos por sí mismos, pero además por su conexión con Casiodoro, Arbeo, Alcuino... opina este especialista.
 
       
   
Como se ve, la historiografía literaria de la primera mitad siglo XX ya no ofrece un criterio unitario, de modo que el problema comienza a adquirir matices. Las opiniones se ramifican en tres posturas defendidas:
 
       
    A)
Exclusión de autores latinos.
 
    B)
Admisión sólo de autores latinos de textos exclusivamente literarios.
 
    C)
Ampliación de la historiografía literaria alemana, justificándose la admisión de autores por su valía y relación intelectual con nombres relevantes de la cultura latina del medievo temprano.
 
         
   
3.3.
Segunda mitad del siglo XX
 
   
Aquí la gama de opiniones aumenta: pueden sintetizarse en cuatro las diversas posturas. Una primera que sería de rechazo sin paliativos. Nombre importante al respecto es el de Helmut de Boor que, en 1949, clarifica su opinión ante el problema en el capítulo VI, Rückkehr zum Latein del tomo primero de su historia de la literatura, la literatura alemana desde Carlomagno hasta la literatura cortesana, donde manifiesta con rotundidez que los dramas de Rosvita en absoluto pertenecen a la historia de la literatura alemana; y la justificación que da es que la literatura latina tiene sus propios presupuestos y exige metodología propia. Por su parte, Emil Brenner y Wilhelm Bortenschalager 1986:23 afirman categóricos que Rosvita y demás autores que utilizan la lengua latina no pertenecen a la historia de la literatura alemana, sino a la historia de la literatura latina medieval; y concluyen que no existe literatura alemana en época otónica y salia temprana. Ya más recientemente Dieter Kartschoke 1994:56, 57 excluye autores latinos; solamente son dignos de mención cuando se trata de interrelacionar literatura alemana con el entorno; es decir, saber de su existencia, citarlos nada más, pues una historia de la literatura alemana no debe tratarlos con detalle.
 
       
   
Una segunda postura es la que propugna la admisión pero sólo de autores latinos que pertenezcan a la cultura alemana; opinión sostenida por investigadores como Heinz Rupp o Karl Langosch, en 1958 y 1965 respectivamente.
 
       
   
Una tercera corriente de opinión es aquella integrada por posturas contemporizadoras, como las de Werner Betz, quien en 1958 en su contribución al Reallexikon der deutschen Literaturgeschichte decía que sólo determinados nombres pertenecen a la literatura alemana: son aquellos autores de textos latinos a los cuales subyace literatura alemana, caso del Galluslied; o autores de textos latinos que incorporan temas o motivos de la cultura germánica o alemana. Similar criterio lo expone Ewald Erb en su historia literaria sobre los primeros siglos de literatura alemana; para él los alemanes que escriben en latín corresponden a una literatura en latín medieval que, por su esencia, es internacional -coincide al utilizar esta denominación con Max Wehrli 1987:16 y con Dieter Kartschoke 1994:57; pese a ello, trata esa literatura internacional en tres capítulos de su historia de la literatura alemana:
 
       
    1)
Cultura latina carolingia (Walafrido Estrabón, Notker Balbulus y sus secuencias, Tuotilo y el tropo como germen del futuro teatro)
 
    2)
Cultura monacal alemana de fines de la temprana Edad Media (latinidad otónica y cultura feudal).
 
    3)
Literatura latina de la etapa feudal temprana, con amplia exposición de la obra de Rosvita.
 
         
   
Un poco en esta línea estarían también Joachim Bumke y Max Wehrli, para quienes la comparación y relación entre autores alemanes y latinos es necesaria, si bien desde perspectivas investigadoras, no tanto didácticas.
 
       
   
Finalmente una cuarta posición es la de quienes aceptan expresamente al autor latino, y lo consideran autor alemán. En este apartado es digno de mención Horst Dieter Schlosser 1977:44, 45, 91, 92 y 1983:34-43; concretamente en el primero de los libros citados, y bajo epígrafes como Zur Bedeutung der Texttradition aus Antike und Spätantike. Schwerpunkte mittellateinischer Literatur im 8.-10. Jh., se ocupa incluso de escritores extranjeros, como Casiodoro, Marciano Capella o Isidoro de Sevilla, además de tratar a los autores alemanes que escriben en latín, tales como Notker Balbulus, Tuotilo, Rosvita, Notker der Deutsche o Ekkerhart I. Por su parte Horst Albert Glaser 1988:69 dice que si bien la importancia reside en la literatura en lengua popular, ello no significa que la lengua popular sea característica o decisiva dentro de la producción literaria de la época; de hecho, dedica espacio a la literatura latina, incluso un capítulo aparte a Rosvita. Por lo que respecta a diccionarios literarios, Frenzel menciona algunos importantes autores latinos (Notker Balbulus, Rosvita); en cambio, Kluge y Radler contiene solamente el drama Abraham de Rosvita.
 
       
   
En resumen, la historiografía literaria desde los años cincuenta presenta diferentes posturas, pero en líneas generales son coincidentes las distintas formas de enfocar el problema con las mantenidas en la primera mitad de siglo:
 
       
   
1)
Rechazo del autor latino en la historia literaria alemana, postura minoritaria.
 
   
2)
Aceptación con matices:
 
     
a)
de autores latinos de origen y cultura alemana
 
     
b)
de autores cuya obra en latín deriva de un texto previo alemán, o bien admisión de aquellos otros que tratan temática germánica en sus textos latinos
 
   
3)
Aceptación sin más de autores alemanes en lengua latina, incluso referencias a escritores de ámbitos lingüísticos no alemanes.
 
           
   
4.
Posible solución del problema
 
   
Ciertamente no hay que olvidar que las causas del poco interés por autores latinos, sobre todo de la época otoniana, reside en el no apreciable nivel de composiciones literarias en latín, en la escasez de grandes aportaciones teológicas y en la ausencia de reelaboraciones de textos bíblicos comparables a los de época carolingia; incluso algún nombre relevante de la época de florecimiento de la literatura autóctona, como Rabano Mauro, destaca más por su erudición que por sus aportaciones estéticas. Pese a ello, frecuentemente las historias de la literatura, diccionarios literarios, etc., ofrecen datos e informaciones sobre autores que escribieron en latín pero sin fundamentar el porqué de esa inserción; se da por hecho que su presencia es algo natural. Ello es consecuencia de que tradicionalmente, desde el Romanticismo, se consideran determinados autores latinos como alemanes, según explicitó ya en 1918 Gustav Ehrismann en su Geschichte der deutschen Literatur bis zum Ausgang des Mittelalters. Así pues, siguiendo un criterio ampliamente compartido, la mayoría de los historiadores literarios entiende que algunos autores corresponden a la literatura alemana, aunque la intensidad con que unos y otros se ocupan de tales autores varía mucho. Hay que deducir, en consecuencia, que determinados escritores deberían entrar siempre en consideración, por la función que desempeñan en la historiografía literaria alemana. En mi opinión, sin embargo, la postura que se tome dependerá de:
 
       
   
A)
El concepto que se maneje de literatura.
 
   
B)
Los fines didácticos concretos que se persigan en el estudio de esta época literaria.
 
   
C)
La metodología docente en la que se base el tratamiento de la época literaria Ahd.
 
           
   
Es decir, vengo con ello a especificar con más detalle, o mejor dicho, a fundamentar con mayor precisión, lo que de forma vaga sugiere Dieter Kartschoke 1994:56, 57, tras citar palabras de Werner Schröder, plasmadas en su conocida obra Grenzen und Möglichkeiten einer althochdeutschen Literaturgeschichte, acerca de si habría que tener en cuenta sólo autores alemanes o también otros que, por ejemplo, hayan escrito en suelo alemán. Y es que Kartschoke dice que quien escriba una historia de la literatura alemana ha de tomar una decisión respecto de este problema, decisión que de alguna forma habrá que justificar.
 
       
   
En principio, por tanto, cada cual es libre de adoptar la decisión que estime oportuna en consonancia con esos tres aspectos que acabo de citar. En todo caso -como decía al principio- no está de más algún conocimiento acerca de autores alemanes cuya obra está en latín, por cuanto constituyen parte importante del acervo cultural alemán; integran un patrimonio inherente al surgimiento de la cultura alemana que se complementa con la produción autóctona. Es decir, aunque siguiendo un criterio lingüístico no entren dentro de un concepto de literatura alemana, sí forman parte de la cultura de países de habla alemana. Por consiguiente, se trata de una literatura correspondiente a la cultura alemana, cosa que no se ve impedida por el concepto de internacionalismo ampliamente sostenido, por cuanto sabemos que no sólo lo escrito en latín, sino todo el mundo cultural medieval, muestra grandes interrelaciones; de manera que el grado de autonomía en los diferentes espacios territoriales de Europa es ciertamente escaso, incluso en lo que a la producción literaria en lengua autóctona se refiere.
 
       
   
Por tanto, no hay por qué despreciar a autores alemanes, no sólo los de extraordinario valor poético como Rosvita, sino también enciclopedistas, como Rabano Mauro, el hagiógrafo Einhard, o personalidades que influyeron con sus escritos en la cultura de la época, como Walafrido Estrabón. Y ello porque, aun aceptando el internacionalismo del autor latino, éste ofrece en ocasiones testimonios literarios con contenidos relativos al ambiente cultural alemán, incluso con temática, a veces, de la tradición germánica.
 
       
   
Por lo demás, y teniendo en cuenta la realidad de la Germanística española, considero adecuado hacer hincapié en la contextualización del fenómeno literario-cultural alemán; ello requiere, como el mismo concepto de Mediävistik encierra, prestar atención a no pocas cuestiones si se quiere entender y abarcar en profundidad el fenómeno literario alemán primitivo. Es decir, de igual modo que Klaus von See 1985:1 insiste en la necesidad de conocer el entorno germánico de la época cuando se trata de estudiar los primigenios manuscritos alemanes, creo que idéntica insistencia ha de hacerse respecto del entorno cultural latino de la propia Alemania, que si en determinados momentos no asfixió la producción literaria autóctona fue merced a una determinada política cultural. Ya Heinz Rupp en su artículo sobre las relaciones entre literatura latina y alemana, abundaba en esta idea en 1958, o sea, en el cercenamiento de la cultura alemana que significaría excluir de un plumazo a los escritores latinos. De hecho, me atrevería a afirmar que lo dicho por Karl Hauck en 1954 y 1966, en Mittellateinische Literatur, hoy sigue siendo una realidad: la latinidad alemana hasta el siglo XII es de extraordinaria importancia y, pese a ello, no ha sido estudiada ni investigada todavía con la necesaria profundidad.
 
       
   
En definitiva, es preciso destacar lo siguiente:
 
       
   
1)
Dado que la cultura de la latinidad tardía e inicios medievales es fundamento o base determinante para el surgimiento de la literatura en alemán, resulta imprescindible la atención, siquiera explicativa o contextual, a S. Jerónimo, S. Ambrosio, Boecio, Casiodoro, S. Isidoro o Benito de Nursia, escritores sin duda universales.
 
   
2)
La atención al contexto cultural de la literatura autóctona exige una serie de conocimientos más directamente relacionados con la historia cultural alemana, por lo que en toda Germanística extranjera han de tener cabida, bien en materia literaria, bien en Landeskunde, los siguientes aspectos:
 
     
a)
Los eruditos llamados por Carlomagno: Pablo Diácono (720/25-797/801); Alcuino (730-804); tal vez en menor medida Teodulfo de Orleáns (750/60-821), autor de epístolas versificadas que informan de la vida y actividades de la Corte; Angilbert (?-814), autor de poesía valiosa para conocer el ambiente cultural que rodeaba a Carlomagno; el Abad Adalhard (780-826), sobrino del Emperador que, con su De ordine palatii, da cuenta de la organización de la Corte.
 
     
b)
Historiadores, autores de Anales o Jahrbücher de los monasterios, como el Abad Eigil von Fulda, o el Obispo y discípulo de Alcuino, Liudger von Münster, ambos de la segunda mitad del siglo VIII; Ermoldus Nigellus, de la primera mitad del siglo IX; Nithart, de la misma época; o Regino von Prüm que vivió entre los siglos VIII y IX.
 
     
c)
Teólogos, como Gottschalk von Orbais (803-870) y Johannes Scottus Eriugena, de mediado el siglo IX.
 
           
   
Naturalmente, lo dicho no merma en absoluto las competencias de los especialistas en latín medieval: ellos han de ocuparse de todos aquellos autores que utilizaron la lengua latina en el medievo, fueran alemanes o de cualquier otra zona. Pero, a su vez, la Germanística no puede estar ajena y cerrar los ojos a unos escritores que, empleando un vehículo de comunicación supranacional, fueron pioneros en la labor intelectual de la Alemania originaria.
 
       

Bibliografía:

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PROF. TIT. DR. FERNANDO MAGALLANES LATAS
Universidad de Sevilla
Facultad de Filología • Departamento de Filología Alemana
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